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Aome se había quedado enfurecida e indignada, Sesshumaru tenía el don de hacerla perder la paciencia. El perro plateado se había sentido ofendido por qué una mujer no le había hecho reverencia, ¡Una sola mujer, y el se hacía el ofendido!
Camino sin rumbo murmurando maldiciones hacía Sesshumaru, aunque el no pudiera escucharla se sentía mejor al decirlas.

Los árboles cada vez eran más altos, los arbustos la rodeaban a ambos lados, era algo que realmente amaba estar rodeada de tanta naturaleza y tanta belleza.
Detuvo su andar a la orilla del río, está parte del lugar no era tan hermosa como dónde se había bañado la primera vez, esa vez dónde Sesshumaru le había salvado la vida.
Miró en todas direcciones para asegurarse de que nadie la estaba viendo, sonrío pícaramente cuando comenzó a deslizar la ropa por su cuerpo. Si Sango supiera que se bañaba desnuda en un río no lo creería.
Poco a poco fue sumergiéndose en el agua dejo que la frescura del río la fuera cubriendo poco a poco.
De pronto sintió que algo o alguien la jalaba al fondo del río, nunca hubiera imaginado que la profundidad en esa parte del río fuera mayor en las que había estado antes. La azabache seguía luchando en vano, en el fondo del río había demasiado fango lo que le impedía poder mover sus pies libremente, hacía un gran esfuerzo por intentar salir a flote.
Fue entonces cuando sintió que alguien la sacaba a flote, aquella persona rodeó su cintura con sus fuertes brazos. Lentamente fue llevándola a la orilla.

— ¡Deberías de tener
mas cuidado! No puedo estar al pendiente de tí todo el tiempo.

Aome se encontraba sin fuerzas, su respiración era entrecortada, acaba de estar a punto de morir ahogada.

— Nadie… nadie te ha pedido que me… que me salves — dijo Aome mientras intentaba respirar normal.

— Si no hubiera estado siguiéndote tu…

Sesshumaru se quedó callado al darse cuenta de lo que había dicho, en cambio Aome se pudo de pie lista para enfrentar al peliplata, sentía tanto coraje que olvidó por completo que estaba desnuda.

— ¿Que tú qué? — preguntó caminando hacia el peliplata — ¿Me has estado espiando?

Sesshumaru puso en su rostro la misma expresión fría que lo caracterizaba, no podía mostrar inseguridad frente a esa mujer.

— Deberías cubrirte y después reclamar todo lo que quieras.

— ¡Cubrirme! — gritó Aome — no es la primera vez que me vez desnuda, además como todo Gran Señor supongo que no soy la primer mujer que vez sin ropa.

Sesshumaru intentó darse la vuelta y regresar por dónde había venido, empezaba a arrepentirse de haberla seguido, a su ver Aome era una mujer que solía meterse fácilmente en problemas, así que en cuanto vió  que se iba sola se fue siguiéndola para evitar que se metiera en problemas.

— Deberías de regresar al lado de Kikio, eres demasiado débil para andar sola — dijo mientras caminaba lejos de la problemática azabache.

— Te odio — dijo tranquilamente Aome — tal vez no estés acostumbrado a escucharlo pero te odio.

Sesshumaru se detuvo giró lentamente y comenzó a caminar en dirección a Aome.

— ¿No sabes cuándo quedarte callada? Mira niña — dijo molesto — no se dónde vengas ni a dónde perteneces pero si sigues abriendo de esa manera la boca te regresaré inmediatamente así tenga que pedirle a cada uno de los dioses que me ayude.

Aome seguía desafiando con la mirada al peliplata, no le importaba la cercanía que tenían sus rostros no se dejaría intimidar por un hombre que se creía superior a los demás, se reprendía a si misma por haberlo admirado alguna vez, ahora sabía que la historia daba a conocer al gobernante pero no al hombre.

QUÉDATE A MI LADO 💞💞💞(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora