3.2 La cabaña

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Taehyung;;

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Taehyung;;

El grito de mi novia definitivamente alteró mis sentidos. Sólo habían pasado segundos desde que me había girado y ella simplemente ya no estaba allí.

Escalé lo más rápido que pude el tronco en el que ella había estado instantes atrás, y miré al rededor en caso de que se viera algún indicio de que estaba allí, pero nada.

—Mierda, no puede ser.

No tenía muchos caminos para escoger. Mi voz, llamándole por su nombre, se escuchaba entrecortada por mis propios jadeos. Si bien estaba preocupado, a decir verdad, también creía que era una de las tantas bromas que ella había estado haciendo en la noche.

La caminata, que en algún momento había sido decidida y con prisa, pasó a ser una más lenta después de caminar entre varios senderos, sin obtener respuestas.

—Ok…prometo no hacerte nada malo cuando te encuen…¡Joder, Hye!

Fueron varios insultos que siguieron mientras Hyejin no paraba de reír. Ella se había interpuesto en mi camino cuando menos lo esperaba.

—Eso fue tan…¡genial! Tenés que ver esto.

Fue hasta un lugar del suelo no muy lejano, aún sin parar de reír, tomando su celular para mostrarme el video grabado.

—¿Lo grabaste?—pregunté alzando una ceja—No puedo creerlo.

—¡Mira que cara!

—Bien— pronuncié, arrastrando la letra "e"— me ganaste en esta, pero me habías asustado, boba.

Hyejin me abrazó, sin dejar de sonreír, y se disculpó. Yo le devolví el abrazo, no me convenía ni servía de nada enojarme con ella en ese momento.

—Por cierto— dijo, una vez calmada— mientras me escondía encontré esto—un cubículo de chapas y madera mal puesta hizo presencia ante nosotros— ¿esta es la cabaña? Wow, Taehyung, es tan hermosa y acogedora como me dijiste— se burló y yo rodé los ojos.

—Que noo, este es el depósito, bruta.

Hyejin entrecerró sus ojos en mi dirección y le sonreí. Me adentré al cubículo por si encontraba algo que pudiera iluminar mejor que la linterna que teníamos, mientras ella se quedó afuera.
No encontré nada que sirviera, pero entre el montón de porquería esparcida y desordenada, una vieja máscara, de aquellas de gas, llamó mi atención.

—¿Se le habrá olvidado al señor Jeon después de algún rodaje?

Pensé en dejarla donde la encontré, pero al ver a Hyejin tan inocente y tranquila de espaldas, no pude evitar pensar en devolverle el susto que me había dado hace minutos. Las palabras “Dulce venganza"  fueron las únicas que cruzaron en mi mente en ese momento.

—Tae—alargó la última vocal, sin despegar la vista más allá de sus pies— mirá esto, hay tremendo pozo...

Antes de terminar de escucharla, claramente prestando poca atención a sus palabras, ya me había puesto la máscara y había gritado. Ella, del susto, cayó a lo que parecía una pequeña cueva, y recién en ese momento me di cuenta del error que había cometido.

—¡Hye!

—Hijo de...¡ugh!— se le escuchó gritar con un claro enojo— ¿Podemos dejar estas bromas ya? Porque no es gracioso.

—Bien, bien. No sabía que estaba esto, mala mía, pero admití que te la debía.

—Yo te asusté pero no terminaste empapado y dos metros y medio bajo tierra, porque sí, hay agua acá abajo y... está oscuro...— la de cabello negro abrazó sus propios brazos.

—¿Son dos metros y medio?

—Mejor sacame de acá y callate, gracias, te quiero.

—¿No ves ninguna escalerita o algo con lo que puedas subir?

—No... no sé, está oscuro acá abajo, por favor, Tae.
 
—Está bien, no te muevas, voy— salté desde mi lugar, cayendo perfectamente de pie en el lugar que, como Hye antes había dicho, estaba completamente oscuro a pesar de la débil luz que se colaba por el agujero, y ahora también lo poco que lograba iluminar la pequeña linterna que habíamos tomado antes de salir del refugio.

Pude notar, aún así, que el lugar no era una cueva cualquiera, sino que una mina abandonada.
Una vía pasaba por debajo de nuestros pies y llegaba hasta más allá de donde la chica estaba.
Nos adentramos, siguiendo las vías porque no teníamos muy claro a donde ir estando allí abajo.

—Este lugar me da escalofríos y no de los buenos…

—Puedo ofrecerte algo de tranquilidad ahora, ¿sabés?

—No me hables— me esquivó, pero noté que no estaba enojada realmente. No se enojaría, no conmigo.

Caminamos uno al lado del otro, hasta encontrarnos con un espacio apenas más abierto con respecto a los demás por los que habíamos pasado. En lo que destacaba la diferencia del lugar, sin embargo, no era el espacio sino que parecía estar ambientado. Habían un par de barriles que a simple vista no significaban nada, pero sobre estos habían velas a medio derretir y algunos cigarrillos.

—¿No es un lugar extraño para venir a fumar?

—Lo es, y si te fijás son de hace poco.

Más adelante, donde había una pared de madera, colgaban algunos fósiles de animales, y un símbolo histórico extraño.

—Esto parece un santuario—musité, recorriendo la zona— va, en realidad parece que fue habitado por alguien... lo que no entiendo es por qué harían algo como eso acá.

—No me gusta, creo que va a ser mejor que sigamos ¿sí?

—Pará, pero mirá, tenemos que tener cuidado. Se está cayendo a pedazos. Eso me da más motivos para no entender por qué vivirían acá.

Señalé el mapa que tenía frente a mí que marcaba las zonas en peligro en este lugar. La mayor parte del mapa relucía el color rojo, porque también habían zonas que ya estaban derrumbadas (cosa que ya comprobamos porque la mayoría de ellos sitios que vimos estaban así).

Hyejin me arrastró para que lo dejara y seguimos caminando y buscando la salida, que pocos minutos después, encontramos. Ella en ningún momento, después de eso, soltó mi brazo, y yo me dediqué a decir comentarios que la relajaran, porque me sentía culpable por lo que había pasado.

—T-tae, ¿qué es eso?

—Mejor vení más cerca, Hye.

Hace ya minutos que sentía pasos cercanos a nosotros, y en varias ocasiones decidimos mantenernos en silencio, sin movernos, para confirmar si lo que escuchábamos era de nosotros mismos o algo más. En todas las ocasiones, aquellos pasos que escuchábamos parecían detenerse segundos después de nosotros. Las primeras veces simplemente lo dejamos pasar, porque podría ser algún animal, pero luego terminamos dudando por la firmeza con la que se escuchaba, y comenzamos a creer que era una persona más.

Y no podíamos asegurar si aquello era mejor o peor.

Esta vez, al parar, nos tomamos de las manos, preparados para cualquier cosa. Pero al contrario de las anteriores, el sonido de pasos no paró, sino que se hizo más fuerte y seguido, como si estuvieran corriendo.

Descartamos todo tipo de posibilidades cuando una figura apareció ante nosotros, confirmando que no estábamos tan mal como creíamos, porque definitivamente alguien nos seguía. Asumimos silenciosamente que aquél porte no pertenecía a ninguno de nuestros amigos, y su silueta se veía tan enorme a nuestro lado que ni siquiera podíamos afirmar que realmente sea una persona.
Ambos conectamos miradas y como si supiéramos leer lo que el otro pensaba comenzamos a correr.

Nuestras piernas se movieron rápido y a la par, a pesar de la diferencia de altura, así fue hasta llegar a la famosa cabaña. Mis brazos se enredaron en su cintura cuando amagó a caer al dar un paso en falso al subir las escaleras.
Finalmente, logramos entrar.

Until Dawn; hasta el amanecer❅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora