Capítulo 13

318 56 2
                                    

Jaemin se encontraba terminando los últimos detalles de su rutina de noche frente al espejo.

Había cepillado sus dientes y lavado su rostro. Incluso se había exfoliado.

Casualmente, vistió un par de pantalones muy cortos y una camisa lo suficientemente grande para dejar ver su cuello y parte de su pecho.

Se puso perfume, un bálsamo labial sabor cereza y se sentó en su cama pacientemente.

Sí, una noche normal.

Revisó el reloj una vez más, bufando molesto.

¿Por qué siquiera se había enojado?

No era como que él y su empleado hubiesen acordado mantener una relación formal o exclusiva. Sus pequeñas citas prácticamente se basaban en babear mutuamente sus rostros y cuerpos, alguna caricia y, tal vez, un pequeño roce en sus partes íntimas.

Jaemin no lloraría por tan poco.

Sus encuentros habían sido tan insignificantes en comparación de otros que había tenido con otros chicos.

Chicos de su misma clase.

Chicos que morirían por ocupar el lugar de Jaehyun.

Tan sólo era un empleado.

Su existencia en sí era tan insignificante que decidió que era hora de dormir.

Apagó la luz de su lámpara y se acostó, cubriéndose completamente con el edredón, sintiéndose patético.

¿Por qué siquiera se había preparado?

Él era Na Jaemin, no esperaría a que Jaehyun lo llamara para algo que ni siquiera era emocionante o terminaría en un orgasmo. Era su empleado por el amor de...

- ¿Hola? – respondió apenas contestó la llamada entrante.

- En la terraza

Se levantó de su cama a toda prisa y caminó hacia las puertas de cristal para abrirlas de par en par.

Ahí estaba.

El mayor lo esperaba apoyado en la barda, iluminado únicamente por la luz de la luna, frente a un escenario romántico cortesía del berrinche que había hecho para que le dieran la habitación con vista a la boscosa montaña.

Suspiró entrecortado y caminó sensualmente hasta él.

- Supongo que ya no estás molesto –

- Ya no – dijo tomando su mano para besarla – no llamarás a ese idiota. No tendría por qué estarlo –

El menor frunció el ceño

- No hay ningún motivo para que pienses que siempre será así. Nosotros no somos exclusivos –

- Claro que no – besó su mejilla.

- Además, ¿qué te hace pensar que te preferiría a ti que pasar la noche acostándome por ahí con alguien? –

- No pienso eso – besó su cuello, percibiendo su delicioso aroma - ¿me estabas esperando? –

- Por supuesto que no – rió – estaba por dormir. Ni siquiera pensé en ti durante toda la tarde –

- ¿Terminaste? – preguntó muy cerca de sus labios.

- No – bramó – pero puedo seguir después de los besos – dijo colgándose de su cuello para besarlo con necesidad.

Se separaron después de largos minutos, y no hubo reclamos por parte de ninguno de los dos.

Hablaron de su día, su familia, sus amigos, sus vidas.

ForbiddenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora