capitulo 6

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Estoy corriendo.

Es de noche.

¿Por qué lo hago?, ¿Por qué esto es tan difícil?
¿sabría explicar qué me pasa, ¿sería capaz de luchar cuando no sé por qué lucho?, luego de subir, caes, luego de vivir, mueres
¿por qué estoy viva en primer lugar?,

Alguien ¡escúcheme!, alguien, que entienda.

Malet, te he gritado en la cara mi dolor, me he desgarrado frente a ti, pero a veces me pregunto ¿lo entiendes?, ¿entiendes que no soy una niña que hace berrinches?, ¿entiendes cuántas veces me dedico a llorar?, ¿entiendes que lucho para salir del lugar en que me perdí? No. Nunca lo has entendido.
De ser así, habrías hecho algo. Malet, lo siento, pero he gritado tantas veces y tú solo has escuchado como una brisa de mi voz. Yo ya no sé qué hacer para que escuches, para que entiendas. Te he rogado por ayuda, pero ignoras todo. Te amo, te amo más que a mí y no estoy segura de que este mundo te merezca, pero si estoy segura de que yo no te merezco. Te amo.

Nunca creí sentir esperanza de nuevo, ahí sigue, es latente en mi cabeza y por eso me siento aún más culpable.

Esperanza, añoro que estés conmigo, pero sé que no te merezco, nunca he merecido la ayuda de nadie, porque dos partes de mí luchan cada día, entre quererte y negarme a tenerte. Cada día duele más tenerte, siento que tomo mi corazón con las manos y clavo un cuchillo dentro y luego tu intentas sanarme, lo intentas, pero yo no te dejo, entonces muero de nuevo. Cada vez me siento más abandonada, porque sin importar cuanto intente la vida me niega querer tenerla.

Ya no sé qué hacer.

Y odio saber que nunca lo supe, que me engañé siempre, cada día. Mi alma siempre ha permanecido sola, el mundo no va a escucharme porque no merezco que me escuche y no sé porque pretendí que sí, no sé nada. Ya no me basta nada. Un sube y baja de emociones. Que no controlo. Que no entiendo. Que quiero acabar de una vez. Que no entenderá nadie, porque ni yo lo entiendo. Yo quería que me escucharán, yo quería ayuda y quería hacerlo mejor, yo quería ser valiente, quería lo que es inalcanzable.

Quiero que se acabe.

Mis piernas corren, bajando hacia el centro de Alta Montaña, brisas de muerte retuercen mis huesos. Mi cabello vuela detrás de mí, queriendo huir de mi destino. No me duele nada, mis piernas largas corren desde hace tiempo, solo que nunca han corrido con tanto anhelo. Mi corazón bombardea mi cuerpo, latiendo y latiendo. Ya no escucho el llanto de mis pulmones, ya no escucho la voz de nadie.
Salvó el ardor de mi pecho, que me exige ponerle fin.

Malet está dormido en casa. Marella quedó encerrada en mi habitación.
Quisiera decir lo siento, pero nunca bastaría.

Así que corro, saltando a grandes sancos, cayendo al suelo una y otra vez. Mirando altos edificios y la espesa oscuridad de la noche, haciéndose más densa. Mis botas me permiten correr sin sentir cansancio. Y no llevo armas.

No soy lo que creí que era.

- Si quieres juzgarme, puedes – dije a mi cabeza, a mi mente, hablando a esa parte mía que está luchando todavía. Lo hago gritando – si quieres huir de mí, puedes; si no quieres oír mi sufrimiento ni mi clamor, vete. Abandona mi cuerpo y huye lo más lejos que sea posible y escóndete, donde nada nunca jamás te haga daño, olvida que fuiste mía.

Abandono la vida.

Renuncio.

Me cansé.

Escucho cientos de pasos detrás de mí, vienen rápidamente.

No me detengo.

- Deténgase – escucho decir

Pero continúo huyendo.
Un disparo, pasa cerca de mi oído y crea un pitido en mis oídos.
Otros dos disparos, caen en mi espalda. Los siento atravesarme. Los siento liberarme. Caigo hacia adelante, sobre mi brazo extendido.

Con un último suspiro digo:
Gracias
La vida se desprendió de mí.

O casi.

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- No te permitiré hacerme esto – escuche lejanamente

Abrí un poco los ojos. Vi dos pies, una espalda y un suelo.
Alguien me llevaba en su hombro, cargándome.

- Hopes más  te vale que sigas viva – grito con regaño, pero a la vez, con voz quebrada

¿Hopes?
¿Hopes?
¿Quién me llamaría Hopes?
¿Drang?

- Abre los ojos – exigió y sentí una superficie fría en mi espalda – te lo ruego, ¡ábrelos! – escuche aparatos por todos lados, el olor de medicina me causo nauseas
Sentí un líquido entrar a mi cuerpo.

Abrí los ojos, para toparme sorprendentemente con unos grises que me veían con anhelo, y no con desafío.

- Hopes, sin tus ojos verdes mirándome con odio cada día, no podría vivir – admitió y con sus manos frías toco mi rostro – cerré los ojos de nuevo – no me abandones

Quería responder.

Pero la voz se quedó atascada en mi garganta.

- Tengo que sacar las balas y dolerá mucho – advirtió – te dormiré, pero regresarás a mí, lo prometo
Un pequeño pellizco en mi brazo.
Un líquido frío drenándose.
Un pequeño susurro de mi maestro, que decía que me amaba.

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Desperté,
Pensado que era un sueño,
Pero no, ahí seguía en una casa enorme, sobre una camilla y sin señal de mi profesor.

Me senté y observé el lugar, la luz entraba por las ventanas. Ya era de día. En cada pared, un símbolo del circuito 21. Estaba en medio de una sala, con una sábana encima. Busqué a Drang con la mirada, y lo encontré desde la barandilla de las escaleras, mirándome.

¿Qué debo hacer?
¿huir?
Buena idea.

Corrí hacia una puerta, la patee muy duro y me tope con la cocina. No había una salida y maldije, tomé un cuchillo y regresé a la sala. Cruze rápidamente la habitación y llegué a la puerta principal. Intente abrirla con el cuchillo. Desesperada.

Luego, sentí a Drang detrás de mí, volteé lentamente y puse la punta del cuchillo en su cornea.
- ¿Por qué lo hiciste?

- No deseaba que murieras

- Pero yo sí, ahora dime la verdad – exigí acercando el cuchillo

- Esa es la verdad

Espere a que se arrepintiera.

No lo hizo.

Baje el cuchillo a su mejilla y corte lentamente su piel. Su sangre comenzó a derramarse. Cerro los ojos y respiro profundamente mientras aún bajaba la cuchilla. Cuando llegue a su boca, tomo fuertemente mi mano.

- ¿Por qué? – grité

- Porque te amo – respondió

- No te creo

- No me importa si lo crees

- Un ser tan despiadado no sabe qué es eso – dije con asco

La alarma de Queda sonó.

Las puertas se abrieron detrás de mí.

Me digné a salir.

Con furia pues, la vida no solo me negaba vivir, si no también morir.

- ¡Hopes! – dijo Drang con su voz de prepotencia
 
Me di la vuelta.

- Hay muchas cosas que no sabes de este mundo, solo cuídate – dijo seriamente

- Gracias – conteste  pero sabía que a esta distancia no me podría escuchar.

Era un gracias por su consejo y porque me dio una nueva oportunidad.
Mi cabeza empezó a creer que quizás debía seguir viva, pero mi corazón gritaba porque su sueño se había frustrado.

Corrí de vuelta a mi casa.
Y le di vueltas a lo que Drang había dicho.
¿De qué no me he enterado?

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