Por fin tenía una hora libre.
Aquel día estaba siendo muy duro. Había tenido dos horas seguidas de la misma asignatura y luego otra más en la que apenas había que usar la varita, pero al fin, Ron, Hermione y yo salíamos de clase hacia los terrenos del castillo junto al lago.
-¡Qué irritante, de verdad! -exclamaba Hermione. -¡Como vuelva a oír otra vez que las brujas han estado en iguales condiciones que los magos en la Historia, me voy a hacer sorda!
Ron asentía, interesado en la conversación, pero yo sólo deseaba irme a dormir hasta que empezara el día siguiente y no pensar en las cosas que complicaban el mundo, y por eso me distraje mirando una margarita que había crecido en el suelo. Por lo que recordaba, mi padre había recogido flores como esa alguna vez para dárselas a mi madre, y el pensamiento me llevó a una sensación entre agradable y fría en la que me apetecía quedarme.
-Oye, Harry -volví a centrarme. Al parecer, Hermione había notado mi ausencia, porque había llamado mi atención y ambos me miraban. -¿Hablaste con Ginny al final?
El vacío apareció en mi estómago de nuevo, como si nunca se hubiera ido realmente pero se hubiera quitado de repente una capa de invisibilidad.
-No quiero hablar de eso ahora.
-¿...No fue bien? -dijo Ron con cuidado. Yo negué con la cabeza y volví a mirar la flor, y vi de reojo cómo mis amigos intercambiaban una mirada cómplice. No me apetecía ser objeto de su lástima, y además sabía que nunca estaba de más que los dejara a solas, así que rápidamente busqué una excusa y dije:
-Chicos, luego os veo, me he olvidado de algo en clase -y me marché rápidamente, sin comprobar que les parecía bien.
Me dirigía al Gran Comedor, pero al pasar por la puerta vi que varias chicas se giraban hacia mí y me saludaban con la mano, así que sin pensármelo dos veces pasé de largo, sin rumbo. Pensé en ir a la sala común de Gryffindor, pero sólo de pensar que allí había un poco más de posibilidades de cruzarme con Ginny me entró un escalofrío.
Después de aquello, sabía a dónde quería ir, sólo tenía que reconocerlo.
De repente, estaba en la puerta de la biblioteca.
Me sentía un poco ridículo, pero en realidad aquel lugar era de los pocos donde podía tener un poco de paz, o al menos eso me decía a mí mismo. En cuanto entré, busqué con la mirada en aquel rincón, y no me decepcioné. Malfoy estaba allí leyendo.
Ahora que lo pensaba, me preguntaba si llevaba leyendo el mismo libro todo el tiempo o había cambiado. Por desgracia no solía fijarme en detalles como ésos. ¿No se aburriría de lo mismo todo el tiempo?
Me senté a su lado con decisión, como había aprendido a fingir todos aquellos años, y vi que Malfoy me echaba una mirada de reojo.
-Hola, Potter.
Tuve que detenerme un momento a pensarlo. ¿Lo había imaginado o Malfoy acababa de saludarme? Habían pasado ya unos cuantos días desde lo de la enfermería y pensaba que lo habría olvidado. Me giré a ver si había algún otro Potter en quien no me hubiera fijado, pero por desgracia Voldemort se había asegurado de que no fuera así, así que asumí que se había dirigido a mí y me apresuré a devolverle el saludo antes de que fuera muy tarde y quedara extraño:
-H-hola, Malfoy.
Un poco tembloroso (pero siempre fingiendo que no) me puse a sacar mis libros sin reflexionar demasiado, e intenté fijarme en el libro que sostenía Malfoy. Alquimia, antigua arte y ciencia, de Argo Pyrites. Parecía apropiado.
Recordé que tenía deberes de Pociones desde hacía un par de semanas, incluyendo una redacción de esas que hacían recordar a Snape. Saqué mis libros de Pociones apresuradamente y miré durante unos minutos el texto a partir del cual tenía que partir para redactar, pero no entendía nada y mi mente no parecía con ganas de prestarse a ello.
-¿Cómo te aclaras con esto? -le pregunté a Malfoy. Era mi oportunidad de matar dos pájaros de un tiro.
Malfoy dirigió su mirada a mí, con un gesto ligeramente exasperado, y preguntó:
-¿De qué me estás hablando?- señalé el libro en respuesta, y añadí:
-Ya sabes que nunca ha sido mi punto fuerte.
-No hace falta que lo jures -levantó una ceja y volvió a su lectura: -Siempre hacías desastres en clase que nadie podía pensar que fuera posible hacer. Parecía que te esforzabas por hacerlo mal.
No me lo tomé a mal. De hecho, me parecía un gran progreso que Malfoy hubiera vuelto a atacarme de aquella forma en vez de estar simplemente ahí, con la cara de fantasma que tenía últimamente. Por eso le seguí el juego:
-Vaya, muchas gracias. A ti en cambio se te da todo de maravilla, ¿verdad?
Él se encogió de hombros y dijo, casi esbozando una sonrisa:
-Talento natural.
Negué con la cabeza: no había pillado el sarcasmo o lo había ignorado deliberadamente, pero no parecía con mucha intención de ayudarme. Aun así, yo estaba contento. Volví a mi tarea como si hacer Pociones fuera lo que más me gustaba hacer en la vida y me olvidé durante unos minutos de que Malfoy estaba a mi lado leyendo.
Pero al cabo de un rato, su voz susurrante volvió a aparecer en mi mundo:
-Pero Potter, por favor -parecía entre decepcionado e irritado. -¿Cómo vas a mezclar uñas de dragón con sésamo de los ogros? ¿¡Estás loco!?
-¿Qué? -pregunté, aún tratando de situarme. Él señaló con su largo y blanquecino dedo una parte de mi redacción en la que, efectivamente, afirmaba que debía mezclar uñas de dragón y sésamo de los ogros. -¿Y es una idea tan mala? -pregunté genuinamente. Él puso los ojos en blanco, como si alguien le hubiera preguntado si la Tierra era plana.
-Trae, imbécil. En tu gran cabeza de Elegido sólo hay serrín -le acerqué mi pergamino, divertido internamente con su reacción exagerada ante mi error. Ellos no lo sabían, pero Hermione y Malfoy al parecer tenían algo en común.
Lo contemplé escribir con mi pluma con irritación, tachando con decisión mis errores y caligrafiando con su elegante letra sus correcciones. Su pelo platino se movía al compás y le caía suavemente por la frente. Cuando hubo terminado, arrastró el pergamino hasta mí y dejó la pluma en la mesa para que la alcanzara yo mismo, y dijo con desprecio, como si no me acabara de hacer un favor:
-Tendrás que pasar eso a limpio. No se entiende nada con tu letra de niño pequeño.
Sonreí, pero esta vez también en mi cara, y susurré para que no me oyera la bibliotecaria:
-Gracias.
Y él volvió a su lectura, como si no me hubiera oído. Me dispuse a pasar la redacción a limpio para quitármela cuanto antes. Creía haberlo imaginado, pero habría jurado que la mueca de Malfoy cambiaba un poco.
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So close (Drarry)
RomanceHa acabado la guerra. Harry Potter siente que todo en su vida es muy poco importante después de lo que ha pasado, y por eso empieza a sentir curiosidad y simpatía por la situación en la que se encuentra Draco Malfoy. Todo el mundo parece creerse con...