Vigilancia

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Los vio de lejos en Kumogakure, no podía mentir, primero la vio a ella. Se estaban quedando a casi un día de la aldea pero él había insistido en que quería asistir al festival, así que lo habían dejado ir solo, con la condición que volviera con provisiones.

Era mediodía cuando escuchó los murmullos de varias personas que empezaban a agruparse alrededor de un puesto de juegos, se acercó con curiosidad y allí estaba, una joven de cabello castaño con un curioso peinado que no fallaba un solo tiro. Claramente una kunoichi, saltó emocionada ocasionando que la falda que le llegaba a las rodillas se levantara y dejara ver parte de sus muslos, en donde alcanzó a divisar un par de armas sujetas con vendas, la bandana en su frente revelaba que no era de allí. Quiso acercarse a entablar conversación con ella aunque tuviera un letrero casi de neón que gritaba que era menor de edad, eso le atraía más de lo que quería admitir, estaba en parte interesado en conocerla y en parte tenía curiosidad porque era de Konoha, tal vez podría conseguir algo de información para sus hermanos. Sabía que no aparentaba sus veintiún años y era bien parecido, estaba seguro de lograr cautivarla. Una mirada amenazante que no estaba dirigida a nadie y a la vez estaba dirigida a todos lo detuvo, no estaba sola. Fue entonces que se fijó en el muchacho que la vigilaba y acompañaba, un Hyūga claramente. Se veía mayor que ella pero no por mucho, tal vez dieciocho máximo diecinueve años, así que probablemente podría por fin tratarse del chico del que tanto hablaba Uryuu, no le agradaba eso.

Todos sus hermanos seguían obsesionados con esa estúpida venganza, aunque pareciera que por momentos la olvidaban, a veces en los trabajos que hacían se cruzaban con algún Hyūga al que atacaban y robaban, pero nunca era el muchacho que Uryuu describía. Personalmente los veía a todos iguales, solo cambiaba la edad y esta vez precisamente coincidía. Tal vez debería enviar un mensaje a la guarida avisando lo que acababa de encontrar, pero eso significaría que no podría disfrutar el festival como quería y avivaría el odio que carcomía a los demás. No, se quedaría callado.

Su especialidad era la vigilancia, así que los siguió a la distancia, ella caminaba feliz observando todos los locales, él solo iba detrás de ella y asentía o negaba, generalmente con la cabeza, no era muy conversador. Ella devolvía algunas sonrisas a quienes pasaban pero nadie era capaz de acercarse. No entendía, era bueno estableciendo las relaciones entre las personas y claramente ellos no eran una pareja, entonces ¿por qué no dejaba que nadie se le acercara?

Estuvo detrás de ellos el resto del día, el muchacho era demasiado serio, no podía decir si era una característica de los Hyūga o no, pues nunca había vigilado a uno durante tanto tiempo, ella en cambio era habladora, alegre y comía muchos dulces. Finalmente los vio cenar en uno de los puestos de comida rápida, con esa forma de comer se notaba que ella hacía bastante ejercicio para mantener ese cuerpo. Fue a la posada para pasar la noche y aceptó la propuesta de compañía de una muchacha, esa era otra gran ventaja de estar en la aldea y no en la cabaña con los demás.

Al siguiente día los vio a lo lejos, ella estaba en un vestido típico de la aldea, si se quitara la bandana podría pasar como cualquier aldeana normal. El chico iba vestido exactamente igual y aparentemente estaba más hosco que el día anterior, con una diferencia, ahora podía ver que la tocaba ligeramente, eran cosas sencillas, ligeros roces al mover la mano para tomar algo de alguna mesa que casualmente estaba cerca de la cintura de ella, o pasar la palma de su mano por su hombro al abrir paso en medio de la multitud. Él tenía más contacto físico con sus hermanos, pero aun así era extraño porque el día anterior escasamente le hablaba, ella no se molestaba pero tampoco parecía sorprendida. Sacudió la cabeza enojado consigo mismo, se estaba tomando ese festival como un trabajo en lugar de divertirse que era su objetivo. Les dio la espalda y caminó en la dirección contraria. La aldea era lo suficientemente grande para no cruzárselos. Esa noche buscó alguna mujer castaña que lo distrajera.

El Clan KazirgaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora