23. Miedo Y Dolor (Maratón#2)

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Capítulo veintitrés

Pov Abigail

Mantengo el silencio en la cima del pino junto a mi madre quien está lastimada, los lobos se esparcen en distintas direcciones buscandonos y por fin relajo mi cuerpo tenso, me sujeto de la rama con fuerza y camino hasta el tronco para ver el pedazo de tallo atravesado en forma diagonal por su pierna.

Manteniendo el equilibrio me inclino y examino la entrada y la salida y en que esta no tenga ninguna complicación en ser sacada, sin más la tomo por un extremo y mi madre abre sus ojos mostrándome lo rojo que están -Donde la saques te mato -alzo mi mano y dejo caer mi cuerpo con suavidad sobre la ramificación, mis ojos divisan el amanecer e inspiro el aire fresco de la mañana.

Ojalá estuviese con él...

Sacudo mi cabeza borrandolo totalmente de esta y recuerdo a Zuani y lo suave de sus labios al besarla, en un acto reflejo toco los míos y cierro mis ojos tratando de acordarme de la placentera situación, pero una imagen de mis dientes en su cuello revolotea como una mariposa.

Frunzo mi ceño y chasqueo la lengua. ¿Por qué tengo que acordarme de ese idiota en esta situación? Lo odio con toda mi vida y lo más profundo de mi ser, lo odio, por muchas cosas lo odio y una de esas es por Zuani.

¿Lo odias a él o la odias a ella?

¿Por qué odiaría a Zuani? Es nuestra tua cantante.

Solo piensa, Abigail.

No estoy para tus acertijos, Neal.

Me levanto-creo que es hora de que volvamos a casa -le tiendo mi mano, pero esta solo enfoca su mirada en el aclarar del sol.

-No crees que es un poco extraño que Len ahora quiera estar cerca de ella y no de nosotras.

-¿Te preocupa ese idiota?

Asiente -Antes nos pedía ayuda, manejaba de cerca a todos los grupos, estaba al pendiente de las solicitudes de entrada a nuevos miembros, sin embargo -flexiona sus piernas y posa la cabeza sobre sus rodillas -él sabía que en esta situación no podía solo, asique fue el único motivo por el cual nos busco.

Tuerzo mis labios y abro un poco mis ojos sin entender lo que está sucediendo. Es la primera vez que la veo así de desanimada en toda mi vida... Espera.

No quiero creer lo que estoy pensando.

Pensaré que no por la memoria de mi padre.

Por favor, Abigail, ni tú honras la memoria de tu padre.

-Es cierto que no hemos tenido mucha charla, pero es que ya él es así por naturaleza. No sé qué te extraña -niego con la mano abierta -¿acaso te hace falta que te diga que te va a matar por no obedecer sus órdenes o que me va a matar a mí? Es obvio que actúe de cierta forma cuando esté mi Zuani de por medio.

-No lo entiendes, verdad -levanta un poco su rostro y sonríe rodando sus ojos -y siento decirte esto, pero creo que no es tú Zuani.

-¿Cómo has dicho?

-Lo que oíste.

-No tienes ni idea de cómo son las cosas en realidad. Haces estipulaciones sin sentido.

La veo levantarse y mirar fijamente mi perfil -Len le contó mucho antes sobre nosotras y Alexander, la ha protegido por sí no has visto y me imagino que hasta han estado juntos los dos solos y si no es así justo ahora lo están, ¿eso te lo ha dicho tu querida novia? Porque yo creo que no.

Aprieto mi mandíbula -¿cómo sabes eso?

-Antes de que llegaras él y yo tuvimos una pequeña conversación, porque no me entraba en la cabeza el hecho de que ella se tomara tan bien lo que nosotros somos.

-¿Y qué te dijo?

-Ella me contestó diciendo que por alguna extraña razón confiaba en nosotros y él...

La freno de golpe -Entonces ya está, no tienes que pedir más explicaciones -me giro -y no quiero escuchar más sobre el asunto -me lanzo al vacío y caigo de pie sobre la tierra, observo hacia arriba y sin importarme corro hacia la casa del bosque.

No quiero escuchar más. Me niego a creer algo que puede ser falso y que luego la lastime a ella si se lo pregunto de forma directa. Lo que necesito en este momento es estar a su lado consolando su corazón apachurrado por todo el miedo que pasó esta semana en ese lugar.

Me tocaron, me golpearon.

Recuerdo su voz y aprieto mis puños. Intento tener una imagen clara de ese día en que nos atraparon, pero mi memoria solo me da imágenes negras incluso en algunos días de la universidad. Dejo de pensar en eso y fijo la vista en el piso donde hay huellas frescas de lobos y zapatos de humanos casi recientes, las sigo hasta llegar casi a la casa y de la nada desaparecen. Levanto la mirada y alzo una de mis cejas pensativa.

Los humanos promedio no entran a lo profundo del bosque, porque se perderían y, ¿qué hay de ellas huellas de lobo? Nadie más conoce este camino para volver que nosotros.

Por lo tanto, las pisadas de lobo pueden ser de él, pero, ¿los zapatos? No pueden ser de mi madre o míos porque vamos descalzas, de él no pueden ser porque está seguro en el segundo grupo de exiliados.

¿Entonces?

Miro con más detenimiento las pisadas y lo comprendo. Corro todo lo que mis pies dan hacia la casa y examino sus alrededores en busca de Alex, pero no lo encuentro, trato de escuchar el interior de la casa y solo noto el silencio por todos lados. Abro la puerta -A... -no termino mi frase y mis labios comienzan a temblar.

Veo su cabeza sobre la encimera de la cocina y trago grueso, me acerco cada vez más y noto que uno de sus ojos falta, su mandíbula está quebrada, parte de su cráneo está hundido hacia adentro, le cortaron la nariz y su lengua estrangulada sale por una de sus orejas. A un lado veo una nota con perfecta caligrafía y la tomo entre mis manos.

"Esto es el comienzo del fin".

La dejo caer al suelo y retrocedo instintivamente sintiendo un frío recorrer mi cuerpo, choco con la mesa principal de la sala y caigo de espaldas al suelo. Recorro toda la casa y por esta encuentro pedazos del cuerpo torturado de Alexander con diferentes notas escritas, entro de último al cuarto de él y sobre la cama veo su corazón junto a una nota en una hoja negra.

"Sus últimas palabras de aliento fueron: maldita zorra".
PD. Cuídense mucho, porque estamos más cerca de lo que ustedes piensan.

De la nada mi corazón empieza a doler y por mi mente pasan miles de imágenes de Zuani y Len.

Recuerdo lo escrito en las notas y salgo lo más rápido que puedo de ahí hacia nuestro segundo asentamiento. No tengo un buen presentimiento, algo les va a pasar a uno de los dos.

Las ramas bajas golpean mi cara y las piedras filosas cortan algunas partes de mis piernas al pasar a toda velocidad, mi corazón nuevamente vuelve a doler y caigo de lleno estrellandome contra un árbol.

Doy un grito de frustración y aguanto las lágrimas que se quieren derramar por todo mi rostro, mi corazón vuelve a oprimirse y el deseo de sacarlo cada vez es mayor, dejo salir mis uñas y las paso por mi pecho arañando todo a su paso.

¿Qué es esto que nunca antes había sentido?


























...

La Chica Dhall ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora