Uno

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Dos amigos con aspiraciones diversas, la de Mild es la de abrir su propio restaurante de comida rápida y la de Gulf es llegar a ser un gran empresario y dirigir una gran empresa, tener un gran coche y una enorme mansión con piscina.

Mientras esperaban a que sus sueños se cumpliesen, vivían juntos en un apartamento de cincuenta y cinco metros cuadrados, por el que pagan un alquiler más los gastos, en el que se les iba la mitad de su sueldo de camareros.

...—Tengo que encontrar algo rápido... Si tengo que servir otro plato de esta asquerosa lasaña o tengo que dar más explicaciones a esos estúpidos clientes, me dará un infarto... Estoy harto de mentir con que la comida no es mala.

 Estoy harto de mentir con que la comida no es mala

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—Que exagerado eres, Gulf... La comida no es tan mala, si te quieres quejar de algo, quéjate del sueldo... Eso si es una auténtica porquería.

—¡Joder Mild!, no me digas que has comido la bazofia que servimos—habló exasperado el moreno—

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—¡Joder Mild!, no me digas que has comido la bazofia que servimos—habló exasperado el moreno—... ¿y aún respiras?.... Eres tremendo... buag...¡que asco!.

—Pues si, la he probado y tampoco es tan asquerosa...Solamente es que las hay mejores—dijo tranquilamente su amigo encogiéndose de hombros.

—Bueno como sea...yo no me licencié en empresariales para acabar trabajando en esta mierda—gruñó Gulf.

—Creí que habías aceptado este empleo porque no encontrabas nada mejor.

—Si ya, así es pero eso fue hace seis meses pero ya me harté.... Quiero que cambien las cosas.

—¿Estás dispuesto a dejar esto y volver a pasarlo mal, mientras no encuentras algo?—preguntó asombrado el Mild.

—No, seguiré aquí hasta que encuentre algo... Aunque sé que ahí fuera tiene que haber un lugar para mí... estoy seguro.

—Bueno pues mientras buscas tu lugar, vámonos a casa que estoy muerto de cansancio, amigo.

—Si vámonos, regresemos a nuestra pequeña y barata pocilga.

El más bajo sonrió resignado.

—Gulf, realmente tú no has nacido para ser un hombre mediocre.

Esa noche como muchas otras, Gulf Kanawut no podía dormir, no soporta vivir así, él creía que había nacido para ser alguien importante en la vida.

Deseaba tener dinero, lujos, codearse con la clase alta y tener tórridos romances con celebridades​ del mundo de la televisión, de la moda o del cine.

Se negaba a aceptar su vida, el ser un triste don nadie que trabajaba de camarero de un asqueroso antro y mal vivía en una caja de zapatos, no iba con su persona pero era lo que se podía permitir.

Este estaba dispuesto a hacer lo que fuese necesario para llegar a lo más alto y no le importaba pisotear a más de uno, de los cuales le habían cerrado las puertas.

Cada vez que intentó alcanzar un puesto a medida de lo que había estudiado, tras acabar la Universidad con muy buena nota, nadie le había dado la oportunidad.

Por la mañana tenía pensado comprarse todos los periódicos y buscar así un empleo acorde a sus sueños, nada de camarero, ni barman, tampoco dependiente, ni repartidor, ya había pasado por todos esos empleos y no le habían acarreado más que acabar con dolor de espalda y nada ahorrado.

Al abrir el día, así lo hizo, bajó a la calle y se compró un ejemplar de cada  periódico que había en el quiosco y luego se sentó en el sofá para buscar con ansias ese empleo que lo estaba esperando y entonces rodeó unos cuantos que le interesaron para después visitarlos.

Así estuvo quince días en los que no encontró nada que no fuese como becario en una empresa de cosméticos, unos cuantos como chico de los recados en empresas de telecomunicaciones o uno como guía de un museo, nada que le convenciese de aceptar... nada que le abriese las puertas a sus sueños.

Finalmente encontró tres que pintaron bien pero cuando acudió a las entrevista, en uno pagaban una miseria, en otro no daban opción de ascenso y en otro eran muchas horas para lo que pagaban... nada mejor que lo que ahora tenía.

Finalmente tendría que aguantar más de lo pensado en el restaurante de Will Sailim, un chef venido a menos tras el fallecimiento de su mujer, la cual era quien realmente llevaba el negocio.

Ese era el infierno diario de Gulf, aunque no perdía la esperanza de obtener algún día el trabajo de sus sueños y vivir rodeado de lujos.

9. Mi nuevo secretario - Primera Parte - Mewgulf-(Zaintsee) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora