Capítulo 8: Declaración

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—¡Ah! Pero que linda te ves Lis.

La madre de la menor gritó en cuanto la vio bajar con su uniforme puesto. Falda azul marino que llega a dos dedos arriba de las rodillas, la camisa blanca de mangas largas por debajo del saco del mismo color que la falda, con corbata roja, calcetas largas negras y zapatos del mismo color.

—Vengan los dos —Verónica tomó una foto de ambos juntos.

Una vez hecho eso, los dos salieron de casa, con Lissette quitándose el saco y amarrándoselo a la cintura.

—¡¿Qué hiciste qué?! —Diego alzó la voz mientras él y Lissette caminan hacia la parada del autobús— No vayas tan rápido.

—Tú eres muy lento. Y lo que oíste, acepté una carrera contra Hiena y el muy hijo de perra me entregó a la policía. Por eso tu padre me trajo a casa anoche. Ahora mi motocicleta está en el corralón y el señor Alejandro irá a recogerla.

—No necesitas decirle señor todo el tiempo. Puedes llamarlo por su nombre —ambos llegaron a la parada, había una banca donde se sentaron y arriba de ellos un techo—. ¿Roberto y Daniel se enteraron?

—¡Por supuesto que no! ¡Y no pueden enterarse! Me matarán en el instante en que lo sepan. Y no quiero que Dani se enoje conmigo —la joven empezó a jugar con sus dedos.

—Sí que te gusta mucho.

—¡Cállate el hocico!

—Aw —exclamó con burla ladeando su cabeza—. Te sonrojarte.

—Pendejo —musitó volteando a otro lado—. ¿Y tú cuando le dirás a Sofí que te gusta?

—Hoy mismo —el chico se paró derecho con las manos en la cintura y mirada alzada.

—Te están temblando las piernas.

—Cállate, a ti también te temblarán cuando te confieses a Daniel.

—Touche. ¿Quieres que te ayude con algo?

—No. Tú lo has dicho, ella va a creer que somos algo si te llevo conmigo, así que no te me acerques cuando vaya a decírselo, aunque necesito que distraigas a los otros. Sí, me ayudarás.

La joven sonrió asintiendo animada.
El autobús llegó y Lissette se sentía un poco incómoda de tener que subir, después de todo siempre iba en su moto. Ambos entraron y se sentaron juntos, ella cerca de la ventana. En la siguiente parada, un chico de cabello corto y castaño subió parándose al lado de Diego.

—Hey, ¿qué tal nena? —mencionó guasón observando a Diego, quien resopló cansado sin dirigirle la mirada.

—Hola Bryan.

¿Quién es él? Se pregunta la joven al ver lo incómodo que su amigo estaba. —Diego, ¿quién es el pendejo este?

—Lis —el chico giró su cabeza rápido mientras emitió un leve chillido en su voz.

—¿Y esta gata quién es? —mencionó el otro chico.

—¿Quieres que te aruñe la cara para que tengas razones en llamarme así? —Lissette respondía provocadora, sin sonreír y con mirada filosa.

Un camino juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora