Capítulo 16

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Al día siguiente ya no estaba triste.

Bueno, sí, también lo estaba, pero la ira predominaba sin dudar. Me daban igual las circunstancias o lo que pudiera haber hecho yo: no me merecía aquella ignorancia por su parte, estaba seguro de eso.

Fue por eso que, nada más terminar la comida, me dirigí rápidamente a la biblioteca. No había comprobado en el mapa que estuviera allí pero imaginaba que no estaría en ningún otro sitio para evitar a los demás. Cuando entré y descubrí que no estaba en el lugar en que solía miré alrededor, aún seguro de que lo encontraría, y efectivamente lo vi en otra esquina distinta. Me dolió ser consciente de que había cambiado para no verme.

Me acerqué pisando fuerte y contuve el impulso de quitarle el libro de las manos violentamente para llamar su atención. No hizo falta porque él levantó la vista del libro y me miró como si nada.

-¿¡Se puede saber qué te pasa!? -intenté susurrar, pero mis emociones me traicionaban. -¿¡Por qué me dejaste allí ayer!?

-¿Que yo te dejé? -preguntó él, levantando una ceja y susurrando de verdad. -Por si no te acordabas, habíamos quedado para comer.

Me tomó un segundo procesar su respuesta.

-¿Así que fue por eso? -no pude evitar que se me rompiera la voz. -¿Por eso no viniste ayer? ¿¡Ni me respondiste!?- la ira y la tristeza se peleaban por controlarme, pero entonces llegó Susan Bones, una alumna de Hufflepuff, y me dijo, apoyando su mano en mi hombro protectoramente:

-¿Te está molestando, Harry?

-N-no... -murmuré. -No te preocupes, Susan, gracias.

Miré a Draco, decepcionado, y comencé a caminar para salir de la sala. Vi que Irma Pince se me acercaba y decía:

-¡Como sigáis gritando tendré que ech...!

-No hará falta, yo me voy -la interrumpí secamente. Escuché que unos pasos me seguían y, cuando estuve fuera de la biblioteca, sentí que una mano me agarraba del hombro y me detenía.

-Espera, Harry, escucha... -empezó Draco, pero yo me volví bruscamente y repliqué:

-¿Tú qué te crees? ¿Que soy de piedra o qué? Estaba muy preocupado y ahora me vienes con esta tontería...

Sentí que se me empañaba la vista y, para controlarlo, tuve que parar de hablar. Estaba ganando la tristeza. Él, para mi sorpresa, se quedó allí de pie callado, mirándome con la vista baja como si respetara mi silencio.

-Yo no me merecía que me ignoraras -dije finalmente. Él asintió. Cuando vio que no pensaba añadir nada más, murmuró:

-Tienes razón... Lo siento.

La ira de repente cobró fuerza, pero me esforcé por controlarla. Se estaba disculpando y eso estaba bien.

-¿Y ya está? ¿No hay explicación? ¿Lo sientes y punto?-pregunté, más mordazmente de lo que me habría gustado. De repente descubrí que varios alumnos se habían detenido a mirar lo que pasaba, pero a mí me daba exactamente lo mismo.

-Hay una explicación -admitió él. -Pero no quiero dártela aquí.

-Pues yo sí quiero -le reté.

-Bueno, ¡pues yo no! -exclamó, con ojos entre enfadados y avergonzados. La ira y la tristeza disminuyeron un poco y sentí que volvía ligeramente a la realidad. -Si quieres esta noche te lo explico todo donde tú ya sabes -dijo acercándose a mí y casi susurrando. Su tono de voz era categórico, pero su mirada me rogaba que aceptara su propuesta, lo cual terminó de calmarme.

-Vale -dije. Las miradas de los demás me comenzaban a irritar y, en apariencia, a Draco también porque se aventuró a gritar:

-¿¡Qué estáis mirando!?

-¡Deja en paz a Potter, mortífago asqueroso! -exclamó un alumno de entre el grupo. Vi en su mirada que aquello destruyó absolutamente toda la autoridad y autoestima que Draco pudiera tener, lo cual me dolió profundamente e hizo que sacara mi varita y gritara en su dirección:

-¡Repítelo delante de mí, valiente!

-¡Eh, eh, Harry! -Hermione apareció en la puerta de la biblioteca. Caminó hacia mí con expresión confusa y se interpuso entre el grupo y nosotros. -¿Qué está pasando?

-¡Harry Potter está defendiendo al mortífago! -exclamó otro alumno. Hermione sacó su varita y apuntó hacia el origen del grito, lo que atemorizó a varios que se encontraban allí e hizo que se dispersaran.

-¡Vamos a ver! -dijo mi amiga. -¡Si Harry lo está defendiendo deberíais plantearos por qué, cerebros de chorlito! -después se volvió hacia nosotros y preguntó: -¿Estáis bien? ¿Queréis que vayamos a la enfermería?

-No, no nos han hecho nada.

-Estupendo -una de los alumnos hizo amago de volver a las andadas, pero Hermione fue rápida y lanzó unas chispas a sus pies, que la espantaron. -Vámonos de aquí.

Caminamos por el pasillo hasta un lugar más tranquilo, y allí Hermione volvió a hablar:

-¿Ha habido alguien que lanzara algún hechizo contra vosotros? Podríamos avisar a la directora.

-No te preocupes, Hermione, de verdad -de nuevo me invadía la gratitud. Hermione ni se lo había planteado al defender a Draco aunque aún ni siquiera habían compartido un momento amable. -Gracias.

-Sí -intervino Draco con un hilo de voz, que nos había seguido en silencio. -Gracias, Granger.

Hermione lo miró como si lo estuviera viendo por primera vez, pero en realidad esa descripción no era tan inexacta. Yo sentí orgullo de él a pesar de que aún estuviera molesto.

-Me voy a clase, Harry -me dijo aún tembloroso, disculpándose con la mirada. -Te veo luego.

Yo asentí y él desapareció por el pasillo a paso rápido. Hermione me miró y me preguntó incrédula:

-¿Me acaba de dar las gracias?

-Sí, Hermione -no pude evitar sonreír ante su desconcierto.

So close (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora