Día soleado

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Se fue de la oficina de la Hokage pensando en ese beso, había sido casi exactamente igual que esas noches que habían compartido en ese departamento de la otra aldea mientras esperaban el pergamino, pero esta vez no había parecido premeditado, había sido de una forma tan espontánea que a diferencia de esas veces lo dejó totalmente desconcertado.

Porque la primera vez que ella lo hizo, él se había ensimismado y tardado bastante en dormirse solo pensando en ese ligero contacto y todos sus posibles significados, lo había tomado con su guardia completamente abajo, especialmente porque su mente estaba demasiado distraída con la pequeña prenda que Tenten tenía puesta, y que se había rehusado a quitarse aunque él se lo hubiera sugerido, con todo lo que pensó al respecto no fue desconcierto esa vez. Y esa siguiente noche en la cocina, después de hacer su mejor esfuerzo por hacer una cena decente y tomarla juntos, internamente deseó que lo volviera a hacer, aunque por fuera siguiera viéndose en su estoicismo habitual. Y precisamente por dicho estoicismo no había sido capaz de hacer nada, por más que entendía que era una invitación de ella a dar ese paso y demostrar que los dos estaban teniendo las mismas sensaciones en sus entrenamientos. Solo esa última noche se había atrevido a unir sus labios con los de ella mientras fingía que había sabido lo que hacía, para después esconderse en su habitación. Inicialmente había pensado en hablar con ella cuando finalizaran la misión, aunque no tuviera idea sobre qué decirle. Era obvio que esa conversación ahora nunca iba a ocurrir, aún si ella recuperara su memoria seguía estando el factor que era su culpa y el consiguiente odio que ella le iba a tener.

Porque esa espontaneidad revelaba que de alguna forma ella recordaba haber hecho eso y se sentía cómoda con él, esa Tenten al parecer era un poco más impulsiva. Pero lo único que pasaba por su cabeza ahora averiguar quiénes eran esos malnacidos y entrenar, entrenar mucho. No lo iban a volver a derrotar tan fácilmente. Por eso había salido de la mansión Hokage con rumbo al campo de entrenamiento sin detenerse a desayunar y había ejercitado hasta casi desfallecer. Llegó a su departamento y sin siquiera quitarse la ropa se tiró sobre la cama y quedó fundido al instante.

Era tal el agotamiento acumulado, tantas las noches que duró apenas pegando el ojo mientras la buscaba y posteriormente vigilaba esa cabaña, que durmió doce horas seguidas, eso nunca había ocurrido. Al despertar, se levantó y se dirigió a la cocina, en el refrigerador tenía algunas sobras de la comida que solían llevarle desde el Clan y que era el motivo por el cual aunque vivía solo, no se había preocupado antes por aprender a cocinar realmente. Sacó la comida y recalentó un poco para desayunar, pensando que el día anterior fue desatento con su cuerpo al no haber consumido ningún alimento. Cuando estuvo listo eran casi las siete de la mañana, hora perfecta para irse al campo de entrenamiento. Respiró profundamente al llegar al lugar y empezó a calentar. Debía dejar de lado las técnicas de su familia, así que al igual que el día anterior se estaba enfocando mayormente en los movimientos de taijutsu, golpeando un tronco, pero ese ejercicio sin otra persona no era tan efectivo, necesitaba conseguir un compañero de entrenamiento y pensó en Tenten, con quien se complementaban al entrenar y era la única capaz de decirle exactamente en qué estaba fallando aunque a él no le gustara escucharlo. Casi como si la hubiera invocado la vio llegar allí, en su traje deportivo, pero por su mirada podía ver que no había sido a propósito, otra vez estaba escapando de algo.

- ¿Tenten? — llamó su atención, ella respiraba aceleradamente — ¿estás bien? — asintió con la cabeza en movimientos rápidos y se sentó en el suelo con los ojos llorosos

- Me perdí — le dijo, al menos no estaba abrazando sus rodillas — creí que recordaría como regresar... me asusté y otra vez no sé cómo llegué hasta aquí

- ¿Quieres que te acompañe de regreso? — ella negó con la cabeza y se estiró, como quitándose el estrés que la había dirigido a ese lugar

- No... todavía no — corroboró y se acostó en el pasto, disfrutando el sol con los ojos cerrados y quedándose en silencio, él se sentó a su lado. Se veía totalmente tranquila, con la cicatriz de la muñeca hacia arriba como si buscara que se bronceara — ¿Cuánto tiempo pasábamos aquí?

El Clan KazirgaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora