Capítulo 04

378 52 5
                                    

Yuta caminaba a punto de la histeria entre el gentío fuera de los bares.

Pasó junto a un callejón, distinguiendo al menos a tres personas en él, deteniéndose a comprobar que ninguno se tratara de su hermano.

Oh, eran sólo dos sujetos acorralando a un chico.

- Hey, cielo, ¿a dónde vas? – dijo uno con voz grave – ven a divertirte con nosotros –

- Por favor, déjeme pasar – murmuró, su voz casi pasando desapercibida.

No es Nana, no es mi problema.

- Vamos, amor. Te haremos sentir bien – uno de los tipos se acercó, acariciando su brazo – va a gustarte –

- Señor, tengo que ir a casa – insistió el joven en voz baja.

- Iremos juntos, ¿no es así? – preguntó el hombre a su amigo, quien solamente rió.

- Ya te dijo que no quiere – espetó el japonés tras el par – déjalo ir –

Los tipos se giraron a verle con burla.

- ¿Eres su novio o algo así? –

- Lo soy – aseguró – si me disculpan, tengo que llevarlo a casa –

- No lo creo, niño – respondió el otro molesto – vete de aquí –

- Cariño – llamó al asustado chico – vamos, tenemos que irnos – dijo ofreciéndole su mano.

El muchacho, quien lo miró con sus ojos brillantes del llanto contenido por el miedo, levantó su mano temblorosa para tomar la del japonés, siguiendo sus pasos sin mirar atrás.

Caminaron un par de calles cuando el chico lo palmeó lejos, sintiendo repentina desconfianza.

- Hey, está bien, no te haré daño – intentó acercarse, viendo como el otro retrocedía – bien, no me acercaré a ti si no quieres – tranquilizó.

El joven lo miró con cierto temor, cuando el teléfono del azabache comenzó a sonar.

Con su mano, le hizo una seña para pedirle que esperara. Comprobó el contacto y se apresuró a contestar.

- ¿Jaemin? – respondió alarmado – oh, Jaehyun – silencio – bien, vayan a casa, los veré más tarde. Muchas gracias – dijo colgando la llamada.

Giró nuevamente ante el desconocido, quien lo observaba aún sin decir nada.

- Oye, puedes soltar mi mano si quieres, pero déjame acompañarte a casa – pidió – no tienes que hablar si no te sientes cómodo, sólo quiero asegurarme de que esos cerdos no vayan tras de ti –

Sin responder, el joven le dio la espalda, caminando ante la mirada resignada del otro.

Repentinamente, el chico se detuvo y giró a verle.

Yuta, entendiendo el mensaje, asintió hacia él.

El otro retomó su camino, teniendo la seguridad de que el japonés lo seguía a sólo un par de pasos de distancia.

Sólo entonces, el mayor pudo distinguir que el desconocido vestía un uniforme y llevaba un bolso consigo, por lo que dedujo que trabajaba en alguno de los bares del lugar.

Vaya mierda pensó al imaginar que el pobre sufría del mismo episodio esporádicamente, una y otra vez.

Excepto hoy.

Hoy, Yuta no lo dejaría solo.








- ¡Encontraron a Nana! – anunció Jungwoo, aliviado

ForbiddenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora