Capítulo 4: Ya no puede

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«Vamos a casarnos» eran las palabras que nuestros padres nos dijeron. Apenas una semana de que nos presentaron, ellos ya tenían planes de hacerlo, pero primero querían ver cómo Diego y yo nos llevábamos antes de tomar ese paso.

—Ustedes se han llevado muy bien —dijo mi madre tomando su rostro con las manos.

—Así que creemos que no habrá problemas —mencionó el señor Alejandro tomando de los hombros a mamá.

Diego y yo nos miramos entre nosotros, era algo repentino, pero nos sentimos felices por ellos y se lo hicimos saber. Incluso para irnos acostumbrando a vivir juntos como familia, mi madre y yo nos mudaremos con ellos, hasta me cambiarán de instituto para que vaya con Diego, claro que el señor Alejandro nos apoyará con eso.

×~×~×~×~×

—¿Y no te sientes triste por cambiar de escuela? —me preguntó Diego estando sentados en una cafetería comiendo una rebanada de flan de café.

—No, ¿por qué?

—Dejarás a tus amigos y maestros.

—Mis maestros. Bueno, extrañaré a algunos, pero a amigos —me obsequió una sonrisa—. No tengo.

—¿No tienes?

—No. No soy buena interactuando con los demás, lo has comprobado. Suelo ser muy impulsiva, mi trabajo me roba el tiempo restante y paso más tiempo en los talleres de Roberto y Daniel que en cualquier otro sitio. ¿Dime en qué momento puedo hacer amigos?

—Incluyendo tu vocabulario.

—Incluyendo mi vocabulario... —me detuve en cuanto lo dije— Pinche ojete que eres —crucé los brazos y fruncí el entrecejo haciendo que Diego se riera.

—Espera. ¿Soy tu primer amigo? —asentí— Me siento especial —pasó su mano por su cabello lanzándolo hacia atrás, él lo tiene un poco largo de color chocolate, estilo melena estando entre lacio y ondulado. Sus ojos son oscuros, es como si te perdieras en ellos—. Tengo una idea, vamos al cine con mis amigos.

—¿Con tus amigos?

—Sí, mañana es sábado, así que no trabajas.

—Sí, pero ¿con tus amigos? ¿Por qué debo ir yo?

—¿Cómo que para qué? Para que tengas más amigos. Ellos también van a la misma escuela que yo.

—¿Y no irá esa chica de la que estás enamorado? Eh…

—Sofía. Sí ¿qué tiene?

—Va a creer que estamos saliendo y que quieres presentarme formalmente como tu novia.

—No es verdad.

—Cien a qué sí.

—Hecho.

×~×~×~×~×

—¡Ah! ¡Ya son novios! —Sofía gritó emocionada al verme pasar la puerta de la casa de Diego.

—Rayos… —él musitó decepcionado mientras yo sonreía. Sacó un billete de cien y yo lo tomé triunfante.

—No somos novios, sólo amigos —corregú guardando el billete—. Nuestros padres se van a casar.

—Ah… ¡Entonces es como si fueran a vivir su vida matrimonial! —agregó dando unos brinquitos y daba pequeños aplausos, yo comencé a reír de su actitud.

Por lo que Diego me ha contado, Sofía es todo lo contrario de mí. Es educada, tierna, le gustan las cosas coloridas y brillantes, amante de los dulces y el romance. Bueno, compartimos el amor por los dulces.

Un camino juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora