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Aome miraba detenidamente los restos del que algún día fue un gran señor, habían pasado dos días desde que abrieron el ataúd, su esqueleto aún portaba la máscara mortuoria, estaban esperando un poco para quitársela.

— ¿Por qué lo miras tanto? — preguntó Sango — me asusta la forma en que lo miras, son huesos Aome, no es la primera vez que ves un esqueleto.

Aome solo sacudió la cabeza, era extraño pero sentía como si esos restos humanos fueran importantes para ella, eran los restos de un antiguo gobernante pero Aome los sentía importantes de una manera extraña.

— No lo sé, lo único que sé es que me intriga conocer más sobre el antiguo Señor, me siento extraña, como si algo me faltara.

Sango levantó una ceja, siempre había creído que su amiga era rara pero hoy por fin lo confirmaba.

— Si, te falta cordura — respondió Sango tomando de la mano a Aome, — te la has pasado casi todo el día observando éstos restos, por si no te has dado cuenta ya es de noche, mañana le quitaremos la máscara, será mejor que descansemos bien.

Aome asintió, Sango tenía razón debería de descansar, tal vez un buen descanso le lograra aclarar sus ideas.
Salió con su amiga de aquella tumba y de dirigieron directamente hacía su casa, la azabache sentía una rara sensación en su pecho, era como si le doliera alejarse de la tumba del antiguo Señor.

— ¿Te sucede algo Aome, te ves pálida?

— No solo, estoy un poco cansada, estos días han ido muy ajetreados, creo que necesito descansar.

[…]

Aome caminaba descalza por la hierba húmedecida por el rocío de la noche, la luna brillaba en lo alto alumbrando por completo el camino que la joven recorría, la azabache se detuvo no recordaba haber visto brillar las estrellas de esa manera, cada noche ella miraba hacía el firmamento y jamás había visto tantas estrellas.

Aome — escuchó que la llamaban.

La azabache buscó a la persona que la había llamado, pero no encontró a nadie a su alrededor, siguió avanzando creyendo que lo que lo que había escuchado solo había sido una ilusión.

Quédate a mi lado, Aome.

Aome se detuvo sorprendida, está vez estaba segura que no había imaginado nada, ella escuchó esa voz, una voz que le pedía que se quedara, de alguna manera esa voz la hacía sentir tranquila. Ella siguió caminando con la esperanza de encontrar a la persona dueña de esa voz.
Sus ojos se abrieron con sorpresa y un jadeo salió de sus labios, frente a ella se encontraba una de las pirámides más hermosa que había visto, era grandiosa toda ella construida en roca, su larga escalera era adornada a ambos lados con dos figuras de jaguar, Aome no soportó más y comenzó a subir por esas escaleras, ella quería descubrir cada parte de ese lugar.

Aome.

La azabache se detuvo a escuchar la voz, está vez sabía de dónde provenía, arriba en la pirámide se encontraba una construcción tal vez era un templo, o la residencia de alguna persona, lo que fuera ella tenía que saberlo, por qué bien decía su madre
“ La curiosidad mató al gato, pero al menos murió sabiendo ”
Al llegar a la cima de detuvo frente a la puerta.
Dentro Aome podía ver la silueta de un hombre alto, su cuerpo era musculoso y atlético, tenía un par de cicatrices a un costado de su abdomen, su pelo largo y plateado llegaba un poco más abajo de sus glúteos, lo único que Aome no podía ver era su rostro de alguna manera de encontraba oculto en la obscuridad.

Aome, por favor quédate a mi lado — dijo aquel hombre extendiendo una mano hacia la azabache.

Aome sintió un deseo de tomar su mano, extendió la suya y cuando estaban a punto de unirse...

QUÉDATE A MI LADO 💞💞💞(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora