Tenía un mal presentimiento.
Era viernes y nadie la había molestado, normalmente ese día lo tomaban para hacerle aún más la vida imposible pues no la verían los fines de semana. Era extraño, nadie la empujó, no hubo insultos, solo la veían con burla y asco pero era normal. Tenía que admitir que había una sensación extraña en su estómago que no podía descifrar, incluso al llegar a su casa todo estaba extraño, su madre dijo que tendrían una sorpresa relacionada con el empleo de su padre y necesitaban que estuviese lista para ir a cenar fuera, le parecía bien, tan raro estaba todo que su apetito volvió.
Por otro lado, su única amiga Lisa, no había aparecido en la escuela por una semana. Sabía que la rubia también era amiga de Jisoo y decidió preguntarle, le había respondido que la menor estaba bien. Eso no la había convencido del todo pues Jisoo no sabía mentir y claramente estaba haciendo eso.
Se miro frente al espejo y sonrió satisfecha. Hacía un montón de tiempo que no se sentía bonita, también ya era bastante que no se colocaba aquel vestido pero hoy se sentía segura, tal vez influyó el hecho de que hoy no la molestasen en la escuela. Observo sus clavículas muy marcadas, también sus brazos y la manera en la que los huesos de su cintura abultaban un poco la tela, había perdido peso. No había notado aquello, tal vez debería detenerse antes de que se volviese un problema serio.
Mantuvo la vista en su cuerpo unos segundos más antes de mirar hacia la muerta, la cuál casi fue derribada por su padre.
— ¿Que sucede? – pregunto asustada. Su instinto fue acercarse a él para averiguar el problema, pero aquel hombre la hizo retroceder cuando le puso el teléfono en la cara.
— ¿¡Qué mierda es esto!? – pregunto alterado. — ¡Responde que carajos es esto, Chaeyoung! – grito una vez más mirando a su hija con enojo.
El cuerpo de Rosé se congelo al escuchar los gemidos bastante falsos y vulgares provenientes de aquel aparato, lo observo con atención unos segundos y nego retrocediendo. No, seguro solo era una confusión, no pudieron hacerle eso.
— P-puedo explicarlo, no soy yo, papá. – tartamudeo mientras las lágrimas bajaban por sus mejillas.
— ¿¡Tienes el descaro de negarlo!? – pregunto antes de darle una bofetada y arrojar el móvil a la cama. — ¡Mira bien, esa no es mi cara, ni la de tu madre! – grito tomándola del brazo para acercarla al aparato.
De reojo Rosé volvió a observarlo y sintió náuseas ¿Cómo alguien pudo cambiar el rostro de la actriz en ese vídeo y colocar el suyo?
— Me das asco. – dijo su padre. — ¡¿Qué no pensaste en cómo afecta a la familia antes de grabar tus porquerías!? – grito segado golpeando con fuerza el mueble cercano a la puerta. — Volverás a Australia, te quiero lejos de nosotros, lejos de la familia que acabas de destruir con tus estupideces. – sentenció antes de salir de la habitación.
Rosé entre sollozos se acercó al aparato que aún reproducía aquel vídeo y lo tomo para observarlo. Esa ni en mil años sería ella, las curvas de esa mujer estaban muy marcadas, sus pechos eran enormes a comparación de ella, también su trasero. Dejo salir un grito de desesperación y como si aquel le quemara arrojo el aparato al piso con fuerza.
¿Cómo pudo suceder aquello?
Había mantenido su miserable vida escolar fuera de su casa, sus padres creían que su mundo de estudiante era perfecto, tenía planeado mantener aquel teatro hasta que saliera del instituto, volvería a Australia para acabar sus estudios y reiniciar si vida, aquello no estaba en su plan de vida, había luchado tanto para que aquel acoso no saliera de la escuela y para ello no salía, no tenía redes sociales.
— ¡Papá! – grito la Australia casi rogando para que aquel hombre viniera hacia ella y poder explicarle. — ¡Mamá! – grito saliendo de la habitación. — ¡Mamá! – intento una vez más entrando a la habitación de sus padres, no había nadie. — ¡Papá! – grito con dolor antes de arrodillarse en la alfombra que estaba en aquella habitación.
“lejos de nosotros” aquello le daba vueltas en la cabeza. Estaba siendo acusada de algo que jamás hizo, algo que ni en sus peores condiciones haría.
— ¡Te odio Jennie!
Aquel grito pareció desgarrarle la garganta y por su mente empezaron a llegar las cosas que en la escuela le decían, todas aquellas sugerencias para una muerte segura y del como seguramente sus padres se avergonzaban, ahora llevaba un poco de razón. Tal vez si era lo que se necesitaba, su padre la odiaba y la quería lejos, seguramente su madre estaba de acuerdo con aquello, era la decepción de la familia ahora mismo y no tenía manera de cambiarlo.
Miro algún punto fijo en la alfombra y se seco las lágrimas con brusquedad. Ya no sería la burla de todos, tampoco sería la decepción para su padre. Se colocó de pie y camino hacía el baño situado en la habitación de sus padres, se observo a si misma en aquel espejo y lo entendió, ahí estaba la Rosé que todos odiaban y trataban de lastimar. Se lavo el rostro para quitarse el maquillaje corrido, el agua helada solo le hacía entender un poco más la situación.
— Me das asco. – repitió las palabras de su padre y golpeó con fuerza el espejo.
De momento no sintió nada, ni la sangre bajarle por los dedos o el probable punzante dolor, pero su mirada se clavo en aquellos frascos que había detrás del espejo. Eran medicamentos que su padre utilizaba cuando tenía migraña y no podía dormir durante los casos fuertes que le asignaban. Ahí estaba su solución.
Tomo aquellos frascos con las manos temblorosas, los abrió y colocó todas las pastillas que pudo sostener en su mano lastimada. Se observo una vez más en aquellos pedazos de espejo sobrantes dándose un poco de valor, al introducir las pastillas en su boca trago lo que pudo identificando el sabor de su propia sangre, repitió el proceso con el otro frasco y abrió el grifo tomando agua para lograr pasarse las pastillas restantes y se obligó a no vomitar.
Salió del baño y camino hacía el armario de su padre, tomo una de las pijamas favoritas del mayor y se la colocó por encima del vestido. Aún tenía el aroma de su papá. Pensó en todas las noches que él la arrulló hasta quedarse dormida, aquellas en las que le dió ánimos para ser la mejor.
— Vamos Rosie, tienes que deslizarte. – dijo su padre al pie del resbaladero. — Se valiente como papá, es tu turno. – la ánimo y ella nego.
— Me dejarás caer. – aseguro con miedo la pequeña pelinegra. — Tengo miedo.
— Jamás te dejare caer, mi amor, ven con papá. – ánimo una vez más y sonrió para su pequeña. — Te lo prometo, estoy aquí.
Aquello animó a la pequeña Rosé y se deslizó cayendo en los brazos de su padre al final.
La rubia sollozo dejándose caer en la alfombra mientras de aferraba a la pijama de su padre. Al parecer aquella promesa no fue tan real, no estaba sosteniendola ahora mismo, ni siquiera le dejo dar alguna explicación.
Chaeyoung sollozo una vez más antes de sentir como sus párpados se volvían más pesados y por su cuerpo la recorría algún extraño cosquilleo, de pronto lo único que deseaba era dormir.
Feliz cumpleaños atrasado, mi amor.
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Last Hope.
Fanfic[canción: Last hope - Paramore] [Inicio: 06/Mayo/2020] [Finalizado: 14/11/2020]