17. Estoy Loca

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Advertencia: capítulo no apto para personas sensibles las cuales la mínima cosa les da ganas de vomitar.

Capítulo diecisiete

La puerta es tocada con desesperación y la madre de Danna y Danni entra alterada al despacho —Alpha, perdone la interrupción, pero tenemos un muy grave problema.

Bajo mi cabeza al suelo y tomo el puente de mi nariz. Que no sea lo que estoy pensando, que no sea lo que estoy pensando.

—¿Qué sucede Paola? —habla mi padre.

Esta traga grueso y calma su agitada respiración —Hay dos personas al límite de la manada identificados como un vampiro y lobo, con mis hijas, y dicen que si Zuani no está viva las van a matar.

Me volteo hacia mi abuelo —Te lo dije, te lo dije y te lo dije.

—¿Les diste algún tipo de información sobre Zuani?

Niega —No.

—Hiciste lo correcto. Ahora anda a ver a tus hijas que en menos de un minuto estoy contigo, tengo que resolver una cosa primero —esta asiente y sale corriendo de la habitación.

—Sabía que esto iba a pasar —paso una de mis manos por la cara —¿qué pasa si ellas ya le han contado todo a ellos y solo están planeando esto para sacarme de aquí y matarme?—tomo asiento—¿cuál es el plan ahora? Teniendo en cuenta que estoy aquí y no en el calabozo, no tengo ningún rasguño y es más que obvio que no puedo salir como si nada de aquí.

—Amir, tú decides si seguir con esto o no.

Mi padre me observa fijamente y niego cansada —Ya no importa. Si igual dijese que sí, ¿cómo llegaría a la mazmorra? No tengo ningún signo de tortura, y, ¿qué explicación le daría a Len? —me dejo caer al respaldo —Un momento, ella dijo que solo eran dos personas, un vampiro que debe ser Neal y el lobo que es Alexander, por lo tanto, Len tiene que estarse infiltrando por algún lugar—cierro mis ojos—a la mierda todo.

—No —dice rápidamente —Sígueme —me hace señas y lo sigo en dirección contraria al despacho—no sé si te acuerdes padre, pero creo que una vez me contaste que una mujer se escapó de la mazmorra y que en vez de sellar el hueco que hizo lo que hicieron fue construir otro pasadizo y sellar la entrada del viejo.

—Creo que ya sé lo que quieres hacer.

—¿Me están diciendo que hay un túnel del calabozo a la casa?

Mi padre levanta sus cejas —no exactamente, pero sí, es algo que solo conocemos los Alphas y está totalmente prohibido mencionarlo a alguien más, ni siquiera tu madre o tu abuela saben, asique tú también tendrás prohibido mencionarlo.

Entramos a uno de los tantos cuartos solitarios de la casa y él cierra la puerta, mueve la cama con cuidado y jala la gran  alfombra negra revelando una puerta en el piso de madera, la abre hacia arriba y me tapo la cara al sentir el polvo pegar directo en mi cara.

—Ahora escuchame bien, Zuani —mi abuelo toca mi hombro —tienes que bajar y al llegar al final del todo hay dos corredores, uno a izquierda y otro a la derecha, toma el de la izquierda y no te perderás —asiento y muevo mis pies al hueco —otra cosa —volteo y siento un golpe dar directo a mi cara, me agarro de mi padre y parpadeo varias veces para dejar de ver doble, paso el dorso de mi muñeca por la boca y veo atentamente la sangre que sale de esta.

—Buen golpe, viejo, pero no es suficiente—sonrío aguantando el dolor en mi mejilla.

—No use toda mi fuerza—se encoje de hombros— por cierto—su semblante cambia a uno serio —desde aquí en adelante estarás sola, todos pensarán que has traicionado a la manada, por lo tanto si te cruzas con alguien es mejor huir.

La Chica Dhall ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora