Capítulo 25

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Madison.

Teníamos los ojos clavados uno en el otro.
Debo admitir que, si hubiésemos estado así hace una hora atras, abría corrido hacia el, lo hubiera estrechado, lo hubiera besado hasta cansarme, hubiera llorado.

Pero ahora lo tengo aquí, frente a mi y... Ninguna de esas sensaciones vienen a mi.

Sí, lo extraño, y lo quiero muchísimo, lo quiero en mi vida, pero si el no lucha por permanecer en ella, entonces, simplemente puede marcharse.

Lo que Karla me ha enseñado estas semanas, es que debo de ser independiente, mi ánimo y fuerza no tienen que depender de alguien más.

Rompo nuestro reto de miradas, tomo un poco de aire y decido hablar nuevamente.

—¿Solo te quedarás ahí... Parado...?—. Pregunto, mientras lo señalado de pies a cabeza.

El hace un línea con los labios y luego suelta un pesado suspiro. La tristeza se apodera de su rostro. —Soy un idiota— admite, cabizbajo. Alza la mirada e intenta avanzar hacia mi, pero doy un paso atrás.

—¿Ah, si?—. Pregunto con fingida sorpresa. —¿Por que lo dices?.

—Lo siento, yo...—. intenta explicar pero yo lo interrumpí

—No digas nada. Nada va a cambiar lo que vi y como me sentí... Solo... Ya está hecho—. Digo, mientras le doy un mirada de cansancio.

Cansancio, eso es todo lo que siento en este momento, quiero subir a mi habitación, ponerme  mi pijama, acostarme, cerrar mis ojos y dormir hasta mañana.

Pero primero, debo terminar esto, tengo que sacarme un peso de encima, tengo que sacar está tristeza de mi, tengo que aclarar mis sentimientos hacia Simón. O almenos lo que quedan de ellos

—Madison, debes escucharme... Por favor. Hay una explicación para todo—. Angustia es lo que refleja su rostro. Tiene las cejas fruncidas que ya hasta parecen que son una sola.

Dejo salir un largo suspiro de rendición. —Está bien—. Declaro, relajando mis hombros. —Te voy a escuchar, pero luego tú me escucharás a mí.

El asiente con mucho entusiasmo, y su rostro cambia notoriamente en un gesto mucho más relajado.

—Madd... Se que he sido un idiota este último mes. Solo te pido que me perdones, aunque nisiquiera lo merezco. Soy un cobarde...y—. su rostro vuele a liberar tristeza, sus ojos se vuelven vidriosos, amenazando con derramar lágrimas.
—Madison, mi padre se suicidó.

Siento que todo a mi alrededor se detiene, el no puede contener más las lágrimas y deja que se escurran por sus mejillas, me quedo helada unos segundos. Lo miro incredula —¿Qué?—. Es lo único que logró articular.

—El no estaba enfermo, mamá inventó eso... El... El se suicidó—. Y con eso se quebró, empezó a sollozar, podía sentir como el dolor le desgarraba la garganta.

Me quedé helada, el señor Vertes no estaba enfermo, él, se suicidó. No comprendo porque lo hizo, pero aún así no preguntaré, se que debe de ser algo muy díficil saber que la persona que más amabas se quitó la vida.

Tal vez ese fue el motivo por el cual estuvimos alejados. Si tan solo lo hubiese sabido...

Camino hacia él. Mi problema con los abrazos ha mejorado un poco. Aún me siento un poco incomoda, pero necesito abrazarlo, no puedo ser tan indiferente con el.

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⏰ Última actualización: Dec 28, 2020 ⏰

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