Capítulo 23

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Madison.

Eran alrededor de las cinco de la tarde, miraba por aquella ventana que ya se me hacía familiar y la cual hacia que me soltara lo suficiente como para no hartar a la señorita, Karla.

Toda ésta semana había indagado en todo mis recuerdos con el único propósito de saber más sobre mi. Le dije que era algo innecesario y que no conseguiría nada de eso, mi vida prácticamente había sido perfecta en todos los sentidos, jamás me faltó nada, ni siquiera felicidad y amor.

Dudé mucho en contarle sobre la verdad de quien era mi padre y que de alguna extraña razón no me dolía y en realidad no me interesaba lo suficiente; a lo cual respondió que eso era mentira, que siempre es bueno atar lo cabos sueltos, tal vez era buena idea que supiera más respecto a mi padre biológico; y tenía que buscar respuestas, con toda la amabilidad le dije que lo pensaría, pero la realidad es que en serio no me importa.

Seguía mirando a través de la ventana, la cual daba una vista espectacular del cielo, se notaban aquellos colores cuando al sol le falta tan poco para ponerse, destellaban colores naranjas y rosados con celeste entre medio, era realmente hermoso poder admirar, por un momento solo me perdía en aquel hermoso paisaje, deseando ser un pájaro y volar los más alto posible y alejarme de la realidad despiadada que me rodeaba.

La voz de Karla hizo que dejara de estar hipnotizada y así prestarle atención.

—¿Cómo van las cosas con, Simón?

—No lo sé, creo que igual que hace una semana... No hemos hablado mucho.

—¿Y piensas hacerlo?, ¿O solo lo dejaras pasar?.

—Tu eres la psicóloga, deberías decirme—. Dije con un tono de sarcástico y divertido.

Aunque al principio no estaba segura si de confiar o no en, Karla, poco a poco fui viendo que ella no solo lo hacía por cumplir su trabajo, sino que de verdad le gustaba ésta profesión. Si, ayudar a trastornados era su pasión.

—Bueno, como siempre te he dicho, tienes que hacer lo que creas correcto y sano para ti.

—Bueno, hoy hay un partido así que, no sé, tal vez hable con él.

—¿Y Lucas?—. Habla con un tono pícaro. Pongo los ojos en blanco.

—¡Ay porfavor, Karla!—. Chille un poco divertida.

Cuando le conté sobre Lucas y de cómo se me prendió igual que un chicle en el zapato dijo que era bueno crear nuevas amistades y de alguna manera Lucas le caía bien cuando lo describía.

—¿El te gusta?—. Preguntó con una ceja enarcada y picardía en su mirada.

—¡No!. Es solo un amigo creo. Ni siquiera se si es un amigo de verdad, a veces se comporta muy raro—. Hable mientras miraba en dirección al suelo y enredaba un mechón de cabello en mi dedo índice.

—¡Eso!—. Pronuncio en un gritito por lo bajo, la mire con confusión. —Haces eso cuando hablas de él. Enredas un mechón de pelo y miras a otra dirección como si hablar de él te llevará a otra dimensión. No tendría nada de malo Madison.

La observé con el entrecejo fruncido y los labios levemente abiertos para hablar, pero no podía pronunciar nada, todas sus palabras me llegaron de sorpresa que quede pasmada, jamás me di cuenta de que hacía eso. Y si me hacía un repaso mental, podía comprender de que decía la verdad.

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