14.

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Sesshumaru regresó lo más pronto que pudo sabía perfectamente que algo no andaba bien, temía por todas las personas de su imperio pero...en especial temía por una azabache muy peculiar. Temía que alguno de sus enemigos se hubiera enterado de la relación que ella tenía con el y usará a Aome para causarle daño, solamente deseaba más que nada estar equivocado y que todo lo que imaginaba fuera solo eso, imaginación.

- Debemos darnos prisa - gritó desesperado Sesshumaru - estamos a poco tiempo de llegar.

Bankotsu se acercó a él, había visto en el rostro de los guerreros señales obvias de cansancio, necesitaban a fuerzas un descanso. El moreno sabía perfectamente que no tenía caso que al llegar el cansancio los venciera, necesitaban energía para que si las sospechas de su señor fueran reales tuvieran fuerzas para defenderse.

- Señor - dijo con respeto Bankotsu acercándose al peliplata - los guerreros están cansados en poco tiempo llegaremos a nuestro destino quizás al atardecer deberían descansar un poco, necesitan recuperar algo de energía.

Sesshumaru volteo a ver a su hombres y vio en ellos la fatiga, tenían casi un día corriendo sin parar y ninguno de ellos se había quejado era realmente admirable la lealtad que esos hombres tenían.

- De acuerdo - dijo Sesshumaru - descansaremos aquí, manda un par de hombres que revisen el lugar no queremos sorpresas, solamente estaremos aquí mientras comen y duermen un rato, debemos llegar cuanto antes se que algo no anda bien.

[...]

La habitación donde había despertado Aome era muy diferente a la humilde casa de Kikio, lo último que recordaba era a Kikio en brazos de ese hombre, después solamente hubo obscuridad. La angustia la invadió al ver que Kikio no estaba por ningún lado, tal vez algo malo le había pasado y ella no había podido ayudarla. Lentamente se fue poniendo de pie, aún sentía un dolor leve en la parte de atrás de la cabeza, fue entonces cuando se dio cuenta de algo, su vestido de manta había sido sustituido por elegantes ropas que solamente cubrían lo necesario, dos brazaletes de oro de dos pulgadas adornaban cada uno de sus brazos, un hermoso collar de jade adornaba su delgado cuello, sus pechos solamente eran cubierto con una fina tela que hacía sus pezones visibles, su trasero y sus partes íntimas solamente eran cubiertas por un taparrabo muy hermoso, fue entonces cuando se dio cuenta que estaba vestida con ropas de sacrificio, ella estaba a punto de ser sacrificada.

- Por fin despertaste, comenzaba a preocuparme de que mi hombre te hubiera golpeado demasiado fuerte y así hubiera perdido mi ofrenda.

Aome lo miro enojada, nunca había suplicado por vida y no pensaba comenzar con ese hombre.

- ¿En donde está Kikio? ¿Que le has hecho? - pregunto Aome temía por la vida de la sacerdotisa.

Una fuerte carcajada salió de los labios de Onigumo, jamás lastimaría a Kikio.

- Ella está bien, solamente la necesito quieta no puedo permitir que vuelva a escapar, ella es mía, me pertenece y jamás la volveré a perder.

- Ella no te pertenece, ella es libre de elegir su destino - alegó Aome.

La mirada de Onigumo se agudizó
- Deberías preocuparte por ti y deja de meterte en lo que no te importa, sabes dentro de poco ofreceré un sacrificio por el nuevo imperio que se levantará de las ruinas de este patético imperio - Aome no decía nada el miedo comenzaba a adueñarse de ella, lo único que quería era que Sesshumaru llegara pronto a rescatarla como todo un héroe que hace su entrada en el último momento - la gente que quiera servirme será la que conserve su vida y aquellas que se opongan servirán de sacrificio al igual que tú, yo seré recordado como aquel que logró poner de rodillas al Perro Plateado.

QUÉDATE A MI LADO 💞💞💞(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora