Gilbert Blythe, conocido en todo el país, hijo del famoso John Blythe creador de Blythe's Entertainment, y gran mujeriego en su instituto.
Ese chico que ha roto más corazones que platos, siempre ha sido arrogante y geocéntrico hasta que una pelirroj...
Gilbert no iba a ir a Toronto. Había olvidado por completo el hecho de que él sería un modelo y ejecutivo famoso.
Cuando mis amigos se enteraron del detalle, el aire volvió a nuestros pulmones. Ellos querían a Gilbert, pero no querían que yo sufriera más por él.
Ahora estaba al lado de Diana, empacando las cosas para ir a Toronto. El viaje sería largo, eso estaba claro, y necesitaríamos bastantes maletas.
—Tengo el presentimiento de que este año será memorable...—Dice soñadora.—¿No crees? Va a ser raro, hemos pasado de ser los mayores del insti a ser los enanos de la Uni.
Suspiro,—Puede ser... Ya no somos críos.
—A mi me da igual ser críos o no, la fiesta corre por mis venas, bitches.—Aclara Josie caminando como Diva al entrar en mi habitación.—¿Aún no habéis acabado? Y yo pensando que era la que más iba a tardar...
—Ya casi... Es-toy...—Digo intentando cerrar una de las maletas que no daba el brazo a torcer, cuando siento el clic suspiro aliviada y me levanto triunfante,—Ya.
Ella me hace gesto a mí y a Diana para bajar, dónde todos mis amigos estaban esperando con las maletas, y con sus teléfonos gritándose. Imagino que estarían jugando Among Us.
—¿Ruby?¿Eras impostor?—Dice Moody indignado.—Me has matado, soy tu novio, traidora.
Ella sonríe feliz.—Hoy ya no me sirve tu papel de víctima, Moodyboo.
—Mierda.
—¿Vamooos?—Pregunta Josie ansiosa intentando salir. Billy le da una sonrisa de boca cerrada y asiente para cogerla de la mano y salir por la puerta con las maletas.
Todos salimos de casa, y obviamente yo voy al coche donde Marilla y Matthew esperan fuer apra despedirse.
—Recuerda, llámame todos los días a la noche, cepíllate los dientes y no te desveles. No quiero que saques malas notas, y no causes problemas...—Dice Marilla abrazándome cada dos por tres y apretando mi mejilla.
Matthew me abraza y me susurra al oído,—No le hagas caso.
—Matthew, te he escuchado.
Él se encoge de hombros y me da un beso en la mejilla,—Pásalo bien, Anne.
Yo asiento y me meto en el coche. Este arranca, y miro como me alejo de Green Gables, recordando todos los momentos felices que pasaron allí.
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—Paso de volver a dormir al lado de Billy.—Se queja Josie masajeandose el hombro,—Me ha aplastado, au.
Ruby se rasca los ojos,—No te quejes, Moody solo sabe roncar.
Diana furiosa a mi lado se cruza de brazos,—Pues entonces aguantar vosotras a Jerry, por la mañana le han quitado las muelas del juicio y aún no se le ha salido la anestesia de cuerpo. Dos malditas horas tuve que insistir para que dejara de hablar de juegos sexuales y de que quería una hamburguesa.
Yo me río.
Empezamos a caminar hacia fuera del aeropuerto y veo la ciudad. Es un sitio cuidado, hace buen tiempo, la gente no es ruidosa. Pensé que odiaría Toronto, pero no está tan mal.
Era bastante de noche, y las luces de todos los edificios iluminaban el mar. Era inexplicable lo que eso producía.
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