Capítulo 21

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Por algún extraño motivo no estaba muy nervioso.

Sabía por fin qué era lo que quería y, sobre todo, qué era lo que debía hacer. Por fin lo había reconocido y había aclarado mis ideas, y era consciente de que podría asumir las consecuencias. Mi conciencia estaría tranquila.

Cuando llegué a la Casa de los Gritos, Draco tocaba el piano. Me permití observarlo un momento: su espalda tensa, su pelo en movimiento y sus dedos con el equilibro perfecto entre sensibilidad y fuerza. A veces, cuando la pieza cobraba intensidad, se mordía el labio y yo sonreía.

Él no pareció ser consciente de que yo me encontraba allí hasta que terminó. Cuando sucedió me miró sorprendido y, antes de que dijera nada, lo saludé con un beso en los labios.

-Hola a ti también, Niño de Oro -dijo con sarcasmo, pero vi que se ruborizaba. -Estoy harto de este piano, ¡no suena nada bien! He estado buscando hechizos para... -su mirada se ensombreció al ver la mía y entonces preguntó, como si supiera lo que iba a ocurrir: -¿Qué pasa?

Me costó reunir el valor para decir lo que debía, pero tras una breve pausa lo conseguí:

-Draco, no quiero que nuestra relación sea un secreto.

Él frunció el ceño y desvió la mirada, y entonces continué.

-No puedo seguir así. Me ahoga esta situación.

-¿Tanto te molesta que los demás no sepan un sólo aspecto de tu vida, Harry? -preguntó él. Su tono se había vuelto mordaz de nuevo, lo que me hirió profundamente, pero cerré los ojos un momento y me obligué a seguir.

-Sabes perfectamente que no es eso. Es sólo que pienso en el futuro y en nosotros, en que si sigues queriendo que nos ocultemos habrá muchísimas cosas que no podremos hacer, demasiadas para mantener lo nuestro a flote.

Él se levantó del banco frente al piano. Podía ver el dolor en sus ojos.

-Te dije desde el principio que yo quería que fuera un secreto. Te lo dije y aceptaste.

-Bueno, pues ya no quiero -repliqué. Después suavicé el tono y me acerqué a él, suplicante. -Pero ¿es que tú no ves todos los problemas que crea? ¿No te asfixia que los demás escojan cómo nos comportamos nosotros?

-Harry... -trató de interrumpirme él, pero yo no se lo permití y continué:

-Yo estoy dispuesto a luchar contra lo que haga falta. ¡Estoy dispuesto a apoyarte en todo lo que necesites, Draco! Acudiré siempre y lo sabes, y si tengo que enfrentarme a tu padre...

-¡Harry! -gritó tan fuerte que me quedé helado. -¡No! ¿Es que no te das cuenta de lo que dices? ¿Puedes utilizar un sólo momento el cerebro?

No dije nada.

-¡Es mi padre! -gritó de nuevo. -¡No sabes todo lo que puede hacer! ¡Lo que puede hacerme a mí!

-¡Quiero que lo intente! -me acerqué un poco más a él, pero él me empujó con violencia y bramó:

-¡No! ¡Otra vez estás con ese estúpido complejo de héroe, creyéndote superior a los demás, pensando que lo puedes hacer todo y no! ¡¡No puedes!!

-Prefiero intentarlo que quedarme con la duda, ¿o es que acaso piensas vivir eternamente en su sombra?

Él me miró con profundo odio, como si acabara de escupirle, y replicó:

-No sé por qué espero que lo entiendas. ¡Tú no tienes a un padre que te quiere y al que quieres porque está muerto!

Había creído que aquella situación no podía dolerme más de lo que lo había hecho hasta el momento, pero estaba visto que me había equivocado.

Del golpe de Draco me había quedado sin aire y sentí un gran picor en los ojos. Me apoyé sin ser muy consciente de ello sobre una cómoda desgastada y vi que Draco me miraba con preocupación y arrepentimiento cuando balbuceó:

-Lo siento, Harry, lo siento...

-Así que eso es lo que piensas... -dije, y no pude evitar que la voz se me quebrara. -Pues lo que yo pienso es que sólo eres un cobarde.

Él no se defendió y yo continué:

-Un cobarde que está dispuesto a renunciar a sus seres queridos por miedo. -Sentí que las lágrimas me afloraban y no las detuve. -¿Qué vas a hacer si no luchas, Draco? ¿Vivir una mentira? ¿Casarte y tener hijos con alguien a quien no quieres? ¿Eso es lo que vas a hacer?

Ambos nos quedamos en silencio. Yo buscaba su mirada, desafiante, pero él la bajó y también comenzó a llorar.

Al cabo de unos segundos, Draco habló:

-Vete entonces, Harry.

No era un desafío, era una invitación.

-Si no puedes aceptar mis condiciones -explicó -no tiene sentido que sigas aquí.

Me había planteado aquella posibilidad durante días. Me había repetido que era lo suficientemente fuerte para soportarlo y había tratado de hacerme a la idea, pero nada me habría preparado para aquel daño jamás. Sentí que habían eliminado el oxígeno de la habitación y que, por mucho aire que cogiera, no serviría de nada, y entonces mi llanto se acrecentó de tal forma que tuve que taparme el rostro con las manos para amortiguar mis sollozos.

Tras unos minutos logré controlar de nuevo mi respiración y limpié mis gafas sin demasiado cuidado. Draco estaba aún de pie ante mí y, a juzgar por el rojo de sus ojos y mejillas, seguramente había tenido los mismos problemas que yo.

-Supongo que tienes razón -conseguí decir por fin, en un susurro. Él no respondió y yo lo miré, siendo consciente de lo que sucedía. A pesar de todo, sus ojos seguían siendo preciosos. Sus rasgos, ahora más que nunca, parecían esculpidos por algún dios que quería burlarse de todos los demás, y su pelo platino era una mezcla perfecta entre la luz del sol y de la luna. Quise besar sus labios de nuevo, pero lo único que fui capaz de hacer fue articular: -Te quiero.

Su boca se abrió levemente, imaginaba que de la impresión, pero volvió a cerrarse al cabo de un segundo. Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas y sentí que los míos también, pero él no respondió.

Me di cuenta de que no íbamos a llegar a nada más, así que, reuniendo toda la fuerza de voluntad que pude, me obligué a abandonar la estancia sin mirar atrás.

So close (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora