Capítulo veintiocho

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El martes había sido demasiado estresante para la rubia, su única esperanza era que el miércoles llegara rápido para así sacar a su padre del hospital y que todo estuviera bien para poder encargarse de aquel amenazador.

Y aunque el tiempo corría lento, llegaron las 20p.m del miércoles, aquella chica estaba llegando a su casa con su padre, ambos estaban felices, esa noche cenaron juntos y cuando ya eran la 1a.m debía volver a casa.

Mientras manejaba por esas calles vacías notó que un auto la seguía, cómo pudo lo perdió de vista y llegó a su casa sana y salva.

Otros días siguieron pasando, las amenazas eran cada vez peores pero con Esteban ya tenían un plan.

(...)

El sábado llegó y su padre insistió en que esa cena de negocios se realizaría, esa tarde salió de su casa avisando que cenaría con su padre, raramente Cole también tenía una cena con sus padres que habían vuelto de Italia.
Lili se prepararía en su casa, así que simplemente subió a su auto y se dirigió a casa, ya eran las 20p.m y la cena sería en dos horas.

Al llegar saludó a todos, su padre no podía estar más orgulloso de ella, con 17 años había sabido manejar las cosas con tranquilidad y madurez.

Se colocó un vestido azul oscuro, lo acompañó con unos tacones negros, su maquillaje era natural y su cabello quedó suelto con algunas ondas.

A las 21:45 estaba bajando las escaleras, se sentó a la mesa junto a su padre y 15 minutos después María estaba abriendo la puerta de entrada.

—Que puntuales— bromeó en un tono bajo solo para que su padre escuche y este rió levemente, amaba los chistes y comentarios de su hija, subirle el ánimo a cualquiera, era un don que había heredado de su madre.

—Tú y tus chistes no cambiarán jamás— dijo su Papá.

La vista de la rubia se desvió a las personas que estaban entrando en el comedor, un señor, una señora y un joven, los azules chocaron con los verdes y la rubia hizo una mueca de confusión.

—¡Familia Sprouse!— saludó el hombre, estrechando la mano con todos— Mattew, Ariadna, Cole… les presento a mí hija Lili— dijo con una sonrisa y señaló a la chica.

—Buenas noches— dijo estrechando las manos— a ti te conozco— bromeó cuando saludó a Cole, él solo le sonrió tímido.

Sin embargo, que Cole estuviera ahí significaba que la familia Sprouse había comenzado a jugar sucio y que tenía problemas con narcos. "Genial" pensó irónicamente, ahora tenía más de que preocuparse y hacerse cargo.

—¿Se conocen?— preguntó Ariadna mirándolos.

—Somos roomies— explicó Cole.

—Mucho mejor entonces— dijo Ernesto sonriendo, no era una sonrisa fingida, de verdad estaba feliz.

Cole se sentó al lado de Lili y los señores Sprouse frente a ellos, mientras que Ernesto se sentó en la punta de la mesa.

La comida fue normal, conversaban de temas triviales y esas cosas.
Luego de terminar el postre, la rubia sabía que debía hacer, su padre le había enseñado eso.

—Bueno, Cole y yo los dejaremos para que hablen tranquilos sobre negocios— dijo mientras se levantaba de su asiento y el chico asintió levantándose también— ¿Vamos al jardín?— preguntó amable mirándolo y este asintió.

—Tu hija es hermosa— oyó decir a Ariadna y esta sonrió levemente para seguir caminando.

Llegaron y se sentaron en una de las pequeñas mesas que decoraban el precioso patio.

Deberías temerme || Sprousehart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora