Madison.
—Me alegra que por fin podamos hablar, Maddy.
—A mi también me alegra... Ya me hacía falta.Hemos hablado un poco, sobre el colegio y las cosas que le han pasado a, Sarah. Hoy la despidieron en su trabajo por motivo de que cerrarían el café, así que tendrá que buscar uno nuevo, siempre admiraré lo valiente que es.
Aún no hemos tocado el tema más importante, pero se que en este instante ella preguntará.
El silencio no es incómodo, pero con tan solo mirarnos sabemos a lo que nos referimos, tenemos ese super poder de conexión, con la que sólo hace falta una mirada para saber lo que necesitamos o lo que pensamos, supongo que eso es lo que hacen las mejores amigas, y estoy segura de que ella es mi mejor amiga y yo la suya.
Su mirada es bastante, reconfortante y también me da seguridad, me da confianza, por lo cual soy yo la que rompe el silencio.
—No... No se como hablar de eso—. Le informo.
—Sabes que puedes confiar en mí, Maddy—. Ella lleva su mano hasta tocar la mía.
—No es fácil, Sarah.
Las lágrimas amenazan con hacerse notar y nisiquiera he confesado todo.
—Jamas dije que sería fácil, Madison. Solo quiero que te quites ese peso de encima.
—Bueno, creo que en esa parte se encargará, Karla. Será mi psicóloga. ¿Entiendes?. Soy yo la que tiene que ir a un psicólogo; pero no soy yo quien lo necesita... Son ellos, esos malditos bastardos; ¡Esos malditos me dañaron, Sarah!. ¡Son ellos quiénes tienen el problema!...
La morena me mira estupefacta, lágrimas salen de sus hermosos ojos marrones, también estoy llorando.
—¿Fueron... Maddy, fueron dos?—. Balbucea en sollozos, vuelve a clavar la mirada en la mía. —¿Madison, fueron dos?.
—Si, eran dos personas... Pero solo, solo uno... Yo no sé que hubiera pasado si no llegaban... Pero hubiera, ¡Hubiera preferido, no sobrevivir!—. Grito entre lágrimas. —¡Dios!.
—No digas eso, Maddy... Eres afortunada...
—¿Afortunada?—. La cuestiono. —¡No me siento afortunada!... Esto es una mierda, Sarah, ¡todo ésto es una maldita mierda!... Y tu no me entiendes. ¡Maldita sea nadie lo hace!—. Grito.
—¡Ya cálmate y escúchame!—. Me da una fuerte cachetada que me deja estupefacta, mi amiga me acaba de golpear. — ¿Alguna vez me preguntaste por qué mi padre se marchó?.
En realidad jamás me lo dijo y tampoco pregunté, quise darle espacio, pero ahora más que nunca me intriga lo que me tiene que decir.
Me quedo quieta y la observo con confusión. No se hacía donde quiere llegar.
—No—. Respondo sin más.
Gruesas lágrimas caen por las mejillas de la morena que tengo en frente.
— El me lastimó, Maddy... El... El abuso de mi, mi padre, Maddy... Ahora, si yo pude salir adelante, tú también puedes ¿De acuerdo?.—Yo... Lo siento, ¿Por qué no me lo dijiste, Sarah?. ¿Por... Por qué?.
— Porque me daba asco Maddy, es algo realmente asqueroso, un padre no puede hacerle eso a su hija... Se... Se supone que debe cuidarla... Pro... Protegerla—. Dice todo en un sollozo y no puedo contener las lágrimas.
—Sarah, lo siento...lo siento mucho.
Me aferro a mi amiga para darle mi apoyo, he sido una maldita indiferente, no tenía idea de que ella pasaba por algo así. ¿Cuantas veces se sintió sola?, ¿Cuantas veces necesitó de un abrazo?, ¿Cuantas veces lloró hasta dormirse?. No lo sé, jamás me lo imaginé, no hice nada para protegerla, no hice nada para ayudarla, ¡Maldita sea, no hice nada por ella!.
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¿POR QUÉ?
RandomLa vida no siempre es como nos la esperamos, aún cuando damos lo mejor de nosotros mismos para que nos trate con un poco de delicadeza... ¿Por qué? es lo que me pregunto a diario, antes de comenzar mi día. Y en algunos momentos no obtengo respuesta...