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Desiree
Después del mejor regalo de cumpleaños que había tenido desde que era una niña pequeña, dejé la habitación de motel de Matheo y me fui a casa para el drama. Mamá había estado enfermísima aunque no lo decía mucho y no me gustaba recordarlo, ella estába enferma hace mucho y me sentía muy mal por no haber estado allí con ella.

-¿Por qué no me has llamado? -le pregunté a Jair.

-Ella me hizo prometer que no lo haría. Es tu cumpleaños y dijo que estabas probablemente con tu novio y que no quería interrumpir. -Una pequeña lágrima corrió por su mejilla.

Era demasiado joven para hacer frente a esto y aunque nos gustara ignorarlo sabíamos que mamá estaba muriendo lentamente. Lo atraje hacia mí y lo envolví en mis brazos.

-No tengo un novio. Él es sólo mi amigo y aun así, tú y mamá son más importantes. No importa lo que diga a partir de ahora, siempre me llamas.

Entré en la habitación de mi madre, estaba tumbada en la cama con su cabeza hacia un lado. Cerré la puerta detrás de mí y el clic le llamó la atención.

Una sonrisa forzada cruzo en su rostro.

-Feliz cumpleaños, pequeña. Dieciocho años de edad. -Se la veía notablemente recuperada, aunque eso no ayudo a mi conciencia.

Enyesé una gran sonrisa falsa.

- Sí, los grandes dieciocho.

Me pasé horas en la habitación de mamá con ella. Le hablé de mi día con Matheo y estuvo de acuerdo en que la cosa de McDonald era dulce. Vimos una película, como cuando yo era pequeña. Una vez que estuvo dormida, salí de su habitación y me fui a la mía.

Ser ignorada por Matheo apestaba, una semana más tarde, todavía no había oído hablar de él. Después de los dos primeros días de enviando mensajes de texto y él no respondiendo, me di por vencida.

Mi padre llegó a casa ese fin de semana y traté de mantenerme al margen tanto como fuera posible, pero no había a dónde ir ahora que Eleonor estaba con Sergio todo el tiempo. La mayoría del tiempo me quedaba con mamá y cuando ella estaba ocupada, tuve que caminar hasta el parque del barrio y sentarme hasta que era lo suficientemente tarde para volver a casa y prepararme para la cama.

Papá debe haber estado muy ocupado porque no me molestó y me alegré por ello.

A la semana siguiente, fui a la escuela de manera normal, practiqué como normalmente hacía, y tuve dos juegos. Para el momento en que llegó el viernes, estaba lista para el fin de semana.

 Eleonor me rogó que fuera a la fiesta de Hugo, y después de no ver a Matheo durante tanto tiempo, no pude soportarlo más. Quería saber por qué me estaba ignorando. Quería saber lo que hice mal.

Después de arrinconarlo en la habitación y él medio confesando que sentía algo por mí, le di un beso. Al principio él me devolvió el beso y fue maravilloso, pero de repente el cretino ocupó su lugar y se apartó.

-No me beses a menos que piense en terminar el trabajo esta vez -dijo mientras se limpiaba la boca con el dorso de la mano.

Cuando vi ese maldito tatuaje de caramelo en su brazo, estaba deshecha. Sabía en el momento en que lo vi que era para mí, y fue el punto culminante de mi semana.

Después de que él rompió el beso salió de la habitación. No lo vi en la fiesta de nuevo. Acabé siendo la tercera rueda para Eleonor y Sergio y conteniendo las lágrimas durante toda la noche.

 Mi vida era un completo desastre, pero al menos cuando estaba con Matheo me podía olvidar todo eso. Con él yéndose de mi vida, las cosas se sentían diez veces peor.

Mierda, eres mi deseo. (Dark Passion 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora