Madison.
Los pies me duelen, he caminado durante horas, no sé cuántas en realidad, solo seguí a mis pies hasta cansarme.
Mi mirada está perdida en la nada, la brisa fresca tienta mi rostro que al instante hace revolotear mis cabellos. Cierro los ojos y extiendo los brazos hacia los lados.
Tengo que conservar el equilibrio, de otra forma caeré. El puente no es tan alto, pero si es lo suficiente para causarme daño, en realidad lo que si pudiera acabar con mi vida sería que un automóvil impacte contra mí cuerpo al caer o me arrolle cuando esté en el suelo.
No se porque me hago estás estúpidas suposiciones, no soy suicida, creo que no soy nadie para acabar con la vida de un ser humano, incluida la mía.
Pero luego de lo que me ocurrió, te sientes sin valor, te sientes pérdida, sucia... Solo quieres dormir. Dormir por siempre.
—¿Piensas lanzarte o tendré que esperar?—. Habla una voz masculina a mi espalda, por acto reflejo doy un pequeño brinco que me hace desequilibrar, sus manos se entrelazan sobre mi abdomen. El acto hace que me sobresalte con desagrado, aún no tolero que me toquen.
—Sueltame, por favor—. Protesto con tono demandante.
—Un simple gracias habría bastado—. Ironiza con burla.
Trato de no darle importancia, ni siquiera he dado vuelta para verle la cara, tampoco es que me interese quien es, no volveré a verlo.
—No trataba de saltar—. Digo.
—Bueno, si tal fuera el caso no dejaría que lo hagas—. Dice con suma seguridad. Eso despierta mi curiosidad y sigilosamente doy la vuelta para ver el rostro del extraño.
Contemplo las facciones de su rostro, cejas pobladas, cabello negro, demasiado, ojos verdes, está vestido casi de la misma manera que yo, salvo que su sudadera es color blanca.
—Bajate de ahí—. Ordena con vos neutra, mientras me alcanza la mano.
Frunso el ceño ante su acto, no quiero tocar a nadie, tengo miedo de que se ensucien al hacer contacto con mi piel dañada. Niego con la cabeza, rechazando su gentil oferta.
—Ookey...—. dice alargando la palabra. —Eso me dolió. Pero ya, bájate de ahí.
Una pequeña sonrisa escapa de mis labios, haciendo elevar las comisuras de ellos. — Está bien.
La fuerte bocina de un tráiler me exalta, mi pies resbala, cierro los ojos cuando siento que la gravedad hace lo suyo, me siento caer. En un movimiento ágil y rápido, aquel extraño me sujeta como si su vida dependiera de eso, el caso es que es la mía que depende de el.
—¡No me sueltes!—. Suplico desesperada.
—No lo haré, quiero que te sujetes bien, ¿Okey?,¡No vas a caer!.
Mis manos sudan, lágrimas descienden por mis mejillas, no lloró por morir, sino todo lo contrario, ésta caída solo me dejara en mal estado, como dije, no es lo suficientemente alta para causar la muerte.
—¿Has visto el Titanic?— cuestiona el extraño.
—¡¿Hablas en serio?!—. Grito aterrada.— ¡estoy a punto de caer!.
—¿Si o no?—. Continúa
—¡Si!, ¡Subeme!
— Bueno, Jack dice, si tu saltas yo salto... Pero yo te digo. Si tú saltas yo te atrapo. ¿Entiendes?.
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¿POR QUÉ?
RandomLa vida no siempre es como nos la esperamos, aún cuando damos lo mejor de nosotros mismos para que nos trate con un poco de delicadeza... ¿Por qué? es lo que me pregunto a diario, antes de comenzar mi día. Y en algunos momentos no obtengo respuesta...