22. Sin Salida (Maratón#2)

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Capítulo veintidós

Pov Alexander

Corro sin detenerme.

Me están persiguiendo por todos lados y estoy solo, completamente solo.

Aprieto mi mandíbula al sentir como mis pies se tensan de tanto correr en distintas direcciones. Estoy llegando a mi límite y si sigo así me van a atrapar.

No te rindas, Alex. Recuerda que esto lo haces por ella y para ganar su cariño.

Gracias por recordarme, Tay. Pero creo que nuestra mate no está interesada en nosotros.

Piensa positivo.

Ruedo mis ojos ante el comentario de Tay, mi lobo, y sigo mi andar. Volteo ligeramente mi cabeza y ahora veo a los lobos más pegados a mi cola.

¿Cómo es que no están agotados?

Dos personas se posicionan a mi lado y reconozco quienes son por el olor que emiten. Abigail y Laia me hacen señas indicando que atraerán la atención de los lobos detrás de mí y hago un vago intento por afirmar. Las dos bajan el ritmo de su velocidad y aumento el mío, siento mi corazón ir a mil por segundo y empiezo a ir en diferentes direcciones para despistar a los dos aún detrás. Salto dentro de un gran monte con hierba mala super alta y bajo mis pasos para despistar la dirección de mis oponentes.

Poco a poco se alejan de mí y me detengo por completo, dejo caer a Tay sobre la tierra y observo como mis patas tiemblan por momentos.

Casi no salgo de esta.

Bajo mi cabeza y cierro mis ojos para concentrarme en oír lo que sucede a kilómetros con Laia y Mery, sin embargo detecto otra presencia enorme venir y me levanto como puedo, camino por el montazal sin hacer tanto ruido y flexiono mis patas para no caer de lleno al suelo. Fue una mala idea detenerme de lleno.

Llego a un pequeño riachuelo y bebo un poco de agua para recuperar parte de la energía gastada, sigo río abajo y me detengo al ver un enorme lobo blanco sentado en una roca mirándome como su presa. Mi corazón empieza a bombear sangre a todas partes y doy vuelta al monte, corro como si mi vida dependiera de ello en línea recta y entro al bosque nuevamente. Trato de despistarlo, pero me resulta imposible y mi resistencia baja por completo, empiezo a ver borroso y un calor baja desde mi cuello hasta mi cola.

Necesito detenerme o me voy a desmayar.

¡Maldición!

Caigo sobre un árbol mal puesto y dejo que Tay descanse, me convierto en mi forma natural y doy largos suspiros tratando de normalizar mi corazón, mis ojos se topan con los suyos y aprieto fuerte mis manos —VAMOS, MÁTAME, QUE ESPERAS —grito y él toma asiento a mi lado.

Aún no te mataré.

¿Por qué no? Y ¿cómo es que puedo escucharlo en la mente?

Soy un Alpha, puedo decirte y hacer lo que sea contigo y con tu mente. ¿Nadie te ha explicado verdaderamente cuál es el poder de un Alpha?

Sonrío irónico —soy un exiliado.

Entiendo.

Lo escucho decir en mi mente y junto mis cejas —no tienes nada que perder, no hagas esto más complicado, mátame aquí y ahora —vuelvo a decir y él se levanta —deja transformar su cuerpo y abro mis ojos tanto como puedo al ver a la persona delante de mí —Co... Co... ¿Cómo es esto posible? ¿Todo este tiempo siempre estuvo frente a nosotros? —susurro.

La Chica Dhall ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora