9. Adrenalina

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Aproximó el pulgar a su boca, degustando del poco helado que pudo, pues ya no estaba tan cremoso como al principio por el calor emanado del rostro de la chica, estaba más derretido

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Aproximó el pulgar a su boca, degustando del poco helado que pudo, pues ya no estaba tan cremoso como al principio por el calor emanado del rostro de la chica, estaba más derretido. Él sólo quería molestar un poco a la pelinegra.

—Mmm... —expresó con deleite, cerrando sus ojos— Está rico... —sonrió, abriéndolos y mirándola— ¡Ow! ¡Te sonrojaste! Qué linda...

Ella cayó en cuenta del ardor que cubría su rostro, extrañándose a sí misma, pues no tenía idea del porqué le ocurría eso.

—Qué raro —colocó ambas manos sobre sus mofletes frunciendo el ceño—, ¿por qué pasa esto?

Ni idea, pero es divertido, pensó él, no le molestaba ver el tono rojizo que decoraba las finas facciones de la azabache, le agradaba visualmente la combinación entre el rojo y el negro puestos en ella.

—No sé, es un misterio —alzó sus hombros.

La fémina suspiró imaginando que le estaba mintiendo, algo en su forma de decir lo último la hizo sospecharlo. Quizás la manera en la que había arrastrado las palabras o el tono medianamente socarrón que utilizó al expresarse.

—Tócame otra vez —demandó seria—, si no vas a decirme tendré que descubrirlo yo.

Él no se esperaba en absoluto aquella petición, su rostro enrojeció mostrando una mueca sorpresiva que llamó la atención de Cassy.

—Umm —rascó su nuca nervioso—. C-creo q-que deberías tener más cuidado con tus palabras —rió ladeando la mirada.

Una sutil risita enternecida fluyó de sus labios por su reacción. Sin embargo, no lo comprendía.

—Ahora tu también estás rojo.

—No sé... no pude evitarlo —murmuró observando a un perro a lo lejos, esquivando los ojos directos de la pelinegra.

Se quedaron en silencio, lo único audible en ese instante fue el sonido de la ciudad. Motores encendidos, pisadas de transeúntes, cantos de pájaros que otorgaban una pizca más natural a sus alrededores, risas de personas, entre otros.

La luz del sol era apacible, el calor enviado por este hacía que tomar los helados en ese preciso momento fuese ideal, a Cassy le encantó todo lo que experimentó allí, y el pelirrojo buscaba en su cerebro alguna sugerencia para continuar con su paseo, así que la miró intentando olvidar lo anterior y sonrió en un instante.

—Ya casi terminamos, ¿quieres ir al parque de diversiones? Está... relativamente cerca de aquí.

Algo nuevo para Seis, pero que con sólo escuchar el nombre del sitio, supo que le gustaría. Aun así, quiso preguntar por las dudas a que no fuese algo tan espectacular como ella se esperaba.

—¿Qué es eso? —consultó sin aires de malicia, realmente deseaba saberlo. Mas, él hizo una mueca extraña que manifestaba todo su desoriento y suspiró; haciendo que la chica se tragase sus dudas y esbozase una sonrisa avergonzada— Está bien, no preguntaré, sólo vámonos.

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