Capítulo 4

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Al día siguiente, Ron y yo teníamos entrenamiento de Quidditch. Ron estaba muy tranquilo, lo cual aquel año era extrañamente habitual. Me preguntaba si su relación con Hermione tenía algo que ver o si yo estaba buscando tres pies al gato.

Estaba un poco nervioso. Desde que Ginny había tenido una lesión a principio de curso no había vuelto a jugar con nosotros, pero aquel día se reincorporaba al equipo y hacía mucho que no la veía.

Como era de esperar, en cuanto me vio se acercó a paso rápido, con aquella encantadora sonrisa tan segura de sí misma y su forma de andar, que muchos dirían que no era elegante ni sofisticada, y por eso precisamente a mí me parecía atractiva, tan sincera y sencilla. Vi de reojo cómo Ron se escabullía.

-¡Hola, Harry! -dijo ella mientras me abrazaba sin preguntar. El olor de su pelo hizo que me olvidara por un momento de dónde me encontraba. -¿Qué tal estás? ¿Cómo te va el curso? Todo parece muy poco importante ahora, ¿verdad?

-Ni te lo imaginas... -alcancé a decir, intentando hacer una sonrisa. Esperaba que me hubiera salido bien. -¿Y tú? ¿Qué tal tu rodilla?

-Estupenda -dijo, doblándola y apoyándose sobre mi hombro con naturalidad. -Tengo muchas ganas de jugar ya. Seguro que he perdido mucha práctica, pero bueno, os alcanzaré más pronto que tarde.

-Seguro que sí -respondí, intentando no trabarme. Nos quedamos en silencio. Había muchas cosas que quería hablar con ella pero no sabía por dónde empezar. -Ginny... -logré articular. Su expresión se volvió un poco más seria. -Siento lo que pasó el año pasado... entre nosotros. Sabes que lo hice por el bien de ambos -ella asintió -pero... bueno. Ya no hay ningún mago oscuro milenario intentando matar a la gente suelto por ahí... O al menos eso espero -bromeé, pero se veía que no le hizo mucha gracia -. Lo que quiero decir es que, si quisieras, podríamos volv...

-Mira, Harry -me interrumpió ella. -Te lo agradezco y eres un chico maravilloso. Yo disfruté mucho de lo poco que duró... lo nuestro. Pero quiero que me entiendas, ahora mismo no me apetece estar pendiente de alguien que no soy yo. Quiero recuperar un poco las fuerzas antes de meterme en algo... así. No es que no me gustes, me gustas mucho, pero ahora mismo no quiero -sentí cómo el aire abandonaba mis pulmones. El frío de la mañana de repente era más frío. -Pero si cuando esté mejor aún quieres, sí que podríamos -sonrió ella. La miré, intentando no parecer derrotado, pero sabía que mis dotes de actuación no eran brillantes. -Quizá la ocasión llega antes de lo que pensamos.

-Claro -asentí, deseando desaparecer cuanto antes de allí. -Claro, como quieras. -me empecé a marchar, y escuché cómo ella me deseaba un buen entrenamiento en la lejanía.

Me subí a la escoba, sintiendo algo en el pecho que percibía como malo pero que no podía evitar. Era como si un fuego muy frío estuviera ardiendo en mi interior.

-¡Eh, niñatos! -era Pansy Parkinson, la capitana del equipo de Slytherin, que vestía con la equipación e iba montada en su escoba, escoltada por los otros jugadores que eran enormes. -¡Teníamos el campo reservado nosotros!

-¿¡Cómo que vosotros!? -exclamó Ron, que era el nuevo capitán de Gryffindor. -¡Eso es mentira, lo reservé hace una semana!

Pansy Parkinson comenzó a reírse de forma burlona.

-¡Vuelve a consultarlo, Weasley! -dijo el apellido de mi amigo con un tono despectivo que me dio arcadas. -¡Ya os podéis ir largando! ¡Nos toca!

-¡De aquí no se va nadie! -exclamó Ginny, ya montada en su escoba. La sensación de fuego frío crecía por momentos. -¡Míralo bien tú! ¡Nos toca a nosotros!

-Pero bueno... -siseó Pansy. -¿Desde cuándo se atreve esta comadreja a hablarme así? -el pulso se me aceleró. -Claro, como tenéis al "Elegido" que os protege, pensáis que podéis hacer lo que os da la gana, ¿no? Pues creo que ha quedado claro que no -el resto del equipo de Slytherin empezó a reír -. Preguntádselo a vuestro hermanito, ¿no, Weasleys? Ah, que no podéis...

Eso fue la gota que colmó el vaso. Di una fuerte patada al suelo y me lancé contra aquella imbécil de Parkinson, a tiempo de escuchar a Hermione en las gradas gritar "¡No, Harry!", y no me podía importar menos. Intenté tirarla de la escoba, pero ella me lanzó un hechizo que esquivé por poco. El fuego que sentía me helaba el alma. Todo el equipo de Slytherin se echó contra mí, y vi de reojo a Ron y Ginny lanzando hechizos contra ellos, pero ascendíamos más y más y al fin alguien me alcanzó.

Lo último que vi fue mi escoba en el cielo haciéndose más y más pequeña.

So close (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora