Capítulo cinco

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Antes se fijó en la hora y se dió cuenta que ya eran las 13 p.m, suspiró y atendió la llamada de su padre.

(En la llamada)

—¿Papi?— preguntó en el instante en el que atendió.

—Hija, necesito que vengas lo antes posible, es más ven a almorzar… por favor— dijo el hombre algo nervioso.

—¿Pasó algo grave?— preguntó la joven con preocupación.

—No mi niña, pero trae un arma contigo y ten mucho cuidado.

—Claro, está bien, ya salgo para allá— dijo rápido y cortó.

(Fin de la llamada)

Rápidamente buscó en su clóset su arma, la cargó y la enganchó en su jean, también se colocó un buzo largo para que esta no se notara y bajó las escaleras, todo esto en 5 minutos.

—Volveré en la tarde— dijo esta mientras tomaba sus llaves.

—¿Pasó algo?— preguntó Cami levantándose rápidamente del sillón.

—No, pero cuidate. Te quiero— dijo rápidamente y salió por la puerta, dejando a tres jóvenes totalmente confundidos.

Subió a su auto y manejó apresuradamente, al llegar, estacionó en el garaje y entró a su casa para encontrarse con una mucama, que era como su abuela.

—Hola María— saludó amablemente.

—Hola pequeña— saludó sonriente y amable la señora.

—¿Mi padre?— preguntó la chica buscándolo con la mirada por toda la sala.

—Está esperándote en la mesa junto a Esteban— señaló la puerta que daba al comedor y la rubia empezó a caminar.

—Bien, gracias María— dijo con una sonrisa y al llegar a dónde se encontraban los hombres se sentó frente a ellos— Hola— dijo suspirando.

—Buenas tardes— saludaron ambos.

—¿Me van a decir qué pasa?— preguntó ansiosa, mirando como ambos estaban completamente serios y luego de un rato su padre habló.

—¿Recuerdas a Marcus Domínguez?

—Sí, tu mayor enemigo— dijo obvia.

—Me enteré de que él asesino a tu madre— dijo con la mirada perdida, se notaba tristeza y enojo en su rostro.

La cara de la rubia se volvió roja de furia.

—Ese hijo de puta— murmuró golpeando la mesa y Esteban abrió sus ojos con sorpresa.

—Ayer en la tarde, luego de que te fueras, llegó pidiendo hablar conmigo, me dijo que él la había asesinado y ahora amenaza con hacerte daño hija— se notaba la preocupación en su rostro.

—Eso no pasará padre, tranquilo— dijo Lili mientras acariciaba su mano, tratando de transmitirle paz— quiere vulnerabilizarte, pero yo me encargaré lo antes posible.

—Tú y Esteban se encargarán— corrigió.

—De eso puedo encargarme yo sola— desafió su hija.

—No, no me arriesgaré. Él te ayudará— el hombre señaló señaló a Esteban quien solo observaba la escena en silencio.

—Okey— dió un largo suspiro mientras se acomodaba en la silla resignada— ¿sabés que lo hará sufrir? Su pobre hijo Robert— dijo con desición, ya tenía un plan en mente.

—¿Y cómo haremos eso?— preguntó el joven, quién después de varios minutos se animó a hablar.

—El va al casino "La Rueda" todas las noches— contó recordando— 24 años, morocho, de 1,80 aproximadamente y siempre viste de traje, negro o gris.

—¿Cómo sabes todo eso?— preguntó el castaño sorprendido.

—Ya trabajó con él una vez— explicó el hombre mayor.

Luego de hablar un rato más, llegó María con el almuerzo. Cuando terminaron de comer comenzaron a hablar a cerca de un plan.

—¿Cuál es tu plan?— preguntó Esteban mirando a Lili impaciente, esta luego de unos segundos habló.

—Los sábados, se queda hasta las 5 a.m solamente porque los domingos almuerza con su familia, generalmente suele quedarse hasta las 6 o 7— hizo una pausa para verlos a ambos asentir— sale de ahí y va a su casa, el trayecto lleva masomenos media hora, allí no tiene seguridad hasta las 6am, entonces tenemos treinta minutos, pero si lo tomamos por sorpresa será más rápido.

—Entonces ¿Sólo lo secuestraremos?— preguntó el chico.

—No solo lo secuestraremos, lo torturaremos y lo asesinaremos— se tomó unos segundos para pensar— en realidad, yo lo haré, tu solo observarás como se hacen las cosas—aclaró— En fin, cuando salga del casino, tu lo seguirás en un auto sin que él se de cuenta.

—¿No vendrás conmigo?— preguntó confundido.

—No, para cuando él llegue, yo estaré esperándolo ahí. Tú serás mi refuerzo por si me hace daño, ¿está bien?— preguntó buscando su aprobación.

—Okey— asintió él chico y su padre solo la miró orgulloso.

—Bueno, ya son las 16, debo irme— dijo la rubia mirando su celular.

—Bueno hija, cuídate mucho y cuida de Cami— su padre besó su frente.

—Claro papá— asintió con una sonrisa.

—Oye y ten cuidado, por si los matones de Marcus te siguen— advirtió cuando la rubia ya estaba dirigiéndose fuera de la habitación.

—Si lo hacen, les vuelo los cesos— dijo volteandose a verlo con tranquilidad.

—Okey— el hombre rió por lo bajo.

—Disculpa, una pregunta para Esteban— dijo acercándose un poco.

—¿Qué deseas saber?— preguntó el chico.

—¿Alguna vez asesinaste a alguien?— preguntó seria.

—No, ¿Por qué?— preguntó algo confundido.

—Ahora entiendo, tranquilo, trabajarás con Lili Reinhart, te enseñaré como hacerlo. No quiero debiluchos trabajando para papá— miró a su padre quien intentaba no reír.

—Okey— asintió el joven después de un rato, pero la chica ya estaba lejos.

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Se van a venir unas buenas escenas de Lili comportándose como una psicópata.

Estaba más que claro, no puede ser una novela de mafiosos sin tiros y sangre.

Estaba más que claro, no puede ser una novela de mafiosos sin tiros y sangre

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Deberías temerme || Sprousehart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora