Capítulo 8

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Después de pasar tres hermosas horas con Simón anoche, se salió nuevamente por la ventana, nos quedamos recostados mirando películas en Netflix, bueno Almenos yo sí la vi, Simón solo se la pasó observándome como si la TV estuviera en mi rostro, en más de diez ocaciones me menciono lo mucho que me quería y lo feliz que se sentía estando así.

Hoy solo puedo decir que me siento de maravilla, que este día no podía comenzar de mejor manera. Me meto en el cuarto de baño y me doy una ducha con agua caliente, me envuelvo en una toalla y coloco crema en mi cabello, lo cepillo una y otra vez mientras que la secadora hace su magia, me echo crema en todo el cuerpo para luego vestime con mi uniforme de siempre.

Casi lo olvido, tengo que hablar con mi padre, tengo que hacer que se sienta tranquilo, debe saber que nada ha cambiado ahora que se la verdad, que él es y siempre será mi padre. Rápidamente bajo las escaleras y me detengo de golpe al ver a mi padre sentado con un periódico en las manos, me armo de valor y me coloco frente a él.

—Buenos días papá—. Saludo al hombre de cabello rubio sentado, baja el periódico que cubre su rostro y veo que sus ojos se quieren llenar de lágrimas.

— Hola princesa—. Respondo, sin pensarlo dos veces me abalanzo sobre el y los abrazo con todas mis fuerzas, de inmediato salen lágrimas de mis ojos.

—Soy tu hija papá, y tú siempre serás mi padre ...y... Y yo te amo, te amo porque tú me amaste en todo este tiempo y nunca... Nunca me dejaste sola... Tú nunca dejaste que algo me lastime tu solo... Tu solo me amaste y yo...yo... Gracias Papá—. Le aseguro, mientras sollozo en su cuello. Las lágrimas salen sin cesar y cuando observó a mi padre el está en la misma situación.

— ¿Cómo no amarte princesa?, solo mírate, eres la hija más maravillosa del mundo, eres amable, humilde, cariñosa y tienes la sonrisa más encantadora. Te amé en el primer momento en que te vi, cuando te tuve en mis brazos supe que siempre te cuidaría.

Mi rostro se contrae y tengo unas enormes ganas de abrazar a mi padre por siempre es sin dudas el mejor hombre y padre que alguien podría desear. —Gracias papá, en verdad gracias por todo, por amarme.

— Es lo menos que alguien puede hacer por ti—. Me reconforta.

— Pero que hermosos se ven—.  Habla mi madre que está apoyada en el marco de la puerta, mirándonos fijamente con unos ojos que deslumbran alegría. — ¿No hay abrazo para mí?— Cuestiona con lo ojos entrecerrados.

— Por supuesto que sí mamá—. Digo alcanzandole los brazos, se une a nuestro pequeño pero muy reconfortante abrazo familiar. —Gracias, a los dos, son los mejores padres que pude haber deseado jamás, gracias por amarme.

Luego de aquel reconfortante abrazo familiar y de comer los deliciosos huevos revueltos que cocina mi madre, lave mis dientes y salí corriendo de mi casa para encontrarme con mi chico, quien ya estaba esperandome apoyado en su motocicleta, al verme una sonrisa se le forma en el rostro, corro hacía el quien me atrapa entre sus brazos y me da vueltas mientras nuestras bocas se dicen hola con un suave beso.

—Buenos días preciosa¿Cómo amaneciste? —.interroga Simón mientras deja que mis pies toquen el suelo.

—Realemente de maravillas, acabo de hablar con mis padres, hemos tenido un momento emotivo, este día ya es perfecto y lo es aún más viéndote con esa camisa—. Digo con una sonrisa en el rostro, joder desde cuándo la camisa le marca tanto los abdominales, se ve realmente sexi, este hombre me volverá loca.

Lo observó con mucho descaro que el se da cuenta al instante. —¡Hey, calmate! Creo que tus hormonas están un poco locas—. Pongo los ojos en blanco y el me estrecha con más fuerza. - sabes que es broma, cambia de cara y vámonos que llegaremos tarde.

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