26. Razones

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-Jake, necesito que me hagas un enorme favor -susurro en la línea telefónica.

- ¿Jannet? ¿Dónde estás? Tu tía dice que no has regresado a casa desde ayer, que fuiste al colegio. No se la veía muy preocupada.

-Es una larga historia, pero ahora...

- ¿Qué?

-Debes venir aquí, es la única forma de salvarla.

-Cuéntame.

Empiezo a decirle exactamente lo que debe hacer, con lujo de detalles, sin explicar absolutamente nada. Él me oye en silencio durante mi larga plática donde solo yo puedo escucharme. Hablo bajo, aunque no sería un problema que alguien me escuche, estoy siendo muy cuidadosa.

-Haré lo que pueda, pero allí estaré -dice, para finalmente cortar la llamada.

Una sonrisa se escapa de mis labios, de a poco, las cosas se van acomodando, y todo parece ir de acuerdo al plan. Apago la pantalla del celular y me volteo, recorriendo el largo pasillo iluminado tan solo con un pequeño foco, por lo que la luz no permite conseguir un espacio completamente nítido. De todas formas, no es un problema. Desde ayer que estoy aquí y ya he podido recorrer todo el lugar. Se trata de un alargado galpón, donde está el pasillo y, girando a la derecha, se encuentra el espacio donde Jannet Green (no yo, la que realmente pertenece a esta dimensión) está dormida. Me acerco a ella lentamente, no quisiera despertarla. Realmente es extraño verla de esta forma, hay un dicho muy conocido que dice que no podemos vernos a nosotros mismos más allá del algún reflejo, un espejo, o un cristal perfectamente limpio. Es inquietante verla, tan ajena y similar a mí. Nunca pensé que el rubio me quedaría bien, quizás cuando regrese a casa pueda ser una opción, o quizás no, porque regresar a casa significaría tener que matarla, y lucir como ella solo me provocaría recuerdos de mi horrenda estadía aquí. El aroma que desprende su cuerpo es el mismo que el mío, aunque también está repleto que sudor y de tiempo sin bañarse. Su estado es deplorable. Está delgada y múltiples marcas moradas recorren su pálida piel, esa es una diferencia entre las dos, después de todo, con el sol de mi ciudad, es imposible no broncearse, pero aquí... no creo que haya días completamente lindos, o no al menos como yo los considero. Sus brazos se ven flácidos, y están sujetos detrás de su cuerpo. De vez en cuando, empieza a temblar, en la noche. Yo también tengo sueño, pero este es el único momento en el que puedo verla sin que su penetrante mirada me haga replantearme las cosas. Siento lástima por ella, y a la vez una gran idolatría. Se la ve tan débil, incluso más débil que yo misma en este momento, mientras duerme, sin embargo, cuando está despierta, parece un perro rabioso al que no debes acercarte, de lo contrario podría morderte.

-Cariño, aquí estás.

La voz de Amir me sobresalta. Me reincorporo y camino en su dirección, apoyando el teléfono sobre la palma extendida de su mano. Sus ojos sonríen incluso más que sus labios, es algo que he aprendido a observar en él. Descubrí que no le tengo miedo a él, sino que le tengo miedo a lo desconocido en él, a lo roto que podría estar. Él no es la mente maestra en todo este asunto, lo son sus padres que lo involucraron en una guerra que no era la suya, y probablemente lo sean los míos, que torturaron hasta asesinar a los DarkGreen, sin importarles las consecuencias que podría causar en un pequeño niño inocente que todo lo que quería era regresar con sus padres. No intento justificar a absolutamente nadie, no me malinterpreten, no es la intención, pero me parece un hecho interesante que debe ser remarcado en este momento. Yo soy la que no tiene perdón de Dios en esta situación.

-Vendrá aquí mañana -digo finalmente, mientras él guarda el dispositivo en los bolsillos de sus Jeans negros.

-Perfecto.

Jannet GreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora