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La de ojos violetas se había quedado en esa misma habitación, confundida y bastante sonrojada por la situación, no logró dormir y espero que el rubio llegará, cosa que no ocurrió, ni siquiera cuando amaneció, por lo que decidió irse por su cuenta, no podía darse lujos de quedarse en ese hotel un día más y sola, seguro que la llenarían de preguntas y ella no sabía mentir. Se arregló un poco, tomó sus cosas y luego de llamar un taxi se fue.
Por otro lado, Dio cuando salió de la habitación salió tan apurado como pudo, decidió tomar las escaleras porque sabía que a esa hora nadie pasaría por ahí y que además todos usaban más el elevador, ya en el estacionamiento se dispuso a conducir de vuelta a su casa, estaba confundido y a la vez idiotizado ¿Qué demonios había hecho?, de acuerdo, se había dejado llevar, si bien no había estado con alguna otra mujer durante ya más de un año, tampoco era excusa para intentarlo de nuevo, sus propias calenturas lo habían llevado a tener relaciones fallidas y a sus hijos, él mismo se había propuesto pensar dos veces toda situación y aún así continuaba cayendo, y eso no era lo peor de la situación, lo peor era que lo intento con la pelirroja, a quien más que nadie le debía gratitud por ser tan amable con sus pequeños ¿Había confundido esa amabilidad con algo más? No quería afirmarlo pero en el fondo lo sabía, era un idiota ¿Cómo tendría la cara para volver a verla?. Entre sus pensamientos logró llegar a su casa, entró y se dirigió a su habitación intentando no hacer demasiado ruido, sin embargo, cuando encendió las luces se encontró con el moreno, haciendo sus oraciones, como siempre.
—¿Q-Qué haces aquí? Me habías avisado que llegarias en la tarde— se puso de pie rápidamente
—¿Sigues rezando en la madrugada?— suspiro —Más te vale que sea eso y no estes invocando cosas extrañas— se quitó la chaqueta y se aflojó la corbata —Ocurrió un incidente y tuve que volver— subió las escaleras sin muchas ganas de conversar
Camina tras él —Por supuesto que estaba rezando, ni siquiera se invocar algo— se quejó —Parece que estas de mal humor pero de a buenas para molestarme— chasqueo la lengua
—Es de madrugada Pucci, cualquiera estaría de mal humor— entró a su habitación
—Entonces— se sentó en el sofá —¿Qué pasó?— dijo cruzando los brazos
—No quiero hablar de eso— se quejo, quitándose la camisa y recostandose en la cama
—De acuerdo— se puso de pie —Hablaremos después— salió de la habitación cerrando la puerta tras él.
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Cuando despertó fue igual de detestable como dormir, seguía sintiéndose mal por lo que había hecho; notó que era cerca de medio día, se levantó en busca de un espejo, como pensaba, se veía ridículamente feo, no se había retirado el labial por lo que manchaba su cara, el delineador corrido, su cabello despeinado, y además, notó que su labial se había mezclado con uno rojo que obvio no era suyo, junto con eso uno que otro rastro en su cuello ¿Cómo no se dio cuenta eso momentos antes? Probablemente, no, seguramente Pucci lo vió así y malinterpreto todo. Estaba furioso, furioso con él mismo, fue a buscar ropa y se metió sin dudarlo a la ducha, no podía seguir luciendo así todo el día.
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⧼╹𝐿𝑎 𝐹𝑎𝑚𝑖𝑙𝑖𝑎 𝐵𝑟𝑎𝑛𝑑𝑜╻⧽
FanfictionDio Brando es un abogado de 27 años, que tiene que cuidar a sus cuatro hijos: Giorno, Donatello, Ungalo y Rikiel. Ellos le dan aliento para vivir el día a día, puesto que en el amor, no le ha ido muy bien. ∆Stands: Si, pero no tienen mucha relevanci...