9. Mi nuevo secretario - Primera Parte - Mewgulf-(Zaintsee) Terminada

Seis

Mild estaba tirado en el sofá a oscuras pues acababa de llegar del trabajo, entonces Gulf que iba a la cocina después de levantarse de la cama e ir al baño, encendió la luz.

-¿Cómo es que no vas a acostarte?.

-Estoy muerto y ya no tengo fuerzas ni fuerzas para arrastrarme hasta la cama... Me debes una grandísima, amigo.

El moreno rió.

-Tranquilo, pronto lograré ascender y podrás irte de ese restaurante malholiente.

-Aún no me creo que hayas aceptado un empleo como ese... wow realmente me sorprendió cuando vi tu mensaje-dijo el más bajo sentándose en el sofá.

El más alto resopló con molestia.

-Joder, no veas el chasco que me llevé cuando supe... Casi me da un infarto cuando el dueño me dijo que si había visto el anuncio del periódico... Yo que ya me veía en un gran despacho con vistas a la cuidad y resulta que tengo una simple mesa en un triste pasillo al lado de un ascensor.

Mild chasqueó la lengua.

-Bueno amigo, tú lo que querías era salir del restaurante, ¿no?... Además trabajarás nada más y nada menos que para el dueño en persona...eres un quejica.

-Si eso es cierto pero no duraré mucho ahí, pienso ascender como la espuma...No me quedaré de simple secretario, no señor... Yo seré un pez gordo, porque me lo merezco y porque soy el mejor.

El más bajo negó con la cabeza y rió ante las palabras de su amigo.

-Ay Gulf, inflar así tu ego no te hace bien... Sufres mucho cada vez que te toca bajar las orejas.

-Baaaah...eres un envidioso-dijo este marchándose a su habitación-...Seré un alto ejecutivo de Suppasit Corporation, ya lo verás.

Ya en la cama, éste pensaba en todo lo que había pasado en ese día y en como le diría al dueño del restaurante que iba a renunciar pues en unos días tendría que empezar en su nuevo y prometedor trabajo.

Esa noche la pasó realmente mal pues tuvo muchas pesadillas, en las cuales un archivador gigante lo perseguía y en otras estaba en medio de una reunión con una peluca rubia en su cabeza, unos zapatos rojos de tacón en sus pies, un vestido de flores y los labios pintados de carmín soportando el acoso de todos los presentes.

Este se despertó en la madrugada, muy sudado y gritando asustado, rápidamente se levantó y corrió desesperadamente al espejo de su pared pues pensaba que se había vuelto mujer, luego suspiró aliviado cuando comprobó que todo seguía en su sitio y ya no tenía pechos.

Su compañero apareció corriendo en su puerta con un bate en la mano.

-¿Qué pasa?, ¿Dónde está?.

-¿Dónde está quién?-preguntó éste al verlo.

-El ladrón.

-No hay ningún ladrón, solo fueron pesadillas.

El más bajo suspiró aliviado.

-¿Has formado ese escándalo solo por un mal sueño?, joder Gulf eres un mal amigo... Me has jodido mi maravilloso sueño, te odio.

El moreno se acercó a este muy agitado.

-Soñé que me vestía de mujer y me salían pechos-Habló este topándose los pezones con las manos.

-Iiiuuuggg... que grima...wow, si que era horrible.

Ya en la mañana, Gulf se levantó y fue a desayunar con una mueca pues Mild ya no estaba, este se había ido a tener buen sexo con Zee, mientras que él seguía a dos velas.

Él desde que se había acostado con una chica muy rara del supermercado, la cual había conocido un día cuando entró a buscar el pan y algo de fruta, no había tenido sexo.

Sara, que así se llamaba la chica, era muy controladora y pretendía cambiarlo, tan sólo habían estado juntos una semana, luego él la había dejado.

La verdad era que echaba de menos follar con alguien pero tampoco era esencial en su vida pues no había calentón que una buena paja no lo solucionase.

Gulf había tenido varias relaciones antes de esa pero no más largas de una semana pues siempre les encontraba alguna cosa irritable que lo molestaba y acababa huyendo de ellas.

A veces no entendía como su amigo estaba tan contento con su mediocre vida, con el trabajo de mierda que tenían y viviendo en ese tugurio de piso, él no lo soportaba.

Además este recibía tan solo las migajas de cariño de ese tal Zee, le daba pues aparte del sexo mañanero, no tenían otro contacto a menos que el vecino le llamase.

Finalmente, el moreno se duchó y se preparó dispuesto a ir al restaurante y dejar el trabajo, después iría a comprarse un par de pantalones y unas camisas para su nuevo trabajo en la empresa, ya que no podía ir vestido como un mamarracho, aunque tendría que arreglárselas con el poco​ dinero que le quedaba.