27.

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Un año después.

— ¿Cómo te viene un caso de prostitución de menores? —Me dijo mi amigo Tyler cuando descolgué el teléfono.

Y la verdad que me venía bien cualquier cosa para distraerme y no pensar, así que acepté. Infiltrarse en una red que coge a menores indefensas para prostituirlas es jodido. Me preparé bien el personaje, no dejé cabos sueltos y meses después de frecuentar el bar donde se reunía el jefe cogí confianza. Estaba dentro. 

Estaba tomándome una copa en el bar de siempre, una copa que nunca se vaciaba, tenía que estar atenta. Aquella noche se haría la entrega, cinco chicas adolescentes menores de edad que iban a usar para prostituir. Mis compañeros estaban fuera del bar, en un furgón esperando que diese la orden para entrar, hasta que no tuviese visual de aquellas chicas no podíamos hacer nada.

Un mensaje llegó a mi móvil y metiendo la mano en el bolso disimuladamente lo leí.

Desconocido.
Sal de ahí.

Por un momento me acordé de Caleb cuando me enviaba mensajes pero también lo hacía Daniel para hablar conmigo cuando estaba infiltrada. Contesté de vuelta aquel mensaje.

Eva.
Todavía no tengo visual, a la espera.

Desconocido.
La cosa está a punto de ponerse fea.
Sal de ahí.

Eva.
Negativo. Sigo sin visual, mantengan sus puestos.

Desconocido.
Eva, tienes que marcharte por la puerta de atrás, la que está al lado del baño de hombres.

Disimuladamente me levanté de aquella silla junto a la barra y contoneándome caminé hacia los baños. Vi la puerta al lado de los baños de hombres y asegurándome que no venía nadie la empujé. Un callejón en la parte de atrás del bar, abrí la conversación y tecleé.

Eva.
¿Me lo vas a explicar? Tengo que volver dentro, he estado meses trabajando en esto para que ahora se — Sí, lo sé. Pero hoy no les vais a coger. —Dijo una voz en aquel callejón. — Aquellos hombres del bar no han pagado y las chicas no van a llegar, en su lugar van a llegar muchos tíos armados que van a disparar a lo primero que se mueva, incluida tú.

Salió de las sombras y lo vi, lo vi claramente, después de un año. El corazón se me iba a salir del pecho, abrí la boca para coger algunas bocanadas de aire y me agarré a un cubo de basura para no perder el equilibrio.

—Caleb...

—Me alegra saber que no te has olvidado de mí.

Se acercó, lo suficiente para casi poder tocarnos.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —Pregunté.

—Cuidar de ti.

— Soy capaz de cuidarme sola.

Me crucé de brazos intentando parecer segura, pero lo único que quería era esconder el nudo que se me estaba formando en el estómago.

—Tengo que volver.

—¿No me has escuchado? Si no hay dinero no hay chicas y no han pagado.

—Caleb, hay un furgón lleno de policías al otro lado de la calle...

—Lo llevas puesto. —Dijo de pronto cogiéndome la mano y mirando el anillo. Me tocó y una corriente eléctrica me recorrió el cuerpo entero.

Retiré la mano y me alejé un par de pasos viéndolo sonreír. Me di media vuelta, muy digna y abrí la puerta por la que había salido pero esta se cerró antes de que pasara. Sabía que la había cerrado él, lo supe en cuanto pude oler su perfume, estaba muy cerca. Me giré y ahí estaba, guapo. Joder, guapísimo.

—No puedo dejar que entres.

Suspiré armándome de paciencia mientras él no tenía pinta de moverse. Segundos después se escucharon gritos, seguidos de unos disparos. Mi móvil vibró con una llamada entrante, Daniel.

—Vaughan. Estamos escuchando disparos dinos qué pasa, vamos a entrar.

—¡No! Es una emboscada, no están las chicas.

—Entendido.

Miré a Caleb de nuevo y me agarró de la muñeca tirando de mí, nos escondimos en el callejón. Me pidió que guardara silencio, iba a abrir la boca para pedirle explicaciones cuando la puerta por la que había salido se abrió. Lo que vi me dejó helada; Jacob empuñando un arma. Apuntaba al jefe en la cabeza y presté atención intentando escuchar lo que decían.

—¿Dónde está mi dinero?—Decía Jacob mientras presionaba más y más aquella pistola.

—¡No lo tengo! Te juro que no lo tengo yo.

—¿Y quién sino? ¿Cómo me pensabas pagar? Tienes veinticuatro horas, o sino iré cortando tus dedos uno a uno, seguiré con tu lengua y cuando no puedas más dejaré que te desangres.

Le pegó con el arma en la cabeza y lo dejó tirado en el suelo, después se marchó. Miré a Caleb esperando alguna explicación pero no me salió ninguna palabra.

—Dame tú móvil. —Me dijo extendiendo la mano. —Vamos, confía en mí.

Lo vi teclear y cuando me lo devolvió pude leer una dirección.

—¿Qué es esto? Le has mandado una dirección a mi equipo. Caleb como esto sea una encerrona...

—Ahí es donde están las chicas.

—Dime por favor que no tienes nada que ver en esto, por favor...

—Dejé todo esto hace un año.

—¿Y Jacob?

—Cuando yo lo dejé, Jacob y yo nos distanciamos, ahora hace el tipo de cosas que acabas de ver.

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¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
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