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La clase de ética no era la favorita de JungWoo, se encontraba escribiendo lo que el profesor escribía en el pizarrón, sin mucho interés, era la última clase de su aclamado viernes.

Juraría que moriría de aburrimiento, pero la puerta del aula fue abierta de golpe, dejando ver la figura de Nakamoto Yuta, el chico que rondaba por su mente estos últimos días, una sonrisa adorable se formó en sus labios al verlo.

—Se puede saber, ¿por qué abres así e interrumpes mi clase jovencito?— el chico, apenas recuperaba el aliento y volteó a ver al profesor.

—¡Lo lamento! Nunca he sido paciente, ¿me da unos diez minutos? Debo hacer algo, si no siento que moriré.— sin esperar respuesta del profesor, Yuta camino hasta donde JungWoo, sujetándole la mano.

—Y- Yuta... — el chico se sonrojó por aquel acto tan repentino, pero sin protestar más se puso de pié.

—JungWoo llevo todo el día esperando a que se acaben las clases pero no pude soportarlo más... ¡Me gustas!— un owww de toda la clase incluido el profesor Donghae se escuchó, las mejillas de JungWoo estaban rojizimas.
—Sé que todavía no nos conocemos muy bien, pero créeme cuando te digo que me gustas, casi desde el primer momento en que te vi y no soporto un segundo más, ¿Quieres ser mi novio? Te daré muchísimo amor y te cuidaré con mi vida. Es una promesa.

Toda la clase estaba expectante a aquella escena casi salida de un drama.

—Claro que quiero Yuta.— respondió JungWoo con voz suavecita y el japonés no tardó en besarlo con dulzura.

Ese día Yuta y JungWoo salieron de la universidad con las dedos entrelazados y los corazones latiendo muy fuerte, aunque claro está uno de esos corazones latía con más fuerza.

Para la mañana siguiente todos sabían de la nueva relación de Yuta y JungWoo, todos tarde o temprano sabían que los esfuerzos del japonés en enamorar al coreano funcionarían.

Todos estaban seguros que Nakamoto amaría y cuidaría a JungWoo.

Algunos otros decían que no durarían mucho.

Y otros afirmaban que JungWoo solamente había aceptado por la presión social, pero claro que los que decían eso eran pretendientes de Woo, pobres almas.

Yuta jamás dejaría a JungWoo, ni por chiste.

Y desde ese momento JungWoo supo que a casi nadie le interesaba lo que él sentía u opinaba, se sintió como un lindo accesorio a lado del chico con sonrisa preciosa. Amaba a Yuta, pero a veces dudaba si tanto como Yuta lo amaba a él.

- ̗̀ʚᴏʙsᴇssɪᴏɴ;; ʏᴜᴡᴏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora