Capítulo 3: Bonito recuerdo

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Me acerqué a la alegre Lissette mientras guardaba mi cámara, en ese momento, Shark también lo hacía, se quitó su casco dejando ver a un chico de unos veinte años, cabello corto y rubio de ojos azules.

—¿Quieres otra revancha? —preguntó Lissette con burla a lo que él rió.

—No, está bien. Me divertí mucho —alzó la mano en señal de un apretón.

—Yo igual —correspondió con una enorme sonrisa adornando su rostro resplandeciente.

—¡Y aquí está el premio! —habló el hombre de rastas entregándolo.
Lissette lo tomó, pero se lo dio a Roberto, al parecer se lo repartirían luego.

—Felicidades —dije a la chica.

—Gracias —me dio su sonrisa ladina recostándose de su motocicleta—. Como puedes…

—¡La patrulla! —gritó alguien de la multitud, a lo que todos comenzaron a correr y a subirse a sus autos y motocicletas.

—Es hora de irnos —dijo Daniel despidiéndose—. Gracias por el espectáculo.

—Que no te atrapen Lis —agregó Roberto montando su moto.

—Bien —me lanzó su casco, apenas pude atraparlo—. Vámonos.

—¿Y ahora por qué escapamos de la policía? —pregunté nervioso mientras iba con ella montado— ¿Era una carrera clandestina?

—Por supuesto.

—¿Y lo dices así de orgullosa? —ella sólo se carcajeó.

No sabía qué pasaba, o más bien qué me pasaba. Tenía miedo, adrenalina corriendo por todo mi cuerpo mientras las sirenas sonaban y las luces parpadeantes eran captadas por mis ojos. Jamás me había involucrado en algo como esto, pero ahora, siento una emoción que no sé cómo explicar.

×~×~×~×~×

Paramos en la esquina de la calle para no alertar a mi padre. Bajé y devolví su casco.

—¿Convencido con la respuesta? —pregunta recostada.

—Sí, no creí que fueras esa clase de criminal —reí bajo.

—¿Y sigues con eso?

—Sólo estoy bromeando. Escucha Lis, sobre la relación de nuestros padres, papá es un buen hombre.

—¿Ah sí? Pues te repito lo que dije en el restaurante. Las palabras se las lleva el viento, sólo me importa que demuestre que es lo que dice. Mi madre también es una buena persona.

—Entonces no creo que vaya a haber problemas. Hermana. Ja, ja, ja.

—Sí. Cómo sea, vendré por ti en la mañana. Descansa, Diego.

—Igualmente, Lis —ella se fue y yo me quedé ahí hasta que ya no la visualicé.

Fui por un costado de la casa y subí por la valla que está al lado de la ventana de mi habitación. Saqué mi cámara y revisé esas dos capturas que hice, me quedé viendo especialmente la segunda, la de Lissette sonriendo feliz en la meta, así estuve hasta que caí dormido. Al día siguiente estaba en la mesa desayunando con mi padre, él me veía curioso. Me pregunto si notó mi ausencia anoche.

—¿Pasa algo? —pregunté tratando de que no se me notara lo nervioso.

—¿Qué opinas de Verónica?

¡Uff! Se ve que es una buena persona, y si te hace feliz, estoy feliz.

—Gracias —sonríe con alivio jugando con si cuchara—. ¿Y tienes planes para hoy?

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