11. Verdades (Maratón#1)

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Capítulo once

—¿A dónde me llevas?

—¿Es necesario que lo sepas?

Observo las gotas de agua que corren por las ventanas del auto —eso no contesta mi pregunta.

—Al igual que tu siempre evades las mías.

Alzo mis cejas y sonrío —¿cuando he evadido tus preguntas?

—La primera vez que hablamos —dice y volteo a verlo, me coloco bien el cinturón y pongo una pierna debajo de la otra —recuerdas el —hace comilla con una de sus manos — Hola, ¿cómo estás? Soy Len.

—Sinceramente no.

Gira a verme —Mientes.

Niego —no.

Flashback

¿Ahora que hago? ¿Qué le digo?

No pensé que viniese a mí tan directo.

Gira la cabeza levemente y pasa la lengua por su labio inferior —¿Hay alguien ahí? —sonríe mostrando sus perfectos dientes y trago grueso, desvío mi vista en otra dirección y aprieto las mangas de mi bolsa.

—No hay nadie—digo y llevo mis pies en otra dirección.

—Entonces, ¿Dónde está la tal Zuani?

Me detengo de golpe —¿cómo sabes mi nombre?

Su cuerpo vuelve a estar frente a mí y se encoje de hombros —las noticias vuelan.

—Eso no responde mi pregunta —digo sin vacilar.

—Bueno, tú tampoco respondes las mías —da media vuelta y alza su mano en forma de despedida —nos vemos chica bonita.

Fin flashback

—¿Sabes como me doy cuenta de que mientes?

—¿cómo? —me cruzo de brazos —quiero escuchar tu estupenda explicación sobre el comportamiento humano y las teorías que te montas en la cabeza solo porque estudias medicina.

Sonríe abiertamente —me sorprende como puedes darle la vuelta a todo —estaciona el auto a un lado de la carretera y dirige toda su atención a mí —seguro que si otra persona estuviese aquí caería en tus manos solo por escucharte decir lo del comportamiento humano y la medicina.

—Solo digo lo que pienso, y creo que si tu estuvieses en mi situación también dirías lo mismo, ¿o me equivoco?

Recuesta su cabeza del respaldo y cierra sus ojos —no, no te equivocas —regresa a su posición original y me ve directamente a los ojos —¿empezamos de nuevo?

Le tiendo mi mano —borrón y cuenta nueva, Len Grayson Ivanov.

Él la toma —lo mismo digo, Zuani Rosiel Dhall —retorna sus manos al volante —supongo que ya no hace falta presentarnos, porque sabes cosas de mí al parecer.

Abro y cierro mi boca sin saber que responder, muerdo mis labios y escondo mis manos dentro del gigante abrigo de Abigail —No fue difícil encontrar cosas sobre ti. En Internet literalmente se encuentra todo de todos, pero cuéntame, ¿cómo sabes mi nombre? Y si lo sabes me imagino que también sabes más cosas.

Voltea a verme y regresa la vista a la carretera —¿recuerdas a tu guía de primer día de clases? —asiento —ella me facilitó tus papeles a cambio de una cosa.

Levanto una ceja —¿de qué cosa?

—No creo que quieras saber —dice por lo bajo.

—Eres un asqueroso de mierda —niego —mira que lo note aquel día, sabía que te traias algo con esa vieja.

La Chica Dhall ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora