— No hagas que me arrepienta de esto, Eva.Finalmente había convencido a Caleb de quedarme en la habitación, lejos de las manos de Jacob. No estaba muy convencido pero se marchó repitiéndome una y otra vez que me quedara ahí. Yo misma até las esposas al radiador, lo hice de manera que pudiera soltarme más tarde y esperé. Esperé un par de horas para asegurarme que no quedaba nadie en la casa y me las quité. Miré por la ventana y me acerqué a la puerta, no se escuchaba nada.
Llevé mi mano al pomo de la puerta y abrí, esperé unos segundos por si alguien venía. Asomé la cabeza, no había nadie y salí, no conocía la casa y todo estaba a oscuras. Bajé por las escaleras y me encontré un enorme recibidor, imaginé que ahí estaría la salida a la calle directamente por el guardia que la custodiaba. Reculé un poco para que no me viese y escuché a mis tripas sonar, tenía hambre, busqué alguna salida pero en todas había guardias.
Pensé si valía la pena jugármela así, no iba a poder llegar ni a la valla que rodeaba la casa. Caleb me había dejado sola sí, pero la casa estaba totalmente rodeada. Mis tripas volvieron a sonar y busqué la cocina intentando no hacer ruido. Abrí la nevera y solo había algunas cervezas, vino y leche. Busqué por los armarios y encontré galletas, cogiéndolas volví de nuevo al recibidor para volver a subir a la habitación.
Me entró curiosidad por aquel despacho donde había estado antes y miré a mi alrededor, había demasiados pasillos y no sabía por dónde era. La puerta principal se abrió de golpe conmigo en medio del recibidor, los hombres de Caleb se me quedaron mirando asombrados y retrocedí unos pasos hasta que vi a Caleb con el rostro ensangrentado. Me miró y me quedé bloqueada, mis piernas no funcionaban y supe que se estaba arrepintiendo de haberme dejado allí.
—Eva... —Dijo en un susurro.
—¿Qué quiere que hagamos señor? —Dijo uno de los hombres acercándose.
—Nada, yo me encargo, pueden marcharse.
Aquellos hombres lo miraron extrañados y dubitativos salieron de la casa sin decir una palabra. Yo seguía en el mismo sitio, sin poder moverme mientras él iba acortando la distancia que nos separaba.
—¿Qué te ha pasado? —Pregunté en bajito.
—¿Qué intentabas preciosa? —Dijo con la sonrisa ladeada. — ¿Marcharte?
—No. —Negué con la cabeza varias veces y eso le hizo reír.
—Creía haber sido muy claro cuando te dije que no hicieras algo de lo que los dos pudiéramos arrepentirnos... —Lo tenía a menos de un metro y me fijé en los cortes de su ceja. Estaba enfadado y sangraba.
—Eso no tiene buena pinta... —Dije señalando su corte en la ceja.
—Lo que no tiene buena pinta es lo que me apetece hacer contigo ahora mismo. —Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
—He bajado a por comida. —Contesté rápidamente enseñándole el paquete de galletas.
—Sube a la habitación. —Masculló.
—Deja que te cure eso.
Me miraba tan intensamente que parecía que estaba viendo a través de mi piel. Se quedó extrañado cuando le dije que me dejase curarle la herida, hasta yo me quedé extrañada, no sabía por qué había dicho eso.
—Sube a la habitación. —Volvió a repetir.
—Si no curas eso se va a infectar, está cerca del ojo.
—Hay un botiquín en el baño de mi habitación, sube y cógelo, ahora voy.
Me di la vuelta rápido y corriendo subí las escaleras, corrí por el pasillo y me metí en la habitación. En el baño busqué el botiquín y cuando lo encontré lo saqué encima de la cama viendo qué había. Poco después Caleb entró en la habitación sin camiseta y vi un enorme golpe en las costillas y unos abdominales de infarto. <Concéntrate Eva, es un criminal y te tiene encerrada>.
—Joder... —Solté mirando el golpe.
—No es para tanto, Eva.
—Siéntate.
Se sentó en frente de mí y me acerqué con las cosas para curarle. Puso sus dos manos en mi cintura y me acercó más a él, di un paso atrás para separarme pero volvió a acercarme a él.
—Caleb. —Me quejé, su agarre me quemaba la piel.— Suéltame
—Deja de hablar y cúrame, ¿Cómo lo vas a hacer a dos kilómetros de distancia?
—No lo voy a hacer a dos kilómetros de distancia pero agradecería que quitaras tus manos de mi cintura.
—¿Por qué? ¿Te molesta?
—Sí.
Tiró más de mí todavía, el aire ni siquiera corría entre nosotros y le vi hacer una mueca cuando mi pecho chocó con el morado de sus costillas.
—Para White, te vas a hacer daño.
Me estiré para coger una gasa y empezar a limpiarle las heridas que tenía en la cara, quise preguntar qué había pasado pero no me correspondía meterme en aquello y ni siquiera me tenía que importar. Con sus manos rodeándome me concentré en aquellas heridas, una de ellas necesitaba puntos pero sugerirle ir a un hospital iba a ser perder el tiempo.
—Ya está.
—Gracias. —Me dijo soltándome, recogí el botiquín y lo dejé donde estaba. —¿No ibas a marcharte?
—No.
—¿Por qué?
—Porque el resultado iba a ser el mismo al de la primera vez, tienes la casa rodeada ni siquiera iba a llegar a la valla. ¿Cuándo me voy a poder ir?
—En poco. —Me contestó tumbándose en la cama. —Ven.
Me quedé en el sitio y me fui al rincón de la habitación donde me había acostumbrado a estar.
—Ven a dormir a la cama, Eva.
La idea de compartir cama con Caleb me alarmaba, me agobiaba pensar que todo lo estaba haciendo mal, horrible. Me había besado con el criminal más buscado por el FBI, le había curado las heridas y ahora me iba a meter con él en la cama. De mal, a peor.
Me acerqué a la cama y me senté en el borde. Empecé a plantearme que el trabajo que había elegir no era para mí cuando tiró de mí hasta tumbarme y se acomodó. No me tocaba, había espacio entre nosotros pero ahí estaba, a mi lado.
—¿Tengo que atarte a la cama o me vas a dejar descansar esta noche?
—No tienes que atarme.
—Bien, buenas noches.
Mi cabeza se llenó de pensamientos entre los que destacó el qué iba a pasar si es que me dejaba marchar. ¿Qué iba a hacer con mi vida entonces?
—Caleb... ¿estás dormido? —Pregunté bajito media hora después.
—¿Qué pasa Eva? Duérmete.
— ¿Qué va a pasar cuando vuelva? Al FBI digo.
—Cuando eso pase yo estaré muy lejos de aquí y podrás contar todo lo que quieras, me habré retirado y tendré una casa enorme donde no me encontrarán nunca.
— ¿Yo tampoco? —Noté que se giraba en la cama, debía estar igual de confundido que yo con aquella pregunta.
—Si vas a seguir buscándome para qué quieres irte. —Me quedé callada.
—¿Y qué quieres entonces? ¿Que me quede aquí?
—No me importaría.
Me senté en la cama mirándole, ¿no me importaría? ¿Qué tipo de respuesta era esa?
—¿Qué no te importaría?
—Duérmete Eva.
—Contéstame, Nitro. —Le escuché reírse.
Tiró de mí pegándome a él, mi espalda daba contra su pecho y su brazo rodeaba mi cintura. Me quería mover, quitarme de allí y marcharme a casa, pero estaba tranquila. Estaba cómoda y eso me asustaba enormemente y me enloquecía a partes iguales.
—¿Ahora soy Nitro? ¿Ya no soy Caleb? — Guardé silencio y me removí entre sus brazos. — Duérmete.
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¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
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Sin pruebas. ©️ ✅
RomanceEva es agente especial del FBI, su superior le asigna un nuevo caso; atrapar a Caleb White, un peligroso narcotraficante. Eva recluta a un equipo pero todas las pruebas que siguen les llevan a lo mismo, a nada. -Explícame por qué Caleb. -Me revolví...