—¡Quiero que me ames! —Grité totalmente desesperada.
—¡Pero no puedo! —Respondió igual de desesperada. Escuchar esas palabras era como apagar el interruptor de la esperanza, todo estaba oscuro dentro de mí, podía escuchar el eco de sus palabras, lo podría escuchar el resto de mi vida—: Y tú tampoco puedes amarme, no me conoces más de lo que cualquiera lo hizo, no me entiendes, no quieres lo mejor para mí, lo que sientes no es amor. Tú no me amas —Termino de decirme.
—¡Si lo hago! —grité. La angustia no me dejaba seguir, mi saliva se atascaba en mi garganta y las lágrimas me ahogaban, pero continué—: Ya no puedo más, estoy en un punto en que, si no te tengo, no quiero nada, como te hago entender que te necesito, necesito que sigas conmigo, incluso si duele, incluso si solo me usas, no me importa que no me ames, no me importa nada, solo te necesito a ti... ¡Te amo Mia! —le dije tratando de articular bien las palabras.
—Estas mal Ali, ¿No te das cuenta?, necesitas ayuda... —Me lancé a besarla, pero ella me empujó, seguí tratando de hacerlo, pero ella se resistía—: Detente Ali, me lastimas...
—Perdón —contesté avergonzada.
—Escucha, no puedo obligarte a olvidar, pero si puedo aconsejarte hacerlo, lo que sea que pasó entre nosotras nos dejó mal, no comenzó bien y no terminó bien, debes aceptarlo y continuar.
—Te necesito... —respondí. Ella negó con la cabeza, respiro profundo y mientras observaba las olas se despidió de mí. Comenzó a caminar, pero yo la seguí.
—¡Mia!, por favor, no me dejes otra vez... —Le suplicaba pero ella me ignoraba y seguía caminando. Al final termine sentada llorando.
Hace u tiempo, cuando ella me dejo, lloré por varias noches hasta que al final parecía que había perdido la capacidad de llorar, no importaba que pasaba, no podía hacerlo, era una apatía constante a todo y hacia todos, supuse que siempre sería así, pero ahora sentada en este maldito pueblo floral, se me hacía imposible contener las lágrimas, ellas se derrababan por mis ojos cual cascadas, no sé bien como llegué a casa de mi tía, pero de alguna forma pude hacerlo con la vista borrosa y el ánimo por los suelos, habría sido una sorpresa para ellas si no fuera porque la lluvia me ayudo un poco y las lágrimas se confundieron con las gotas que me habían empapado.
Al día siguiente, la fui a ver a su trabajó, al igual que las mañanas posteriores, pero siempre me pedía que me retirara, me sentía como un pobre cachorro callejero al que le niegan comida en la entrada de un restaurante, mi necesidad de tenerla era inversamente proporcional a la poca dignidad que me quedaba, pero después de todo, qué es la dignidad, sino una construcción social sobre nuestro valor propio, y de todos modos el valor propio no es más que un precio cualitativo dentro del mercado de las personalidades predeterminadas y consumidas por la sociedad.
Mi tía me terminó pidiendo que no volviera a molestar a Mia, porque ella le había dicho que si lo seguía haciendo renunciaría, pero una simple advertencia no pudo frenarme.
Todo el día la pasé viendo por el ventanal de la tienda, desde mi asiento en la plaza, todo lo que no fuera observarla no entraba en mis necesidades básicas. En cuanto ella salió de trabajar yo me acerque para intentar hablarle otra vez, como las miles de veces que ya lo había intentado y fracasado, y al igual que todas esas veces ella paso de largo.
La comencé a seguir en silencio, en piloto automático hasta que llegó a su casa y se dio la vuelta para finalmente hablarme.
—¿Qué estás haciendo Alice? —pregunto. Su cara estaba llena de lágrimas, su expresión era una dulce mezcla entre tristeza y desesperación.
—Solo quiero hablar contigo.
—Ya no tenemos nada más que hablar —dijo mientras se secaba las lágrimas con las mangas de su suéter.
—Pero... no puedes dejarme.
—Escucha Ali, si vuelves a buscarme pediré una orden de restricción y no estoy jugando, esto que estás haciendo está más allá de los límites, crees que no noto que te la pasas todo el día mirándome por el ventanal de la librería, solo mírate como estas, tu cara se ve tan delgada como si no estuvieras comiendo y tus ojeras lucen como si no estuvieras durmiendo, no estás bien y yo no puedo ayudarte.
—Solo quiero hablar contigo, quiero que las cosas vuelvan a ser como eran antes.
—¿Antes?, antes de que te arruinara la vida o antes de huir, tal vez por antes te refieres a los pequeños momentos que compartimos.
—Podemos tener algo bueno, yo sé que podemos hacerlo.
—Pero yo no quiero.
—¡¿Por qué?!
—Porque me estas asustando...
De alguna manera todo en mi mente tomo sentido, Mia lo había entendido antes que yo, pero ahora ya estaba al corriente, lo que sentía no era amor, no podía serlo, porque si la amara estaría contenta con verla feliz, pero no lo estoy, no quiero verla feliz sino es conmigo, ¿qué me está pasando?
Estaba perdida en mi mar de pensamientos, el naufrago de mis emociones no era suficiente para mantener mi esperanza dentro de los supervivientes, ojalá pudiera poner en palabras la manera en la siento que estoy cayendo, se siente tan suave y desesperante a la vez, como si mi vida estuviera limitada a tomar el camino fácil y aun así fuera tropezando por él. Es tan difícil encontrar la dirección correcta cuando todo está tan oscuro y frío, si tan solo mis lágrimas me ahogaran e hicieran brotar una nueva persona en mi interior, alguien que sea capaz de clavar sus pies en el suelo y no dejarse llevar por la tormenta de un corazón roto, la vida dejaría de doler tanto. Que doloroso es admitir que, aunque existen miles de personas que la están pasando peor, tu no puedes afrontar algunas rocas en tu camino, supongo que jamás serví para estar viva.
—¡¿Estás loca?! —me gritó mi mamá en cuanto entre en la casa—: La abuelita de esa pobre chica llamo asustada, porque tú no paras de acosar a su nieta. —En su cara estaba marcada su decepción—: ¡La seguiste hasta su casa!, esto fue demasiado lejos.
—Lo sé... quiero irme de aquí —respondí dejándola sorprendida. Ella espero un momento antes de responder.
—Es lo mejor. —Se limitó a decir
Antes de dormir decidí hacer una carta para Mia, ya había resuelto lo que iba a hacer, todo está decidido, era momento de dejarla ir.
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MÍA (editando)
RomanceAlice es una adolescente que ha venido desarrollando una depresión que oculta de todos debajo de la imagen de una "chica perfecta", la única persona que le hace sentir algo es Mia, una chica con problemas de agresividad de quien siempre a estado e...