Dio Brando es un abogado de 27 años, que tiene que cuidar a sus cuatro hijos: Giorno, Donatello, Ungalo y Rikiel. Ellos le dan aliento para vivir el día a día, puesto que en el amor, no le ha ido muy bien.
∆Stands: Si, pero no tienen mucha relevanci...
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Entonces Dio se decidió por plenamente en dedicarse a cuidar del único hijo bajo su responsabilidad, puesto que desde que se había separado lo había encargado a su madre, pero pensó que eso no era correcto, si bien a Giorno le haría falta una madre no podría ausentarse él también, estaba decidido a no repetir los mismos errores con sus hijos, o por lo menos con uno de ellos.
Para ese entonces Giorno había cumplido dos años, era un niño bastante inquieto y que le gustaba tener amigos mayores que él; casi todas las semanas solían ir a parques, parques de atracciones, centros comerciales; ninguno había ido al mar antes por lo que decidieron hacerlo, sería una nueva experiencia, de la cual había mucho que aprovechar.
Ese fin de semana alistaron el equipaje necesario, fueron en auto y se hospedaron en uno de los hoteles más cercanos al mar. Antes de ir, Dio se aseguró de que ambos usaran protector solar, y más que nada realzar su belleza, puesto que él se consideraba alguien atractivo que debía mantenerse al tanto de las modas para no quedar atrás de otros; se colocó un labial verde, un traje de baño del mismo color, junto a unas gafas oscuras; por otro lado, Giorno llevaba un traje de baño de color celeste y un salvavidas. De esa manera ambos abandonaron el hotel y se dirigieron al hermoso mar.
Alquilaron una pequeña cabaña para dejar las cosas y luego tomando la mano de su pequeño caminaron hasta el mar
—¡Vamos más rápido papá!— hablo emocionado jalando del brazo al rubio
—¿Por qué te emociona tanto? Solo es agua...— intentó no mostrarse emocionado, era un adulto, ya no un niño
—¡Solo ven!
El agua era agradable, no estaba ni cálida ni fría, el sol estaba en su punto, y aunque no lo deseará definitivamente ese sol quemaría su delicada piel, pero eso valía la pena, la sonrisa y felicidad de su hijo era lo más importante; Giogio aprendió a nadar con facilidad (a pesar de eso no le quito el flotador), hizo uno que otro castillo de arena y una vez más lo vio jugar con niños mayores que él.
—¡Papi!— venía de la mano con otro niño de cabello oscuro —¡Te quiero presentar a mi nuevo amigo!
Dio dejó de un lado el coco del cual estaba bebiendo para quitarse las gafas y mirar al niño (¿Por qué siempre Giorno debe presentarme a sus amigos?) —De acuerdo ¿Quién es tu nuevo amigo?
—Narancia Ghirga, señor— dijo el pelinegro con algo de vergüenza, no iba a dejar que hablará el menor puesto que estaba seguro que pronunciaría mal su nombre
—¿Eh? ¡Te debía presentar yo!— hizo un puchero
—Niños no peleen y vayan a jugar— la voz de una mujer interrumpió el pequeño conflicto que estaba por armarse
—Es cierto, aprovechen el tiempo pronto se pondrá el sol— los niños aún confundidos obedecieron las órdenes de sus padres y fueron a hacer un castillo de arena, dejando de un lado el mal momento
