3.

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Veía como Ramen miraba cada rincón de la habitación. El mientras se encontraba sentado en la orilla callado, luego de presenciar tal escena las palabras se le fueron, agregando la situación incómoda con la madre del pequeño.

–¿Que tanto buscas?.–Se dignó a hablar recibiendo un suspiro como respuesta. Yun se sentó a su lado, pasando sus manos por su cara, intentando apartar todo rastro de cansancio y tristeza que sentía en ese momento. Apoyándose en sus rodillas escondiendo su mirada del contrario.

–Esos señoles son tan degenelados que son hasta capaces de ponel camalas con tal de ver lo que hacemos.

Se mantuvieron en silencio unos minutos, no queriendo hablar de lo sucedido. Pero cada uno tenía cosas que preguntar y así poder desahogarse.

–¿Por qué dices eso?...–Preguntó con calma, acercándose un poco más al pequeño.

Yun aparta sus manos para darle una mirada que no pudo descifrar. En parte le da lastima ocupar a Armando para vengarse de su familia sabiendo la pequeña obsesión que tenía su madre con este. Dudando si contarle o no.... El lo esta ayudando sería muy mal de su parte no advertirle.

–Debes tenel cuidado con Yin, Almando. Esa señola no está bien de la cabeza.

–Si.... He notado algo raro en ella pero no sé que es. 

Yun sintió el pánico apoderar su cuerpo, se enderezó al instante agarrando los hombros del otro. Lo miro, perdiéndose en esos ojos verdes.

–¿Te hizo algo? ¡Almando dime!.

–Yun...Tranquilo, solo tuve un momento raro con ella cuando tu padre te llevo.

Posicionó su mano en la mejilla del pelirrojo, dando leves caricias intentando calmar al otro. Sonriendo cuando vio que suspiraba y cerraba sus ojos disfrutando de estas, como un cachorrito.

–¿Qué te parece ir a la fiesta y hacer un desmadre? Como diría Emilio.–Ríe provocando al otro, intentando que volviese a ser el mismo chino que no se preocupaba por nada. Sonriendo maliciosamente cuando vio un extraño brillo apoderarse de los ojos de otro cuando este lo abrió, suponiendo que los suyos también lo tenían.

(...)

–¡Que coño hacen! ¡Bájense de ahí!.

Gritaba desesperada Yin al ver que su fiesta tan perfecta está siendo arruinada por las locuras de su hijo. Intentando en vano agarrar la pierna del pelirrojo para bajarlo de la mesa.

–¡Déjeme vieja loca!.

Se miraron por segundos, los suficientes para que la mujer se alejara de él con terror. El terror que provocó los ojos del contrario, con ese brillo extraño. Miró a su esposo siendo mojado por la bebida que le tiró Armando riendo, quien también estaba arriba de una mesa. La gente la miraba con desaprobación, algunos envarados de comida como otros mojados. Mientras que un pequeño porcentaje de las personas se divertía con la situación, siendo estos regañados por sus padres. Se iba volver loca.

–¡Bomba!.–Se escuchó, dándose vuelta para ver qué pasaba. Su rostro tanto como su parte de su cuerpo fueron encarados por un extraño conjunto de comida y bebida, quito está de sus ojos para ver el responsable de tal acto, encontrándose a la pareja riendo a carcajadas mirandolas. Y lo noto, Armando tambien tenia ese brillo en sus ojos.

(...)

Estaban sentados en el suelo. Habían robado comida de la cocina, ya que, habían tirado al suelo la comida que había en el Salón. Veían todo el desastre que habían hecho riendo.

En el marco de la puerta se encontraban Ming y Yin, observando los.

–Con que.... Un brillo extraño.

Miraba a su mujer con confusión. Ella a sentía con miedo. Suspiro, un recuerdo le vino a la cabeza. Hace años también lo había visto cuándo jugaba con Yun.... Pero pensó que era un brillo de emoción por lo que iba a pasar.

–Armando también lo tenía...

Se quedaron mirando en silencio. No teniendo respuestas para aquel suceso, pero tal vez con el mismo pensamiento.

–Tenemos que conseguir que Yun se quede con nosotros.

𝙵𝚊𝚟𝚘𝚛.-𝐘𝐮𝐧𝐚𝐧𝐝𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora