39. Fuego

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Capítulo treinta y nueve

Un gran estruendo llama mi atención y de la casa veo como salen la mayoría de vampiros con sangre en su boca, los pocos lobos que hay se transforman algo lejos y confundida volteo a ver a Len.

—¿Qué está pasando?

—Ya empezó...

—¿Empezó qué?

—La guerra, —me dedica una rápida mirada —es justo media noche y es el momento perfecto.

—¿Pero y los vampiros llenos de sangre?

Alza una de sus cejas —eres inteligente, Zuani. Hazte una imaginación.

Señalo la casa con música retumbante —quiere decir que con comida te referías a que todos los humanos ahí dentro serían... Ya sabes.

—Sí —dice sin más y me baja al suelo —ven —me tiende su mano —quiero que veas algo —me lleva hasta el patio delantero de la casa y frunzo el ceño al ver como dos chicos vacían bidones de gasolina al rededor de esta.

El olor fuerte se pega de mi nariz y lo abrazo metiendo mi cara a sus costados —¿van a quemar la casa? —cuestiono.

—Es una forma de deshacerse de los cuerpos, en la mañana cuando lleguen los bomberos y cuerpos de rescate, no encontrarán a nadie y si lo hacen estará el cuerpo tan quemado que será irreconocible —Len me saca de su protección y de su bolsillo saca un encendedor —¿lista? —muerdo mis labios y asiento.

—Hazlo —observo como lanza el encendedor en cámara lenta y antes de que esté llegue al suelo el fuego se prende.

Una ola de calor me pega en la cara y retrocedo con el pelirrojo a mi lado. Esto a comenzado, esto lo confirma y me lo deja más que claro.

Busco a mi compañera con la vista, pero no encuentro señales de ella por ningún lado y una angustia abrumadora cae en mi espalda, nerviosa me separo de él y giro para buscarla bien y es cuando caigo en cuenta de lo que ha sucedido.

Mis ojos detrás de las grandes llamas ven a Lorena atada y amordazada en una silla en el centro de la casa y mis pulmones dejan de recibir aire —Len —mi voz sale temblorosa —Len, ¿qué hace Lorena viva ahí dentro? —mi corazón repiquetea fuerte —Len, contéstame —le exijo mientras veo como mi prima trata de soltarse sin éxito alguno de la silla.

—Descubrí que era una infiltrada —se encoge de hombros desinteresado —y así como se infiltró, así también morirá la información que tiene sobre nosotros, de la peor forma posible —aprieto fuerte la mandíbula y un insoportable dolor de cabeza inunda mis pensamientos.

¿Ahora qué hago?

¿Qué es lo que debería hacer?

¿Cómo fue que sucedió esto?

¿Debería arriesgarme?

¿Tendría que salvarla?

—Nos vamos —su voz me saca de mis cabales y parpadeo rápido con el corazón en la boca, su mano toma la mía y le doy una última mirada a Lorena quien poco a poco es cubierta por todo el humo que se está produciendo cuando el fuego arrasa con las cosas —he dicho que nos vamos, Zuani —Len me jala llamando mi atención y también la de las personas a nuestro alrededor —¿o acaso quieres quedarte aquí?

—No —digo rápido.

—Entonces por qué estás tan... ¿sorprendida? ¿preocupada?

Junto mis cejas y por un segundo me olvido de lo que esta pasando —¿en serio me estás preguntando eso cuando tienes a una persona viva y atada dentro de una casa la cual se está incendiando?

La Chica Dhall ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora