Florecer: La desastrosa vida de Saiki Kusuo [Editandose]

Capitulo 2: Aroma peculiar

— ¿Mala suerte?

Esta vez fui yo quien esquivo su mirada.

— Usted abrió el paraguas dentro, eso significa mala suerte. Creo que debes tirar el paraguas.

— Nos mojaremos.

— Pero lo vi en una película sobre la suerte, se que no es una base muy científica pero existe la posibilidad de que si no lo tiras ahora mismo te caiga un rayo.

Tiro de mi brazo intentando quitarme el paraguas, claro que no pudo ni moverme.

— No hay rayos, tu lo dijiste. Es solo una lluvia inofensiva. Suéltame.

— ¿No crees en la mala suerte?

Claro que si, pero no debes preocuparte de eso conmigo. Tendré mala suerte sin importar si abrí un paraguas dentro o fuera.

— No ha pasado nada desde que salimos, en todo caso la mala suerte no me afecto.

— Tal vez tengas razón, pero debes cuidarte.

Ella puso su mano en mis hombros y me miro fijamente. Olvide mencionarles algo importante, por intentar bloquear mis poderes, cuando volvieron a mi alteraron algunas cosas. Como mi radio de telepatía el cual se extendió a 200 metros y que mis lentes de antes no eran suficiente para evitar convertir a los demás en piedra, así que Kusuke me creo estos, con el pequeño detalle de que no puedo ver a través de las cosas. Y ella no deja de mirarme. Y no deja de llover. Y no me puedo mover.

Oh no, sus pensamientos.

¿Qué le pasa a tu mente? ¿Cómo puedes pensar en tantas cosas a la vez? ¿Que? ¿De verdad te estas preguntando si soy un secuestrador? ¿Recién ahora? ¿Se te arruino el sexto sentido? Esta bien, desde aquí te dejo sola.

— ¿Cómo te llamas?

— No importa, no creo que volvamos a vernos. Puedes quedarte el paraguas.

— Aun así dime, quiero agradecer tu amabilidad.

— Kusuo Saiki.

No me denuncies, no soy un acosador. Ya suéltame, aléjate de mi.

— ¿Saiki?

"¿Por que me suena de algún lado?"

Al fin me soltó. No volveré a mirar sus ojos.

— ¿Me conoces?

— No, es un lindo nombre. Yo soy Kiyomi Sakura, prometo devolverte el paraguas algún día. Muchas gracias Saiki Kusuo, adiós.

G

ire y huí de ella, no quiero pensar en la extraña amiga de Nendo, ni en sus ojos oscuros. O cada razgo de su rostro visible a casua de mis nuevos lentes. Llegue a casa y subí a comenzar el maratón del final de Mrs Queen en paz.