Epilogo Parte II

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Pasaron varios años desde el día en que terminé mis estudios.

Mi vida cambió completamente.

Me mude a un pueblo en la costas de Japón, decidí abrir una cafetería.

Al principio era divertido atender por mi propia cuenta, pero con el tiempo contrate a todo un equipo que atendiera el local. Con el tiempo simplemente comencé a supervisar.

Ahora paso mis días paseando por la costa, adopte un perrito. Es adorable. Me siento feliz cuando escucho que todos sus pensamientos son dispersos. Van desde jugar hasta proteger y comer. Es tan espontaneo que es adorable.

En este pueblo hay poca gente, es más tranquilo que la ciudad. Conozco a cada una de las personas y se bien que todos son amables.

Encontré el lugar tranquilo que tanto buscaba. Creí que después de tantos años con personas tan peculiares esto sería aburrido. Y algunas veces lo es. Aveces lo extraño.

Pero esos días puedo viajar a visitarlos. Algunos se casaron, como Kaido y Yumehara. Nendo por su lado se volvió un artista famoso. Teruhashi tuvo algunos romances tras su amigable ruptura con Satou, pero planean volver a salir.

Aiura por su lado sigue saliendo con Hairo, ella le contó de sus poderes y el se mostró amable y comprensivo. Analizan la posibilidad de comprometerse. Les va a ir bien.

Tengo muchas fotos con ellos, con algunas decore mi pequeña casa en la playa.

Ahora mis tardes se basan en ver el atardecer tomando una cerveza en la playa junto a una fogata.

Pero sigo pensando en aquella sonrisa. La recuerdo a menudo. Nunca supe de quién es. Y cuando lo pienso me duele el pecho y el día se pone gris. Intento no pensarlo. Hago todo lo puedo para evitarlo. Pero cuando siento el aroma a la miel, esa imagen viene a mi.

Considero un logro irme a dormir por las noches sin pensar demasiado en esa mujer que desconozco. Amenos creo que es una mujer.

Y un día más se fue.

La mañana siguiente tenia que ir junto a Jelly, mi perrito, a supervisar las entrevistas en el café. En algun momento tuve muchos empleados pero hoy estábamos buscando una nueva camarera porque últimamente todos mis empleados se mudaron a la ciudad.

De hecho, somos actualmente dos personas. Una señora mayor que no planea abandonarme jamás y yo. Con ella las cosas funcionan muy bien, pero creo que necesita ayuda.

Aunque Shisune, la mujer mayor, no está contenta con tener a un nuevo compañero, ya lleva algunos días trabajando sola. Ella manifestó su deseo de participar en cada paso de las entrevistas y se encargo de rechazar a cada uno de los candidatos. Así que hoy tuve que venir a hacer las entrevistas personalmente.

Me divertía todas las razones que Shisune encontraba para no contratar a cualquier candidato, desde que era muy alto hasta que era muy bajo. Incluso dijo que algunos eran muy mayores para ocupar el puesto, que con ella es suficiente.

En un momento Jelly salió corriendo siguiendo un aroma. Yo no pude sentirlo tanto como él. Así que lo seguí.

Caminé paso a paso tras de él, me llevó por la costa. Seguía buscando ese aroma incluso entre los barcos pesqueros.

Cuando lo vi frenar, subí mi mirada lentamente.

La imagen de la mujer de mis recuerdos.

Es...

- ¿Es suyo? Es adorable.

Es la sonrisa con la que sueño hace tantos años.

- ¿Esta todo bien?

Pregunto, por mi rostro visiblemente sorprendido. Sólo pude asentir.

- ¿Es su perrito? Es muy cariñoso.

Se agacho a acariciarlo.

- Si.

Apenas pude hablar.

La mujer se quedó unos instantes acariciando a Jelly, mientras yo la observaba, atrapado entre la sorpresa y el miedo a que se desvaneciera nuevamente. Su sonrisa, esa misma que había poblado mis sueños, era más cálida en persona.

- ¿Te gusta la playa?

Preguntó, levantando la mirada hacia mí.

- Sí, vengo aquí a menudo.

Mis palabras salieron entrecortadas. No sabía cómo seguir, cómo explicar todos esos años de anhelo.

Ella sonrió más ampliamente, como si mis palabras le dieran un sentido a su propia presencia.

- A mí también me encanta. Es un lugar perfecto para desconectar, ¿no crees?

Asentí, sintiendo que el tiempo se detenía a nuestro alrededor. Jelly, ajeno a la tensión, comenzó a jugar en la arena.

- Soy Kiyomi, solo dime Kiyomi.

Dijo, extendiendo la mano.

- Soy...

Vacilé, todavía aturdido por la situació

- Soy Kusuo. Kusuo Saiki.

- Encantada, Kusuo Saiki ¿Eres de aquí?

- Desde hace unos años. Abrí una cafetería cerca de la playa.

- ¡Qué bien! Me encantaría visitarla.

El corazón me latía con fuerza. No podía creer que la vida me diera esta oportunidad.

- Claro, siempre estás invitada.

Mi voz sonó más segura de lo que me sentía.

Mientras charlábamos, los recuerdos de nuestra conexión pasada comenzaron a entrelazarse con la realidad de este encuentro. Hablamos de cosas triviales, de los cafés que solía preparar y de su amor por la repostería.

- Siempre me ha encantado la miel.

Comentó, riendo.

- Mi abuela la usaba en todas sus recetas.

Al escucharla, sentí que un nudo en mi pecho empezaba a deshacerse. Era como si, por fin, los fragmentos de mi pasado y presente comenzaran a unirse.

- Deberíamos hacer algo con miel en mi café. Tal vez un postre especial.

Sugerí, esperanzado.

- Me encantaría ayudar. ¿Tienes recetas secretas?

La conversación fluyó naturalmente. Olvidé por completo que estaba entrevistado candidatos en el café. Jelly regresó a nuestro lado, como si también entendiera la magia del momento.

- A veces pienso que la vida está llena de sorpresas.

Dijo Kiyomi mirando hacia el mar.

- Nunca esperas encontrar a alguien tan interesante en un lugar así. Digo es un pueblo tan pequeño y en su mayoría son pescadores.

- ¿Te gustaría pasear por la playa?

Pregunté, sintiendo que cada segundo contaba.

Ella asintió y comenzamos a caminar, nuestros pasos acompañados por el murmullo de las olas. Hablamos de nuestros sueños, de los cambios que habíamos vivido desde la secundaria.

Fue como si la conociera de toda la vida.

Terminamos pasando toda la tarde juntos.

A medida que la tarde se tornaba dorada, le conté sobre mis amigos de la ciudad y cómo sus vidas habían tomado caminos inesperados. Ella sonrió, reconociendo las historias que resonaban con su propia vida.

Mientras el sol se escondía en el horizonte, sentí que algo dentro de mí se renovaba. La sonrisa que una vez había sido solo un recuerdo ahora estaba aquí, viva y llena de promesas.

- Me gustaría seguir viéndote.

Dije, casi en un susurro.

- Eso me encantaria.

Respondió, mirándome a los ojos.

Y en ese momento, supe que no solo había encontrado a la sonrisa que tanto buscaba. Me encontré sus ojos.


Florecer: La desastrosa vida de Saiki Kusuo [Editandose] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora