Capítulo 1. Primer día de clases

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Capítulo 1

Primer día de clases

"Cruel summer" era justo la canción que reproducía el CD player de Julián aquella mañana. Días más tarde se preguntaría si acaso no habría sido aquella rola una especie de preludio a lo que pasaría más adelante a partir de aquel día. No era que pensara que una simple melodía hubiese sido capaz de cambiar su vida entera, pero como solía decir su madre: nunca se sabía.

Su nueva escuela era genial. Tan cerca de casa como para ir y volver caminando y con el mejor equipo de balleyball de la zona, no tenía más nada que pedir. Se inscribiría en el equipo, haría nuevos amigos y en menos de un mes sería tan popular como había sido en su antigua escuela.

Era una instalación enorme. Cancha de baloncesto, futbol, balleyball, tenis y ¡Oh, carajo! la piscina olímpica más grande de la zona. Julián sonrió. Los nadadores y clavadistas eran su debilidad. Esos torsos perfectos y esos traseros envueltos en látex siempre reclamaban la atención de sus pupilas, estuvieran donde estuvieran. Los cuerpos de los nadadores eran maravillosos, cincelados con una precisión artística. Su primer beso había sido justamente con el capitán del equipo de natación de su anterior escuela. Nunca olvidaría sus labios mojados, con ese fabuloso sabor a... ¿cloro?

Bien, ya estaba divagando, pensó sacudiendo la cabeza. Era mejor que se espabilara si no quería llegar de último al aula. Las clases estaban a punto de comenzar y él ni siquiera había localizado su salón. Sería molesto entrar de último y tener que aguantarse las miradas de escrutinio del resto de sus compañeros. No era que no estuviese acostumbrado a ser el centro de atención, pero en esta ocasión prefería manejar un bajo perfil; por lo menos de momento.

—Señorito, Santos... ¿va a entrar o todavía piensa quedarse una hora más parado en la puerta?

Julián alzó sus ojos hacia la voz que inconfundiblemente se dirigía a él. La robusta mujer lo miró con ojos inescrutables antes de desprender la hoja pegada a la puerta del salón y enseñársela. Su nombre era el último que faltaba por resaltar lo que significaba que había sido el último en llegar. Genial. Ahora tendría que pasar por todo el centro de un salón lleno de gente y aguantar la mala cara de la maestra por el resto de la mañana. No era algo necesariamente malo si lo pensaba bien, rumió en su cabeza para contener la tensión. Entrar bajo la aguda mirada de todo el mundo podía tener sus ventajas... como... como que el guapísimo chico que estaba sentado en primera fila lo mirara de pies a cabeza y, al verse descubierto, bajara la cabeza, mortificado.

"Es otro omega", "Sí, pero baja la voz", "Cállense, nos van a oír", "Este año se han matriculado tres".

Julián dio una mirada rápida por todo el salón y corroboró los comentarios que no habían escapado a su magnífico oído. En efecto, había otros dos omegas aparte de él en el salón. Los collares en sus cuellos los delataban. En una ciudad tan grande como de la que venía, seguro no era tan raro ver a omegas compartiendo escenarios con Alphas y Betas, sin embargo, suponía que en esta nueva ciudad, mucho más pequeña y menos cosmopolita, las cosas aún debían ser algo más conservadoras.

Molesto tocó su propio collar y tomó asiento en la última fila de sillas. ¡Rayos! Tener que usar ese jodido "accesorio" era sin duda lo más molesto y humillante. Las normas del colegio eran estrictas en cuanto a su uso y si quería estudiar allí tendría que obedecer. Era eso o inscribirse en la pequeña academia exclusiva para omegas que no tenía equipo de bolleyball. Sí, definitivamente podía aguantar el collar. Por lo menos podían personalizarlos a su antojo, sonrió tocando el grabado con sus iniciales en el centro.

—¿También eres nuevo?

Julián giró su cabeza ante la voz que le habló a su derecha. El dueño era un chico menudo que parecía algo pálido y desgarbado. Tenía unos bonitos ojos oscuros y su cabello rubio se pegaba a su frente por el sudor. El calor de aquella ciudad era algo a lo que le iba a costar adaptarse. Vivir tan cerca al mar tenía ventajas pero la temperatura no era una de ellas.

Cruel summerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora