49.

5.6K 300 6
                                    



Aquella noche no pude dormir, ni si quiera pude estar quieta bajo las sábanas cinco minutos. Estaba intranquila y nerviosa pensando en qué pasaría cuando llegase Caleb. Me levanté un par de veces caminando por la casa y vi que Luis no podía dormir.

— ¿Puedes dejar de caminar por toda la casa? Me estás poniendo nervioso, Eva. — Me dijo una de las veces y me dejé caer en el sofá.

— No puedo dormir.

— No eres la única.

Volvió el silencio, algo que nunca me había molestado pero que ahora me daba ansiedad, mi mente iba a mil.

— ¿Cuánto tiempo llevas en esto?— Me preguntó Luis.

—¿En el FBI?

—No, en el caso de Jacob.

—Caleb me sacó del bar cuando estaba en una operación en cubierto, el caso de las niñas. —Asintió. — Cuando estábamos en el callejón lo vi, a Jacob. Caleb me confirmó que él estaba detrás del tráfico de menores y cuando me enteré que le asignaron el caso a mi amigo le ayudé. Investigué por mi cuenta y le iba pasando cosas que encontraba, tiré de contactos y pude sacar algunas direcciones. Yo averiguaba y Daniel lo investigaba, creía que era un buen plan hasta que un día Daniel se encontró un Ipad en una dirección que le pasé. Desde ese día supe que algo iba mal y...

— ¿Y qué? —Insistió.

— A Daniel le llegó una nota, igual que las que me han dejado en mi casa. Pero no iba para él, iba para mí.

— Déjame verla.

Me levanté del sofá y fui en busca de mi ordenador, Daniel le había hecho una foto y me la envió al correo. Volví con el portátil en la mano y se la enseñé.

—¿De cuándo es esto?

—Del día que le dije a Caleb que tenía que venir. —Volvió a mirar la nota. —¿Sabes dónde está Jacob?

—No, pero aunque lo supiera no podemos enviar al FBI a que lo coja, ya sabe que estamos detrás, cantaría en cuanto le ofrecieran un trato. Tú sabes bien de qué tipo de trato estamos hablando... — Dejó el portátil en la mesa y cerró la tapa. — ¿Qué trato le ofrecerías tú? Sé que también haces interrogatorios.

—Le ofrecería la mitad de su condena con opción a libertad condicional si nos da algo mejor.

—¿Y qué sería ese algo mejor en este caso? —Pensé en Caleb.

— Caleb.

—Exacto y tú. Destapar a una agente del FBI... —Me tumbé en el sofá boca arriba.

— Si la policía no lo puede coger entonces...

— Intenta dormir un poco, mañana vemos qué hacemos cuando llegue Caleb.

Me acomodé en el sofá y Luis me puso una manta por encima, cerré los ojos intentando conciliar el sueño y horas después lo conseguí. Estaba teniendo una pesadilla de la que no me podía despertar, fuera del sueño escuché un golpe, ¿alguien estaba en mi casa?

Abrí los ojos rápidamente echando mano a mi pistola pero no la llevaba encima y me quité la manta de golpe. Caleb estaba sentado en frente de mí, en una silla a un par de metros, Luis entró por la puerta cuando mi respiración empezó a normalizarse. Podía escuchar mi corazón latiendo, bombeando rápido en mi pecho. Caleb estaba serio, enfadado y casi ni pestañeaba.

— Caleb, yo...

— No quiero escucharte, Eva.

Miré a Luis que se revolvía el pelo con una mano y volví a mirar a Caleb a los ojos.

— Ya sé que estás enfadado. — Una carcajada salió de su garganta y los pelos se me pusieron de punta.

—No te haces una idea, ni la más remota idea de lo enfadado que estoy.

—Ya sé que te he metido en un lío, Caleb. Soy consciente.

—Eso es lo de menos, Eva. Has estado haciendo cosas a mis espaldas, has estado jugando a ser la heroína de...

—No estaba jugando a nada.—Lo interrumpí pero levantó la mano para callarme.

— Has venido aquí sin contarme lo que realmente pasaba, te dije que si tenías un problema me llamases y me engañaste con la escusa de los casos en curso. —Se levantó de la silla y se alejó. — ¿¡Qué pretendías!? Nos hemos ido a Fiji para estar tranquilos y no eres capaz de estarte quieta ni un año que es lo que dura tu excedencia, ¡Ni uno!

—Pretendía no meterte en esto, que no volvieses a meterte en algo que acababas de salir.

Se acercó a la puerta donde estaba Luis y me dio la espalda.

— Voy a hablar con los chicos, no quiero que ponga un pie fuera de esta casa. —Escuché que le decía a Luis. — Me da igual cómo lo hagas, como si tienes que atarla a la puerta.

—Sí, señor. —Contestó éste.

—No estarás hablando en serio. —Me quejé. — ¿¡A dónde vas ahora!?

— No creo que quieras ver lo muy en serio que voy.

—¿A dónde vas?— Repetí de nuevo.

— A arreglar esta mierda.

Sin mirarme se marchó dando un portazo y cuando reaccioné me levanté intentando seguirle pero Luis me impidió que llegase a la puerta.

— No quiero atarte, Eva. Pero ya has hecho suficiente, no te acerques a la puerta.

🔍🔍🔍🔍🔍🔍🔍🔍🔍🔍🔍🔍🔍🔍
Si te ha gustado, vota y comenta, por favor.
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
♥️

Sin pruebas. ©️ ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora