19. Pizza

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—No es gracioso... —protestó con voz baja.

Días después del encuentro, caminaban uno al lado del otro por los pasillos del centro comercial, ella lo acompañaba a él en búsqueda de auriculares nuevos, específicamente; unos que funcionasen por bluetooth.

—Sí, lo es~ —tarareó burlesco.

El motivo de sus burlas era simple, pero para él muy tierno. Llevaba molestándola todo el trayecto prácticamente desde que pisaron la enorme entrada del lugar. Todo era porque Cassy había estado chocando con cada persona que pasaba a menos de un metro de ella, por eso; se avergonzaba y sonrojaba al instante. Y las respuestas del pelirrojo no ayudaban en nada a apaciguar sus nervios, avivándolos cada vez más gracias al dulce sonido de su risa.

Ella lo miró de soslayo, entrecerrando los ojos.

—Seven... —murmuró en un intento de amenaza—... esta es la última vez que te acompaño.

Estaba mintiendo, y lo sabía. No se negaría a cualquier invitación de él, aunque fuese a estar sentados todo el día en silencio; accedería alegremente. Sólo era una pequeña advertencia en modo de juego para fastidiarlo un poco.

—Pero si aceptaste encantada —atacó fingiendo sentirse ofendido haciendo un puchero—, es un privilegio tenerme como tu compañero de aventuras

La azabache analizó sus palabras, ¿Un privilegio? Se cuestionaba, encontrándole un tanto de verdad en ello; pues él le había hecho mucho más cómoda y agradable su estancia en ese mundo desde que lo conoció.

Pero no quería admitirlo del todo, así que siguió intentando fastidiarlo sutilmente.

—Cuando llamaste... te había dicho que no porque quería dormir —alzó una ceja—, y te apareciste igual en casa de Jaehee.

Sólo esbozó una sonrisa ladina, divertido por la conversación mientras recordaba cómo la había encontrado al llegar. La vió con la cabeza colgando hacia abajo mirando televisión con la boca abierta, los pies apuntando al techo, y en ropa para dormir. Era una extraña forma de estar sentada en un sillón.

—Tienes una linda pijama —rió—. Eres toda una felina, eh... —bromeó, dándole pequeños golpecitos en el brazo con su codo.

Seis le dió una mirada confundida, viendo como las rojizas cejas del muchacho subían y bajaban con una buena sincronía, aunque ella no entendía su punto. Luciel quería jugar una pequeña broma en ese preciso momento, pero entendió que la fémina no captó su intención; así que sólo rascó su nuca un tanto avergonzado.

Por su parte, ella pensó en que debía usar esa pijama de tigre más seguido. Cegada por la idea de que al pelirrojo le agradaba verla con ella, creyó que —incluso— podría salir una que otra vez con eso puesto.

—¡¿Verdad que sí?! —preguntó con auténtica emoción—. Las pijamas son lo que más me gusta usar aquí —añadió sin pensárselo.

—¿Cómo que... aquí?

El alzó una ceja y entornó los ojos viéndola, un poco confundido. Ella tragó saliva al darse cuenta de lo descuidada que podía llegar a ser con sus palabras.

—La casa de Jaehee —explicó en un respiro y soltó una risita—, me refería a eso... pero al parecer quise decir allí.

Él la seguía estudiando visualmente, estando insatisfecho por la vaga excusa o intento de explicación dado por la muchacha. Sin embargo, terminó por quitarle la mirada de encima para dirigirla al frente y asintió forzoso. Cassy tragó saliva de nuevo ante el momento, y quiso tomar una enorme bocanada de aire. Mas se contuvo para no hacerle tener alguna loca sospecha acerca de nada con sus actitudes.

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