46.

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Caleb y los chicos se marcharon de la isla aquella noche y me quedé sola. Paseé por la isla, me senté a la orilla del mar mojando mis pies y nadé en la piscina. Me acosté en la cama intentando dormir pero no lo conseguía, se me cerraron los ojitos cuando empezó a amanecer. Noté unas caricias en mi cara y al abrí los ojos me encontré con Caleb.

—Has vuelto. —Dije volviendo a cerrar los ojos. Las caricias no pararon y me acomodé.

—Sí.

Se acomodó conmigo en la cama abrazándome y me sentí en calma, siempre me sentía así estando con él.

—Hueles bien. —Me dijo. — No quiero que te marches.

—Son solo unas semanas, no voy a dejarte y además pienso volver.

—¿Cómo puedo creerte?

Me giré quedándome de frente y le enseñé el anillo que me había dado. Me abrazó más y besó mi frente.

—Luis va a ir contigo, quiero que si tienes un problema me llames. Quiero que si...

—Lo haré.

No puse pegas a que Luis viniera conmigo y prometí que llevaría mi pistola encima siempre.

—¿Tienes tus cosas preparadas? —Me preguntó levantándose de la cama. Negué con la cabeza. — Luis va a venir en un rato, prepara tus cosas y baja, hay algunas cosas que quiero dejar claras antes de que te vayas.

Me levanté de la cama y entré en el vestidor, cogí una de las maletas vacías y metí algo de ropa y mi neceser de baño. Puse a cargar el ordenador para poder trabajar durante el viaje y marqué el número de Daniel.

— Eva.— Dijo nada más descolgar.

— Vuelvo a casa.

—¿Qué?

— Que voy a volver a casa, ayudarte con el caso y volver a mi destino paradisíaco. No se lo digas a nadie porque no voy a volver de la excedencia, nadie puede saber que voy y menos que te ayudo con esto. ¿Entendido?

— ¿Cuándo vienes?

—En estos días, te aviso cuando esté allí.

Terminé de preparar la maleta y la bajé por las escaleras. Busqué a Caleb por la casa y lo vi en la entrada hablando con Luis. Le dio varias llaves que éste guardó y vinieron hacia mí.

— ¿Estás lista cielo? —Me dijo mi chico.

—Estoy lista.

Pasamos al salón y me senté en uno de los sillones mientras Luis se ponía a uno de mis costados. Caleb dio un par de vueltas y se sentó en frente. Miré por encima de mi hombro viendo la cara seria de Luis.

— Dos semanas, máximo. —Asentí. — No te vas a separar de Luis y me vas a llamar todos los días.

— Lo he entendido. —Me levanté del sillón pero Luis volvió a sentarme tirando de mi hombro para abajo.

—No hemos terminado, Eva. —Me dijo aun con la mano en mi hombro.— Espero que estés escuchando bien, no soy tu niñero.

—Lo he escuchado perfectamente, voy a ayudar en un caso no me voy a la guerra. Joder, ¿qué os pasa?

— Lo que pasa es que no nos cuentas lo que vas a ir a hacer. —Empezó a decir Caleb. — Este secretismo no me gusta nada.

—No puedo hablar de los casos en curso, eso ya lo sabéis. —Intenté justificarme pero cuando hablas con alguien que ya se ha pasado el juego más veces y antes que tú es complicado ocultar ciertas cosas.

— Si quieres que nos creamos eso vale. No me hagas ir a por ti Eva, porque si eso pasa no vas a volver a salir de esta isla hasta que... —Me reí a escondidas. — No es gracioso, ven aquí.

Me levanté del sillón y me senté en sus piernas donde estaba muy cómoda. Acaricié su pelo y le abracé.

— Voy a tener cuidado.

— Más te vale.

Hundió su cabeza en el hueco de mi cuello y dejó un par de besos. Luis cogió mi maleta y la sacó dándonos intimidad.

— Vuelve, Eva. Sin ti...

— Te quiero, Caleb.

Nos tomamos unos minutos para despedirnos y nos besamos mucho, iba a echar de menos esto todos los días. Me acompañó a la puerta de la casa donde estaba Luis hablando por teléfono.

—El jet esta listo. — Sentenció Luis cuando colgó el teléfono.

— ¿Vamos? —Lo vi asentir.

— Luis... — Empezó a decir Caleb. — Tráela de vuelta.

— Sí, señor.

Volví a despedirme de Caleb y me subí al barco, mis tripas sonaron y busqué algo de comida.

—¿Se te ha olvidado algo? —Me preguntó Luis.

— Busco comida, estoy hambrienta.

—Ahí no hay comida, no creo que haya comida en el barco.

—Joder...

— Podemos comprar algo al llegar a la capital. — Asentí. — Eva... vamos a pasar mucho tiempo juntos estos días, no quiero líos.

— No pretendo meterte en ninguno, tampoco pretendía que vinieras. Pero sé que algo has tenido que ver para que Caleb cambie de opinión así que gracias.

— No quiero arrepentirme de esto. — Se marchó dejándome sola.

Cuando llegamos a la costa Luis se encargó de buscar un local de comida para llevar y yo aproveché para llamar a Daniel.

— Hola preciosa.

— Hola, ¿todo bien? ¿Alguna novedad? Estoy de camino pero podrías mandarme todo lo que tienes al correo así en el viaje puedo ir poniéndome al día.

— Vale, te envío todo lo que tengo. ¿Necesitas que te vaya a buscarte al aeropuerto? —Luis salió del local y se acercó a mí en silencio.

— No, no te preocupes. Nos vemos pronto.

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