Capítulo extra

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Narra Charlie

-Se supone que, si yo te digo que no lo hagas, te lo estoy diciendo por algo, ¿no crees? – señalé el yeso en su brazo derecho.

Suerte que es zurda y podrá escribir.

-Sí, pero...

-No hay peros, ¿no se supone que tienes que hacerme caso a mí? – era una pregunta retórica, aunque también esperaba que me contestara.

-A mí también, eh. – alcé las cejas mirándola, hizo un ademán restándole importancia y le volvió a prestar atención a su celular.

-Sí, mamá, pero la idea era fantástica.

-Díselo a tu yeso. – me pasé las manos por el cabello, soltando un suspiro frustrado.

¿Por qué es tan difícil hacerle caso a tus padres cuando te dicen que no?

O madres, en este caso.

-Lo siento muchísimo, en serio mamá, no volverá a pasar.

-Yo sé que no.

Subí las escaleras dirigiéndome a la habitación, me desnudé y luego entré a ducharme. El agua caliente suele relajarme en todos los sentidos, pero en este momento simplemente me estaba molestando, el picor en mis ojos solo me avisaba las ganas de llorar que tenía, lo que era mucho peor aún.

-Charlie...- Escuché decir a April mientras entraba al baño y cerraba la puerta detrás de sí, sentándose en la meseta del lavabo. -No estés molesta con ella.

-No estoy molesta con ella.

-Entonces, ¿qué pasa?

-Me preocupé muchísimo, eso es todo. Saldré en un momento, ¿podemos hablar cuando salga? - April salió y minutos después salí yo, robándole una sudadera y poniéndome unos simples shorts que se ocultaban debajo de la sudadera.

-Te gusta sentirte joven, eh. – le enseñé el dedo del medio, provocando que se echara a reír.

-No me jodas, tú tampoco estás joven.

-Solo son cinco años de diferencia.

Me tiré junto a ella en el sofá, abrazándome a su cuerpo y hundiendo la cabeza en su pecho dejando salir algunas lágrimas por lo ocurrido minutos atrás.

-¿Estás llorando? – asentí y luego golpeé su brazo porque esa fue una pregunta muy estúpida. – pero por qué me das, Jesús.

-Porque fue una pregunta muy estúpida.

-¿Mamá? – ambas alzamos la cabeza en dirección a la voz de nuestra hija.

Charlotte se acercó a nosotras, su cabello rojo amarrado en una coleta alta y sus ojos verdes tristes. No me gustaba ver esa mirada de tristeza en sus ojos. Se sentó del lado izquierdo, abrazando a April, pero mirándome a mí, supongo que formulando una pregunta o una disculpa.

-¿Qué pasa, cariño? – pregunté, porque no estaba molesta con ella, más bien la preocupación me llevó a este estado.

-Estás molesta conmigo.

-Tu mamá está loca, pero no está molesta contigo, créeme. – miré a April y le rodé los ojos, ella respondió sonriéndome.

-¿Recuerdas cuando te adoptamos? – pregunté, ella negó.

-Tenías cinco cuando te adoptamos. -Susurró April, mirando un punto en la pared con una pequeña sonrisa. – Y yo volví loca a Charlie diciéndole que quería adoptar a una mini pelirroja, lo cual iba a ser difícil, pero no imposible. Y luego un compañero del trabajo mencionó el orfanato y que había una pelirroja muy tierna.

-¿Por qué me adoptaron?

-Para darte la felicidad que tú también nos ibas a aportar a nosotras. -contesté estirando la mano para agarrar la suya, sonriéndole. – Cuando April te vio casi llora, más porque se dio cuenta de que tus ojos eran verdes y con más gusto decidió adoptarte.

-Es que los ojos verdes enamoran, pero no enamores a nadie, eh.

-Nos prometimos cuidarte siempre, enseñarte las cosas buenas y las cosas malas, que incluso aunque dejásemos de amarnos no te pondríamos de lado porque siempre serás nuestra fuente de felicidad, así como nuestra fuente de preocupación. – Charlotte me miró confundida.

-¿Estabas preocupada? – asentí.

-Está bien que salgas y disfrutes el rato con tus amigos, no te niego eso, pero a veces cuando una madre dice que no, es porque cosas malas podrían suceder. Estaba en una reunión cuando me llamaron, Char, fue frustrante para mí mientras conducía porque estaba haciéndome escenarios muy malos.

-Imagínate que si no reaccionabas te ibas a golpear la cabeza, y eso llevaría a más. – besé la mejilla de April, dándole la razón.

-La próxima vez les prestaré atención, lo prometo.

-No te negaremos las salidas, solo tienes que entender nuestras preocupaciones y que, si decimos que no, es por algo.

- Esperen, abrácenme más, me gusta recibir toda esta atención sin tener que estarla pidiendo.

-La vejez te puso muy idiota, ¿sabías? -comenté divertida.

-Es el encanto, ¿verdad, Char?

-Sí, ma, lo que digas.

-Me ofendes. – alzó las cejas, lo que provocó nuestras risas.

-No te ofendas. Te amo, las amo. Gracias por cuidarme y amarme.

-No tienes que agradecer por eso, eres nuestra bebé y siempre te veremos así porque te amamos.

Madurar es un concepto que no todo el mundo logra comprender, amar tampoco, por eso agradezco la madurez y el amor que tengo hoy, porque nunca se sabe. 

Años|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora