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ᵀʰⁱⁿᵏⁱⁿᵍ ᵒᶠ ʸᵒᵘ ⁱˢ ᵃ ᵖᵒⁱˢᵒⁿ ᴵ ᵈʳⁱⁿᵏ ᵒᶠᵗᵉⁿ
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Parte de su enfermedad era el orgullo, aquel que se fue expandiendo sobre ellos; era un mal contagioso.
No eran lo bastante solidos para sostener una vida. Para fortalecerse debían hundirse en la nada absoluta, enfrentar la soledad total; pero no lo sabían. La única forma de salvarse era renunciado a lo que tenían.
Nadie les había prometido comodidad ¿por qué creyeron que la tendrían? ¿Por qué se sentían molestos al no obtenerla? ¿Contra quién era esa ira incontrolable por no ser como lo soñaron?
Todo se desvaneció de la misma forma en que comenzó: sin señales aparentes, de una forma instantánea, y con dos almas confundidas que no sabían lo que sentían o lo que debían hacer.
Existía ese deseo ilusorio de creer que podía completarla pero ¿por qué? ¿Acaso ya no estaban completos los dos? Y aquella obsesión enfermiza por tener todo bajo su control. Cualquier proceso que percibiera como una entrega de poder era cegador, la hacía rechazar todo aquello que amenzaba con hacerla sentir menos que alguien más.
El deses sexual, en el fondo, es el deseo de dominar la mente y el cuerpo del otro. Se sentían más enamorados por el deseo que por lo que deseaban. Ese sentimiento de amor era un alivio para esas almas que se consumían entre ellas.
